Un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA) reveló que en el primer trimestre del año el consumo per cápita de carne vacuna en el país cayó un 17,6% con respecto al mismo periodo del 2023, marcando el registro más bajo de las últimas tres décadas. El consumo de carne vacuna habría totalizado 499,7 mil toneladas res con hueso, 106,9 mil menos que el año pasado.
El relevamiento de CICCRA reveló que en el país cada persona ingirió 42,6 kilos en marzo, 10 kilos menos en relación al mismo mes de 2023. Esto determinó una caída del 18,5% en el consumo de carne durante marzo.
A su vez, el promedio móvil de los últimos doce meses del consumo aparente de carne vacuna quedó en 50 kilos por habitante por año en el tercer mes de 2024. Es decir, un 4,2% por debajo del promedio de un año atrás. Este descenso del consumo de carne vacuna se debe a la caída del poder adquisitivo de la población.
Al respecto, Soledad Andreoli -propietaria de la cadena de carnicerías LPM y referente del sector en La Rioja- contó cuál es la situación en la provincia y dijo que la retracción en el consumo se nota principalmente los fines de semana, en particular en la baja en la compra de carne para asado.
«La caída del consumo se nota los fines de semana con el tema del asado. Bajó un montón. La gente dejó de comer asado. Durante la semana no se nota esa baja porque la gente no escatima ya que tiene que comer, en la casa hay que poner algo de carne. Pero los fines de semana sí se nota. Además, la gente ya no compra por peso sino por unidad, pide tres o cuatro bifes por ejemplo», comentó Andreoli en Riojavirtual Radio.
La empresaria informó que en abril el precio de la carne aumentó un 8% y que, en promedio, los precios subieron entre 300 y 500 pesos por kilo. Andreoli se esperanzó en que los precios puedan mantenerse «al menos hasta el 1° de mayo».
A su vez, señaló que el fuerte aumento en el precio de los servicios de luz y gas es otro de los factores que repercute en el precio de la carne.
Finalmente, dijo que por la crisis y la caída del consumo, en algunas carnicerías decidieron aplicar un régimen de reducción horaria como una forma de achicar costos salariales.