En el día que la Iglesia celebra la Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal, la Pastoral Universitaria desea elevar una oración comunitaria junto a toda la comunidad universitaria, en estos tiempos de transformación para que ésta sea inspirada y guiada hacia el bien común.
Asimismo nos unimos al primer aniversario del inicio del ministerio petrino del papa Francisco, quien hace un año en la Plaza San Pedro, afirmaba que “en los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor” y nos exhortaba diciendo: “no debemos tener miedo de la bondad, de la ternura”.
En otra parte de su homilía, el Vicario de Cristo, pedía a “todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura”.
La devoción a san José se fundamenta en que este hombre ‘justo’ fue elegido por Dios para ser el esposo de María Santísima, y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra. Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizá se veneraba poco a san José para enfatizar la paternidad divina de Dios. Según san Calixto, esta devoción comenzó en el Oriente, desde el siglo IV, relata también que en la gran basílica construida en Belén por santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.