Hace décadas que las máquinas son capaces de traducir la información de computadoras en objetos en tres dimensiones. De hecho, distintas industrias utilizan impresoras 3D para producir determinadas piezas, a partir de un gráfico de la PC. Pero lo realmente nuevo es que esas impresoras bajaron tanto de precio, que ahora ya se consiguen modelos hogareños. Algunos de ellos producidos por empresas argentinas.
Estas nuevas impresoras forman parte de un movimiento mundial, conocido como RepRap, cuyos planos están publicados en Internet y se pueden usar y modificar en forma voluntaria. El pensamiento detrás de este movimiento es conocido como “open hard” y opera bajo una filosofía similar al open source del software.
Las impresoras del tipo RepRap derriten plástico y van armando los objetos capa tras capa. De esta manera, prácticamente no se producen desperdicios, lo que es considerado como un aspecto ambientalmente sustentable.
Pero además tiene su costado social y económico. Chris Anderson, editor de la revista Wired y autor de bestsellers, acaba de publicar su nuevo y exitoso libro Makers, en el que postula que la llegada de estas impresoras a todos los hogares va a provocar una nueva revolución industrial. Muchos de los objetos de consumo dejarán de producirse en serie y a gran escala, en grandes fábricas, y pasarán a diseñarse y producirse en cada uno de los hogares, en forma colaborativa.
Para el autor, esto producirá una democratización del diseño y un impulso a la producción local.
Codigo Tek entrevistó a Marcelo Ruiz Camauër, CEO de Kikai Labs, una de las primeras empresas en fabricar impresoras 3D con la filosofía RepRap en la Argentina. “Yo pensé que en un inicio los demandantes de las maquinas iban a ser hobbistas, pero han sido pequeñas industrias, gente que quiere trabajar con matricerías, con moldes. Argentina puede aprovechar mucho de estas impresoras 3D”, dijo en la entrevista, este emprendedor que busca, para su empresa y para el país, un lugar dentro de la vaticinada revolución.