Una historia de película la que vivió Santino Guaranás Aguilar, que viajó junto a su padre Jorge Alfredo Guaranás, a Venezuela donde es oriundo su progenitor, el último 20 de diciembre con la idea de disfrutar de sus vacaciones.
Pero en este mes de febrero, cuando deciden el retorno del menor a nuestro país, el estallido social en el país caribeño se apoderó de las calles y allí comenzó un peregrinar, para que le autoricen la salida con destino a Buenos Aires.
Según relató el mismo Santino en diálogo con EL INDEPENDIENTE, ayer en su arribo a la Terminal de Omnibus, “nosotros fuimos a Margarita, una isla de Venezuela, con pasaje de ida, y cuando queríamos volver en febrero, no me podían vender el pasaje porque soy argentino, y a mi papá sí porque es venezolano”.
Cabe destacar que el padre del niño, es ciudadano venezolano.
“Así lo impuso el presidente Maduro, que sólo le vendan a los residentes venezolanos y no a extranjeros, porque sino podían llegar de otros lados a hacer más protestas”, dijo un lúcido Santino, que pese a su corta edad, no se despega de la realidad que atraviesa el pueblo venezolano, con su crisis social y política.
En alusión a este problema, el niño adujo, “fuimos con distintas empresas, nadie nos quería vender, nos decían que si ellos nos vendían esos pasajes de vuelta para los dos, sería ilegal y podrían ir presos por orden del presidente”.
También resaltó, “anduvimos por toda la Isla Margarita, hasta que conseguimos unos pasajes en una empresa que nos vendían a los dos, pero nos salían muy caros, alrededor de 8 mil bolivares”.
Cabe destacar que el Bolívar Venezolano, tiene un valor de 1,25 peso argentino, por lo cual el pasaje individual se elevaba a unos 10 mil pesos aproximadamente.
Tras varios trámites legales, con abogados de por medio, después de casi 2 semanas de puertas cerradas y sin repuestas, hasta con un pedido en puerta que iba a realizarse al Consulado argentino en Venezuela por lo que sucedía, Santino finalmente obtuvo la posibilidad de retornar a Argentina, pero lo hizo de manera solitaria pese a su corta edad.
“Mi papá me acompañó desde Margarita hasta Caracas, y allí me subí a un avión hasta Buenos Aires, con una azafata que era mi guarda, y en Buenos Aires me esperó mi mamá”, sentenció Santino, que no ocultaba la alegría de volver a estar con su familia.
Consultado sobre si tuvo miedo y cómo vivió estos momentos tensos en Venezuela, el niño manifestó, “no tuve miedo, porque estuve en Margarita, lejos de Caracas donde ahí sí se peleaban y se disparaban tiros, pero es mejor vivir en Argentina”.
Su madre Viviana María Aguilar, fue quien lo esperó en el aeropuerto de Ezeiza donde arribó el avión que transportaba a su hijo, donde la misma tampoco ocultaba su alegría, y asombro por lo vivido en Venezuela.
En tanto en la Terminal de Omnibus, lo esperaban ansiosos en la mañana de ayer, sus abuelos Jorge y “Chola”, que se fundieron en un abrazo al momento de bajar del micro que lo traía de nuevo a su provincia natal.
También estuvo Renata, la hermanita menor de Santino de tan sólo seis años, que lo recibió con mucho afecto y no dejó en ningún momento de contarle todas las cosas vividas, durante su tiempo en Venezuela.
Santino es alumno del sexto grado del instituto Manuel Belgrano de esta capital, donde seguro a la hora de contar sus vacaciones tendrá mucho para relatar de lo vivido en Venezuela.
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