Parada en la fila anterior a la primera de la prensa, protegida por un paraguas verde cuando llovía y (casi) siempre sonriente, Máxima Zorreguieta fue testigo una vez más del gran duelo del hockey femenino entre Holanda, su país de adopción, y Argentina, su país de nacimiento.
A Deodoro llegó junto a su esposo, el rey Guillermo, y a una discreta seguridad integrada por tres personas con la misión de impedir que alguien se acercara a la pareja.
Ella vio el partido mucho más tranquila que él, que gritó bastante al tiempo que aplaudía sobre su cabeza y alentaba a las jugadoras holandesas por su nombre.
Los hinchas argentinos que la divisaron la llamaron una y mil veces para que se dejara fotografiar, pero Máxima sólo regaló su sonrisa de publicidad. Y apenas cuando subió unas escaleras en el entretiempo, les dio la mano a tres simpatizantes argentinos.
De todos modos, el duelo de los cuartos de final era lo más importante para una mujer que, además, es mamá de dos jóvenes jugadoras de hockey. Es que las princesas Amalia y Alexia aman y juegan uno de los deportes más populares en su país.
Así como hace dos años, en este mismo Brasil, Argentina eliminó a Holanda en fútbol, anoche hubo festejo naranja. Y pudo verse que Máxima lo disfrutó.