Marisa Díaz dejará así su cargo actual, de secretaria general del Consejo Federal de Educación, que nuclea a todos los ministros del área de las provincias. Y en su lugar asumirá Mario Oporto, ex ministro de Educación bonaerense en la gestión de Daniel Scioli, que venía trabajando junto a Trotta en temas de educación para el trabajo.
El lugar que ocupará Díaz fue el mismo que dejó Adriana Puiggros a mediados del año último cuando renunció enojada por diferencias insalvables con Trotta. Puiggros respondía incondicionalmente al Instituto Patria, que dirige Cristina Kirchner. En ese momento, el Presidente se inclinó por su ministro en desmedro del kirchnerismo.
Con el nombramiento de Marisa Díaz, el Presidente buscó reivindicar a Trotta que venía muy golpeado políticamente. “De alguna manera le dio su respaldo y lo compensó ante el desgaste de la semana pasada”, dicen en la Casa Rosada.
Previo a ello, Alberto Fernández lo había desairado de manera elocuente. El Presidente había anunciado el miércoles último el cierre total de las clases presenciales en todo el sistema educativo en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Lo hizo sin comunicárselo a Trotta ni al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Pocas horas antes, Trotta había asegurado ante el Consejo Federal de Educación que no había motivos para suspender la presencialidad.
De ese modo, Trotta quedó descolocado políticamente ante todos los ministros de Educación de las provincias y ante toda la comunidad educativa. Después de ello, cerró sus teléfonos y puso a disposición su renuncia ante Alberto Fernández, quien no se la aceptó porque Trotta es de su núcleo duro. Pero el ministro desapareció de escena.
La medida adoptada por Fernández, así como la de restringir los horarios de la nocturnidad para comercios, locales gastronómicos, actividades recreativas y circulación callejera, fue dispuesta por una fuerte presión de la vicepresidenta Cristina Kirchner y del gobernador bonarense, Axel Kicillof, ante el aumento galopante de casos de contagios de Covid 19, especialmente en el conurbano.
Pero tanto Trotta como la ministra de Salud, Carla Vizzotti, habían afirmado que la educación era la última actividad que se iba a restringir porque no generaba contagios, según estaba comprobado en todas las mediciones epidemiológicas. Ahora el discurso cambió y el Presidente asegura que tomó la medida de cierre de las clases presenciales por los datos científicos, que en rigor nunca pudo demostrar en público.
Luego de tantos desencuentros, y de muchas internas en el gabinete por el desgaste de esta medida, Alberto Fernández convocó a Trotta a Olivos durante el fin de semana último y conversaron tranquilos a solas mirando hacia los jardines. Y de ese modo le dio su respaldo político luego de una semana negra de Trotta.
Durante una conversación larga y minuciosa, Alberto Fernández y Trotta acordaron que luego de los 15 días de suspensión de clases -termina el 30 de abril- dispuestos por el DNU 241, que está cuestionado por la Ciudad ante la Corte Suprema, el Gobierno avanzará en un esquema de “presencialidad administrada” en todos los niveles de la educación y para todas las provincias, incluida el AMBA.
Se trata de un esquema de “grises” en la presencialidad y en la modalidad virtual que está prevista en la resolución 368 del Consejo Federal de Educación. Por ejemplo, allí se generaron los consensos para que la presencialidad se vaya reduciendo según el aumento de casos de Covid y según los datos epidemiológicos.
En un primer momento, se podrían aplicar esquemas intermedios en los que se reducirá la presencialidad a menos días para todos los alumnos de todos los grados de la educación inicial, primaria y secundaria, de manera de reducir la circulación por las calles y por el transporte público.
Un esquema similiar maneja la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, que quería proponerle a Trotta un esquema de cuatro escenarios para un cierre escalonado de la educación según etapas epidemiológicas. Por ahora, Trotta puso en stand by la reunión pedida tres veces por Soledad Acuña luego del fallo de la justicia porteña que suspendió las clases presenciales.
“En este momento no se puede hablar entre los ministros cuando el diálogo entre los dos gobiernos está cortado y hay una medida judicial de por medio”, dijo un funcionario cercano al ministro de Educación. Sin embargo, la expectativa es ir hacia un sistema de presencialidad administrada en el que se puedan cerrar las clases de modo progresivo.
“Trotta no quiere que lo usen para debilitar el proyecto político que construyó por años con Alberto Fernández. Está totalmente alineado con el Presidente”, dicen cerca del ministro que la semana última estuvo en las antípodas de la decisión de Fernández que había sido inspirada por Cristina y Kicillof. Es momento de dejar atrás el desplante del Presidente y alinearse nuevamente con el proyecto, ahora con el respaldo de haber podido nombrar a Marisa Díaz como su segunda en el ministerio, privilegio al que no muchos ministros accedieron en el marco de un loteo politico de sus carteras.