Una hoja de papel no tiene vergüenza. No puede ponerse colorada. El papel es un material que resiste inmutable la mentira, la insensatez y el desvarío. Es así que en el informe difundido la semana pasada por el Indec sobre pobreza e indigencia en 31 aglomerados urbanos del país durante el segundo semestre del año pasado, La Rioja aparece libre de indigentes. Números y letras negras sobre fondo blanco. Sin manchas rojas de vergüenza.
No es el único disparate. Según el instituto de estadística oficial del kirchnerismo, sólo un 0,7 por ciento de los formoseños sufre de indigencia, lo que equivale a unas 1.600 personas; en el Gran Tucumán-Tafí Viejo el hambre afecta a nada más que el 0,3 por ciento (2.000 personas), y en Jujuy-Palpalá sólo el 0,2 por ciento de la población (650 personas) vive en hogares con ingresos insuficientes para adquirir la Canasta Básica de Alimentos (CBA).
A diferencia del papel, los humanos tienen la disposición de ponerse colorados. Es un mecanismo muy difícil de controlar, como le sucedió al ministro Hernán Lorenzino días atrás ante una muy sencilla pregunta de una periodista griega sobre la inflación en la Argentina.
Es notable que no le haya sucedido lo mismo a Cristina Fernández el pasado 11 de abril cuando durante el acto de promulgación de las leyes de Personal de Servicio Doméstico y de Penalización de la Utilización del Trabajo Infantil, dijo: “Hoy, La Rioja está en pobreza en un 2,7 por ciento y en indigencia en un 0,1. De toda la región noroeste argentina es la que más ha descendido en personas bajo la línea de pobreza: del 52,2 al 2,7, mientras que el promedio nacional bajó de 54 por ciento a 6,5 ahora”. Y agregó: “Así que yo quiero felicitar, también, al gobernador el esfuerzo que ha hecho todo el pueblo riojano y sus autoridades”.
Eran los datos del Indec correspondientes al primer semestre de 2012. Con la última medición, la pobreza cayó al 2,5 y la indigencia pasó del 0,1 por ciento a nada. Desapareció.
El felicitado gobernador Luis Beder Herrera se quedó callado. En cambio, tras las palabras de Cristina el intendente de la ciudad Ricardo Quintela dijo que “es falso que hay 0,1 por ciento de indigencia; eso quiere decir que serían unas 200 personas y eso me parece irreal (…) Me parece que a la Presidenta le están informando mal, porque basta recorrer un par de barrios de la capital”.
Lo que Quintela desmiente por vivencia, el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) lo desacredita con datos rigurosos. No se trata de una usina neoliberal, sino del instituto de estudios de la CTA oficialista que encabeza Hugo Yasky y que dirige el prestigioso economista Eduardo Basualdo, el mismo que fuera designado por el Gobierno como uno de los directores de YPF en representación del Estado cuando se recuperó el control mayoritario de la petrolera.
En el informe de coyuntura de abril Cifra sostiene que la proporción de personas en todo el país cuyos ingresos no alcanzaron para adquirir la CBA se derrumbó del 22,5 en el tercer trimestre de 2003 a 4,3 por ciento en 2012, y señala que “si bien es notable la recuperación, en la actualidad todavía 1,8 millones de personas revisten esta situación”.
El nivel de indigencia que Cifra calcula en 4,3 por ciento, para el Indec se reduce a casi un tercio y lo ubica en apenas el 1,5 por ciento. Es decir que el Indec esconde más de 1 millón de indigentes. La abismal diferencia surge de la distinta forma de valorizar la CBA: mientras que para el Indec una familia tipo come dignamente con 707 pesos por mes (6 pesos por día), el instituto de la CTA eleva ese monto a 1.381 pesos.
Cifra no desagrega la información por ciudades, pero es obvio que con el valor de la CBA que ellos consideran, ni La Rioja está libre de indigentes, ni Jujuy, Tucumán y Formosa están cerca de esa proeza.
La discrepancia es aún mayor con los números de pobreza. Según Cifra “la tasa de pobreza muestra una fuerte tendencia decreciente en el período 2003-2007. A partir de allí, la aceleración de los precios conllevó menores ritmos de reducción. De manera que pasó de afectar al 49,4 por ciento en el tercer trimestre de 2003 al 19,9 por ciento en el segundo trimestre de 2012. Indudablemente en la post-convertibilidad se lograron importantes avances en la materia, pero resulta importante seguir avanzando dado que aún son muchas las personas que siguen viviendo en condiciones de pobreza (7,7 millones)”.
Para el Indec los pobres son 2,2 millones, o sea 5,5 millones menos que para Cifra. La explicación es que el instituto de estadística oficial del kirchnerismo considera que el valor de la Canasta Básica Total o línea de pobreza es de 1.577 pesos mensuales para una familia tipo, mientras que Cifra casi duplica esa cifra hasta 2.997 pesos.
Horacio Verbitsky fue el primero y casi el único en informar sobre el último informe de coyuntura de Cifra. Lo hizo el 7 de abril en una nota publicada en Página 12 titulada “Una vieja terca”, en referencia a lo que, con la lengua larga, desatada y distraída, José Mujica había dicho sobre Cristina: “Esta vieja es peor que el tuerto. El tuerto era más político; esta es terca”. Con elegancia e inteligencia política, ella enfrió el asunto apenas su par uruguayo le transmitió “sentidas disculpas”.
Verbitsky se encargó de responderle en un artículo que comienza señalando que “la terquedad que impresiona al presidente uruguayo tiene su reflejo en el desempeño de la economía y en sus efectos sociales, que pese a la grave crisis global y la fuerte reducción del crecimiento macroeconómico permitió mantener una alta tasa de actividad, con bajo desempleo, reducción apreciable de la indigencia y la pobreza, reducción de la fuga de capitales e incremento de la reinversión de utilidades. Así lo indica el informe de coyuntura número 12 que esta semana distribuirá el Centro de Investigación y Formación de la CTA, Cifra, que dirige Eduardo Basualdo”.
Verbitsky reproduce literalmente los párrafos del informe que son favorables al Gobierno, y enumera en forma exhaustiva las medidas de índole estructural o de corto plazo que Cifra pondera positivamente. Verbitsky también da cuenta de algunas advertencias, como, por ejemplo, sobre la necesidad de políticas activas que “aseguren una presencia efectiva del Estado en la producción y aminoren el grado de concentración, extranjerización y primarización de la economía”. Y no omite que el informe reconoce que la política económica enfrenta grandes escollos, entre los cuales señala “las contradicciones internas del gobierno para definir las políticas de corto plazo e implementar las de largo plazo”.
Pero “Una vieja terca” tiene una mirada tuerta que no ve ni muestra varios relevantes datos y señalamientos negativos que figuran en el informe de Cifra. No reproduce que durante el kirchnerismo “no se revirtió” el rezago histórico de la industria nacional de bienes de capital, y que el peso de los equipos importados en la inversión total es mayor ahora que durante los años ’90; no reproduce que la reducción de la informalidad laboral “se fue desacelerando en la segunda etapa de la post-convertibilidad (apenas 2,6 puntos porcentuales de mejora en el período 2008-2012); y en 2012 se estancó”, y que según Cifra “resulta necesario implementar políticas más activas para reducir los aún tan elevados niveles de informalidad (el porcentaje de asalariados no registrados es apenas menor al de 1995, más aún si se tiene en cuenta que tres cuartas partes de los jefes de hogar pobre tienen trabajo no registrado”.
Verbitsky tampoco informa que para Cifra la inflación en 2012 más que duplica a la oficial, ni –como ya se mencionó– que el instituto de estadística del kirchnerismo esconde a más de 1 millón de indigentes y a 5,5 millones de pobres.
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