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Opinión: Disputas de Poder

El acto por el Día de la Lealtad era la última oportunidad que tenía el Gobernador para concretar el ‘operativo clamor’ e intentar su continuidad. Beder no solo se vió obligado a dejarla pasar, sino que emitió un discurso cargado de mensajes para su propia tropa. No va a ser candidato, sabe que va a perder el poder, pero pretende recuperarlo en cuatro años.

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Por julio laboranti

Cuarenta mil personas enfervorizadas, toda la dirigencia peronista en el escenario, el público interrumpiendo su discurso, sin dejarlo terminar con un ensordecedor ‘Beder no se va, Beder no se va…’, fuegos artificiales y marcha peronista interminable sonando de fondo. Seguramente, ese era el escenario que soñó en algún momento el Gobernador para apelar al ‘yo quería respetar la Constitución, pero si el Pueblo me lo pide…’ y justificar su perpetuidad en el poder.

Pero nada de eso pasó. Como sucedió en las elecciones del año pasado, el despilfarro de dinero estatal –con dádivas infinitas inclusive-, no alcanzó. El Día de la Lealtad quedará rápidamente en el olvido, incluso –por el conflicto con la oficialización de listas en la UNLaR- ni si quiera pudo constituirse como el Tema del Día. Por ello, conviene dejar de pensar en potencial y quedarnos con lo que efectivamente sucedió. Tal como lo expresa Julio Martínez, “no hay dudas de que Beder quiere seguir, pero se está dando cuenta que no puede”.

El hecho de que el Gobernador haya sido el único orador del acto fue la primera gran pista: el Bederismo es Beder Herrera, no hay otro político capaz de representar al espacio. Pero las grandes definiciones vinieron con su discurso. Desmenuzándolo, uno puede dilucidar qué tiene en mente el Gobernador para el año electoral venidero y –sobre todo- para los próximos cuatro años.

Dejar el mando sin abandonar el Poder

Beder Herrera fue claro al hablar de ‘cuatro años de transición’. Implícitamente, el Gobernador les está comunicando a sus seguidores que durante los próximos cuatro años su figura perderá la preponderancia que tuvo durante los últimos ocho años. Es sabido que el máximo mandatario es un amante de las encuestas y él sabe mejor que nadie que su espacio no está en condiciones de retener el poder. Lo perderá y solo le queda el consuelo de elegir a manos de quién lo delegará: el radical Julio Martínez o el peronista Ricardo Quintela. 

Más allá de los sondeos que andan dando vuelta en los distintos despachos, hay gestos claves que indican que el bederismo puro no será el encargado de ‘luchar’ contra el radicalismo. A la hora de mencionar a su gran candidato, el Gobernador duda, titubea y hasta olvida sus nombres. Sin definiciones (porque ninguno logra mover el amperímetro en las encuestas), cuando se lo ‘apretó’, Beder esgrimió siete nombres. Pero con increíbles imposiciones; por ejemplo, nombró a Paredes Urquiza, que ya está decidido –y lanzado- a pelear por la Intendencia en Capital.

En el discurso en la Casa de Todos, Beder fue más cuidadoso y no hizo referencia a ninguno de sus ‘supuestos’ candidatos. Por el contrario, enfatizó en que se vienen cuatro años de transición, cuya definición literal nos dice: ‘Acción y resultado de pasar de un estado o modo de ser a otro distinto’. En la cabeza de Gobernador está establecido que se vienen cuatro años de ‘algo distinto’, por eso intenta instalar la idea de ‘transición’, para no quedar desplazado del escenario político riojano.

Quizás, el Doctor tenga pensado algo similar a lo sucedido en Córdoba: en 2007 De la Sota culminaba su segundo mandato consecutivo y ante la imposibilidad de re reelegirse, apoyó la candidatura de Juan Schiaretti. Durante cuatro años reinaron los tironeos e idas y vuelta en la relación, pero se las arregló para conservar gran parte del poder, y en 2011 retornó a la Gobernación. ¿Querrá hacer lo mismo Beder Herrera con Quintela?

Un dato que vale recordar y, seguramente, Beder lo sabe muy bien: en ese juego de poder de De la Sota con Schiaretti de ‘te apoyo pero no tanto para no hacerte muy fuerte’, en la elección de 2007 el peronismo (Schiaretti) estuvo a muy pocos votos de perder la gobernación a manos del carismático Luis Juez. En La Rioja podría suceder algo similar en el ‘respaldo’ del actual gobernador al Intendente capitalino.

Consecuentemente, Ricardo Quintela se refirió a las elecciones y pidió que ‘las reglas sean bien claras’. El Gitano no quiere sufrir como Schiaretti (las denuncias por fraude electoral debilitaron enormemente su primeros años de gestión) y le exige a Beder Herrera que sea ‘honesto’ en su estrategia electoral. Es decir, Quintela está abierto a un acuerdo con el Gobernador, pero –siempre y cuando- quede claro que el enemigo será Julio Martínez, y no ‘compañeros’ del peronismo.

En este sentido, el Intendente cuenta con la ventaja de tener un espacio propio y analizar jugar por afuera del oficialismo. Si el Gobernador no puede ‘ordenar’ a sus funcionarios y garantizar reglas claras, Quintela apelaría al Plan B: conformar un gran frente amplio opositor. Quintela sabe que nadie en el Bederismo (que no sea el propio Beder, claro está) le puede hacer frente, por eso sabe que con ‘reglas claras’, su triunfo en el justicialismo no corre peligro.

Disputa de Poder

Sabiendo que su re reelección es imposible, en el escenario ideal del Gobernador está un gobernador peronista con poco poder durante el período 2015-2019, para concretar su gran vuelta cuando el ‘debilitado’ máximo mandatario abandone la Casa de las Tejas culminando su primer mandato. Siguiendo en este panorama soñado para Beder, el candidato debiera ser uno de los siete nombres que nominó, a los que puede controlar desde afuera sin mayores inconvenientes.

Pero, como ya se dijo más arriba, sabe que a ninguno de ellos le dan los números, dejando como únicos posibles herederos a Ricardo Quintela y Julio Martínez. Por su seguridad jurídica, Beder descarta la opción del radical, que prometió ‘mandarlo preso’ si asume la gobernación. Como resultado, Beder sabe que el próximo Gobernador será el actual Intendente capitalino. Pero, lejos de concluir un período, cuando Quintela asuma el mando de la Casa de las Tejas, comenzará otra disputa: 2019.

Aunque el Intendente ceda los requerimientos de Beder Herrera (presidencia del partido, vicegobernación, presencia en la Legislatura y en el Gabinete), ambos líderes se conocen a la perfección y saben que quien esté al mando se las arreglará para ir quedándose con todo. Tal como lo hizo Beder tras las elecciones del 2011 (a los pocos meses, obligó al Ministro de Salud Q -Juan Carlos ‘Pollo’ Vergara- a renunciar a su cargo), no sorprendería que Quintela haga lo propio con los ‘delfines’ que el actual mandatario les imponga.

En resumidas cuentas, Beder Herrera ya sabe que perderá el control de la Provincia durante los próximos cuatro años. Sin embargo está convencido de que nada terminó; por el contrario, comenzará un nuevo y particular desafío: luchar por no perder todo el poder desde afuera del poder.

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