Rodríguez, hermano María Cecilia, flamante ministra de Seguridad nacional, no sólo era el encargado de distribuir las entradas que correspondían a la barra, sino que bajaba la línea política de Aguilar entre el núcleo duro de la hinchada, muchos de ellos empleados del club.
A pesar de que orgánicamente esa tarea -la distribución de las entradas de cortesía y protocolo- debía recaer sobre el Secretario del club, en aquel entonces Mario Israel, Aguilar confiaba en Rodríguez, acaso más curtido en el arte de tratar con los violentos.
El hermano de la actual ministra de Seguridad kirchnerista era un asiduo concurrente a la confitería Jonathan, ubicada a tres cuadras del Monumental, que solía funcionar como centro de operaciones de la barra, antes del crimen de Gonzalo Acro.
Jonathan fue, entre otras cosas, pieza central de la coartada que intentaron utilizar los hermanos Schlenker durante la causa en la que se los investigó y condenó por el asesinato de su ex compañero.
Hasta allí llegaba Rodríguez para discutir en nombre de Aguilar cuántas entradas correspondían por “protocolo” y cuántas eran para la reventa, uno de los principales negocios de la barra.
El hermano de la ministra solía tener mayor entendimiento con Alan y William Schlenker, lo cual no le impedía cultivar un vínculo sólido con Adrián Rousseau, el otro hombre fuerte de la barra.
De hecho, según relatan testigos presenciales, fueron juntos a la reunión de comisión directiva en la que la oposición a Aguilar intentaba impedir la sospechosa venta de juveniles en junio de 2006. A fuerza de gritos e insultos consiguieron dar vuelta la situación.
Uno de sus últimos actos de patoterismo en nombre de Aguilar ocurrió un tiempo después, en el 2007, cuando le tocó apretar a Daniel Passarella en el vestuario millonario, después de jugar contra Defensor Sporting de Uruguay, por la Copa Sudamericana.
“Jugaron pésimo”, le recriminó Rodríguez, con aires de barra, al técnico de River. Passarella no se quedó atrás y respondió la crítica con insultos. Aguilar tomó partido por el hermano de la hoy ministra de Seguridad.
Todo cambió con la muerte de Acro. Su nombre, como el de tantos otros intermediarios de la política del club, pasó a ser una mala palabra. Aguilar empezó a caer en desgracia y Rodríguez lo acompañó en ese brutal descenso.
Alan Schlenker lo acusó directamente de ser socio de Aguilar y de Rousseau. En público, de hecho, advirtió que por pedido de Rodríguez la facción de Rousseau tajeó las gomas de los autos de los jugadores en un momento deportivo delicado del 2007. A pesar de eso, la Justicia, al menos por ahora, no lo investiga en ninguna de las causas más complejas de la barra.
Con oficina propia durante la gestión de Aguilar, Rodríguez sigue siendo un incondicional del ex presidente, con el cual se reúne a menudo para hablar de fútbol y de política del club. De hecho, se los puede ver compartiendo animadas charlas en The Coffee Store de Melián y Ugarte, en el barrio porteño de Coghlan.
Para no perder la gimnasia, el hermano de la ministra solía asesorar hasta hace no mucho a Gastón Cogorno, ahora ex presidente de Racing, con quien también lo unía una estrecha amistad. En su caso, oficiaba como intermediario de relaciones futboleras.
Oriundo de Flores, Rodríguez se separó y vive en Devoto. Además de su hermana ministra, tiene otras dos hermanas mujeres, María Laura y Mariela.