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Infobae mostró los ‘Cuadernos’ de Julieta

Julieta Magalí Ruiz fue la cabeza de un esquema que llegó a más de 1500 personas en una pequeña ciudad de La Rioja. La venganza con fuego y piedras y el plan para secuestrar a su hermana. En 2016, Julieta Magalí Ruiz, una joven riojana de 18 años, tuvo una idea. Quería poner su propio estudio de danzas en su ciudad natal, Chamical, provincia de La Rioja, a 140 kilómetros de la ciudad capital.

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Julieta entendió rápidamente que conseguir un trabajo y empezar a ahorrar dinero no era la forma más sencilla y rápida de alcanzar sus objetivos. Tras buscar en Internet encontró que había una forma aparentemente más efectiva de ganar plata: reunió a sus familiares y les propuso ingresar en un Telar de la Abundancia que ella misma iba a organizar.

Al principio no le fue mal: consiguió rápidamente más de $150 mil.

Tanto fue el éxito dentro de su círculo íntimo que la oportunidad del negocio comenzó a correr en el pueblo: todos quisieron entrar. Llegaron a participar más de 1500 personas. Algunos incluso ganaron grandes cantidades de dinero.

Luego, el telar se rompió. Casi todos perdieron el dinero depositado. Julieta terminó presa, acusada de estafa. Dejó pruebas, anotaciones.

Hoy, Infobae accede a los cuadernos ocultos de la primera mujer presa en la Argentina por el Telar de la Abundancia, la estafa que golpea a las mujeres de la clase media culta y progresista envuelta en un discurso feminista, con términos como «emociones» y «búsqueda espiritual», con «regalos» en dólares para multiplicarlos mágicamente. La PROCELAC, el organismo de la Procuración a cargo de los fiscales Laura Roteta y Mario Villar dedicado a investigar delitos financieros, ya advirtió en 2016 y semanas atrás en 2019 que el Telar solo puede terminar en una estafa.

Sin embargo, a pesar de las advertencias del Estado, el Telar crece. Se trata de confianza, de sostenerla o de destruirla. Muchos de los vecinos de Ruiz habían confiado en ella y puesto casi todos sus ahorros. Lo que parecía un suceso y un negocio seguro terminó con más de 300 denuncias en la Justicia penal riojana contra la joven que fue acusada por una estafa de más de siete millones de pesos.

Contando: el “telar número 12” en su libro de actas.

Para que el Telar, en ese momento llamado la Flor de la Abundancia, funcione y produzca dividendos había que reclutar. Y reclutar a mucha gente.

«Juntó a la familia y les explicó cómo funcionaba el esquema y los convenció. A pesar de ser gente humilde, hizo que pongan el dinero. Su abuelo es albañil y la mamá vende tortas», cuenta por lo bajo otro vecino de la zona que conoce a los Ruiz.

«Lo que prometía Julieta era que si vos le entregabas $18.000 ella podía llegar a triplicar esa ganancia. Como los propios familiares les decían a sus vecinos que la cosa funcionaba todos querían poner el dinero. Era todo mentira. Cuando el esquema dejó de funcionar todos perdieron sus ahorros», dice a Infobae un vecino de Chamical que a último momento decidió no ingresar.

Según consta en el expediente en base a distintos testimonios en poder de la Justicia riojana, a medida que iban pasando los días, cada vez se sumaban más familiares, incluso algunos que vivían en otras provincias y enviaban su dinero en encomiendas.

Matemática caliente

En pocos meses la joven llegó a recaudar $156.000 con los que finalmente logró alquilar un salón, acondicionarlo y comenzar a dar clases. Hasta llegó a comprarse un pequeño auto.»¿Cómo consiguió Julieta la plata para todo esto?», comenzaron a preguntarse los vecinos de la joven afortunada. El rumor empezó a correr con velocidad.

Al ver el gran interés que había causado su idea, Ruiz organizó reuniones en su casa donde explicaba los por menores del «negocio». La bailarina utilizaba un argumento de venta que a sus vecinos les pareció creíble y les dio la garantía necesaria para darles sus ahorros: un fondo de emergencia, un colchón por si todo salía mal.

«En las famosas reuniones les decía que había formado un fondo de reserva cosa de que si el Telar se rompía iban a recuperar el dinero. Una especia de seguro generado por el mismo telar», cuenta un investigador judicial a cargo del caso. Otra de las excusas para venderles el concepto del Telar a sus conocidas era el «empoderamiento» femenino.
Al poco tiempo ya no eran sólo familiares y algunos vecinos los que participaban. Así, 1500 personas llegaron a los telares: Chamical tiene 12 mil habitantes de acuerdo a datos del censo del INDEC de 2010.

“Recibir el empoderamiento”, un eufemismo para los cobros.

Mientras tanto, la bailarina anotaba absolutamente todos los movimientos en libros de actas.

Hubo historias de éxito, al menos al comienzo.

«Mi vecino por ejemplo cobró dinero y se terminó la casa y otro se hizo un viajecito a Carlos Paz. A mí me convencieron, quería entrar pero la verdad que no tenía la plata y por eso zafé. Pero al ver que todos ganaban plata era difícil no querer entrar», dice el dueño de un puesto de diarios que queda a pocas cuadras de la casa de la familia de Julieta.

No pasaron muchos meses hasta que todo comenzó a derrumbarse. Los preceptos del esquema indican que para que la rueda de dinero siga girando deben incorporarse permanentemente más personas que aporten dinero. Cuando esto deja de suceder, el Telar se trunca y aquellos que pusieron dinero quedan «atrapados» y sin posibilidad de recuperar su aporte. Ni hablar de llegar a la ganancia prometida.

Esto fue lo que sucedió en este caso. Cientos de personas perdieron lo que habían depositado, un total estimado judicialmente en $7 millones de pesos.

Todos apuntaron a Ruiz.

La turba a la hora de la siesta

Primero comenzaron a increparla en la calle para pedirle que le devuelvan su dinero. Por supuesto, esa plata ya no estaba. No existía el fondo de reserva que Ruiz usaba como argumento para sumar gente. La joven de 18 años comenzó a esconderse y refugiarse en su casa. La ira de los vecinos crecía con el correr de los días.

Durante una mañana de mayo de 2016, un grupo de vecinos se juntó en la puerta de la casa de Julieta y comenzaron a apedrearla. Rompieron todos los vidrios y causaron destrozos. Tuvo que intervenir la policía. A los pocos días la situación se tornó insostenible: otros damnificados intentaron prender fuego la casa con la chica y su familia adentro.

Incluso, durante esos días se presentó un hombre en la comisaría de la zona para denunciar que unos 10 vecinos se organizaban para secuestrar a la hermanita menor de Julieta, de tres años, para luego pedir de rescate la plata que habían invertido en el esquema piramidal. Por esa denuncia se inició una causa que, como era de esperar, quedó en la nada.

«La familia de Julieta no tardó mucho en darle la espalda. Se hicieron los desentendidos y la dejaron sola. Tuvo que dejar todas sus actividades y refugiarse en su casa. Estuvo varias semanas sin pisar la calle. Fue tanta la presión que en esos días intentó suicidarse dos veces. Primero tomando pastillas y luego tratando de ahorcarse», dice a Infobae Matías Moyano, abogado de Ruiz.

Más pagos encontrados en las actas de Ruiz.

En paralelo a esto, se presentaron en tribunales tres vecinos que prefirieron dar aviso a las autoridades antes que buscar justicia por mano propia. Así comenzó la investigación penal encabezada por el fiscal Enrique Stoller. Se tomó declaración testimonial a los que se habían presentado y se convocó al resto de los damnificados. En total desfilaron por Tribunales unas 300 personas. Todos los relatos coincidían en señalar que habían sido engañados con la promesa de que si ponían $18.000 les iban a triplicar el dinero.

Sin dudas, para la Justicia, las pruebas más importantes eran los cuadernos, tres libros de actas repletos de anotaciones.

En los registros se ve, por ejemplo, las hojas donde las personas que aportaban el dinero firmaban su consentimiento de que cada uno le estaba entregando $18.000 a aquel que había subido al escalón más alto del telar y le tocaba cobrar: «En el día de la fecha se procede a recibir el empoderamiento la Sra/Sr: XXX XXX. Con la cantidad de $18.333 c/u. Siendo solidario, por obligación deberá dejar (UN) sobre para el capital y otro guardar en su poder para volver a ingresar», dicen los libros de actas.

A pesar de que todos, inclusive la Justicia, apuntaron contra Ruiz queda claro que en muchos de los casos ella funcionaba sólo como organizadora y el dinero pasaba de manos de los nuevos integrantes a los que ya les tocaba cobrar. Este fue un punto central en la investigación y funcionó como argumento de defensa aunque no sirvió de mucho. Luego de analizar los testimonios y las pruebas la Justicia ordenó la detención de la bailarina.

Luego de permanecer prófuga durante varios días, Ruiz fue finalmente detenida el 25 de octubre de 2016. Pasó un día en la alcaidía de Chamical y luego dos en una comisaría de La Rioja hasta que por su delicado estado de salud mental la jueza a cargo de la causa, Adriana Loureiro, decidió otorgarle la prisión domiciliaria y ordenar que se la asista psiquiátricamente .

Julieta podía volver a su casa pero prefirió el exilio. Junto a su madre, su abuela y su pequeña hermanita alquilaron un departamento en La Rioja capital y abandonaron Chamical para siempre.

La joven, que para ese entonces ya había cumplido los 19, estuvo 20 días con prisión domiciliaria hasta que finalmente recibió la excarcelación.

Causa en nada

La jueza Loureiro decidió dictarle la falta de mérito a comienzos de 2017, una decisión fue apelada tanto por la fiscalía como por las distintas querellas. Una vez que llegó a la la Cámara Correccional de Chamical, los jueces del tribunal superior optaron por anular esa medida y ordenar que se continúe con la investigación.

Multiplicación mágica: el reclutamiento llegó a 1500 personas.

Desde ese momento y hasta hoy la causa no tuvo grandes movimientos: «Está bastante parado el expediente. Luego de la decisión de la Cámara se recibieron nuevos testimonios y se incorporó más prueba pero, la verdad, es que no hay muchas novedades», asegura una fuente judicial en La Rioja.

Mientras tanto, Julieta Ruiz intenta rehacer su vida. A pesar de que sigue investigada, está en libertad y puede hacer, en cierta forma, todo lo que quiera. Todo menos volver a su ciudad natal.

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