Pero el ingreso de la mujer al mercado laboral cambió de raíz esa ecuación y, en los hogares bisalariales, las decisiones de gasto y la gestión de ese dinero tendieron a democratizarse.
¿Qué acuerdos hacen las parejas para manejar la plata? ¿Cómo se organizan? ¿Cómo se deciden los gastos? ¿Qué pasa cuando uno gana mucho más que el otro? ¿De quién es el dinero? ¿Es mío el mío y el del otro también? ¿Está mal querer que sea sólo mío algo de lo que yo gano?
“No hay un modelo único, hay casi tantos acuerdos como parejas”, advierte Nora Galán, terapeuta de familia. Los especialistas coinciden en que ese modelo clásico del hombre administrador está en discusión y casi no se aplica en parejas donde los dos son proveedores.
“Hay una tendencia a la equidad, especialmente en las parejas jóvenes con estudios: si trabajan los dos, se democratizan mucho las relaciones de pareja”, apunta Mónica Ghirardi, directora del programa Estructuras y Estrategias Familiares, del Ciecs (Conicet).
Modelos varios. Las investigadoras Carolyn Vogler y Ene Pahl identificaron, en su libro El dinero, el poder y la desigualdad en el matrimonio, cinco modelos de gestión: el dinero es común y hombre y mujer lo administran en conjunto; el dinero es común, pero administrado por el hombre; el dinero es común, pero administrado íntegramente por la mujer; la mujer administra sólo la parte asignada al funcionamiento del hogar y el hombre dispone del resto, y, en último caso, cada uno administra lo suyo de manera autónoma y cada uno se hace cargo de diferentes gastos.
Este último modelo, poco habitual, suele ser adoptado por las parejas en las que la mujer gana tanto o más que el marido. Por supuesto que el monto del salario influye.
Sandra Dema Moreno, licenciada en Derecho y Doctora en Estudios de la Mujer por la Universidad de Oviedo (España), estudió las relaciones de poder en el ámbito privado y detectó que, en los hogares de bajos ingresos, la mujer es siempre la administradora porque, con esto, asume la responsabilidad de gestionar la escasez, evitándole de paso el “bochorno” al hombre por proveer recursos insuficientes.
Moreno identifica un “estilo emergente” de parejas que tienden al equilibrio, con hombres y mujeres que comparten un ideal de género igualitario y mujeres que logran construir su autonomía también en las relaciones íntimas.
En el otro extremo, están las parejas que comparten el ideal de género tradicional: cada uno asume su rol, el marido tiene el poder y eso no genera conflicto. En el medio, están las que tienen un ideal más o menos igualitario, pero que les cuesta llevarlo a la práctica.
¿Por qué? Porque la mujer gana menos y entonces el otro ocupa un lugar de poder, por el miedo a la ruptura o por el mandato social de reconocer la masculinidad del varón.
Parejas de hoy. Entre las parejas bisalariales, la modalidad más extendida hoy está en considerar el dinero como propiedad común, con independencia de quién lo gane. Cuando hay un proyecto de vida en pareja, con hijos comunes, se da por supuesto que ese dinero es común.
Pero en la práctica, a veces, eso no funciona porque la gestión de ese dinero no es realmente compartida o porque uno quiere gastar en una cosa y el otro no.
El manejo de la plata requiere siempre de un acuerdo. “Pero hay que explicitarlo, a veces las parejas piensan que están de acuerdo y no es así”, recomienda la terapeuta Galán. “También hay que ir revisándolo, en función de las nuevas realidades que van viviendo las parejas”, agrega.
El juez de familia Gabriel Tavip asegura que, en los casos de los matrimonios que llegan al divorcio, aparece el tema del dinero, aunque por lo general no es la causa exclusiva de la ruptura.
“Para eso se invoca el abandono, el maltrato, el adulterio, pero también aparece, a veces, esto de que el hombre ‘deja sólo 20 pesos para la comida’”. Y cita un caso reciente en el que la madre alegó que el marido hace un año dejó de darle dinero y que la acusaba, delante de los hijos, de gastar mal y no saber administrarse.
La camarista María Virginia Bertoldi de Fourcade asegura que en muchas parejas “la violencia económica es un mecanismo de dominación y poder” y que, por esto, la forma de neutralizar la violencia pasa por capacitar a la mujer para ser sostén del hogar.
Por eso, los especialistas consideran que lo más sano es hablar. “Si la pareja decide que uno de los dos afronte la mayoría de los gastos, la decisión es de ambos y esto no le da derecho al que paga a pretender que el otro se someta a sus caprichos”, recomienda Nicolás Litvinoff, economista y director de estudinero.net
Consejos para parejas
Especialista. El economista y director del portal www.estudinero.net apunta algunas recomendaciones prácticas:
Hablar. Por temor a quedar como avaro, materialista o hasta como un gastador irresponsable, a veces elegimos el camino del silencio, pero el tema monetario puede terminar explotando en algún momento. Hay que agendar al menos un día por mes para consensuar gastos e ingresos mensuales, objetivos de ahorro, etcétera.
No desestimar la división de gastos. Hay diferentes modalidades para abordar el tema de los gastos: los puede asumir el que tiene más, se pueden dividir según la proporción de cada uno en el ingreso total o se puede armar un “pozo común” para los gastos, en donde ambas partes aporten la misma cantidad y se vaya sacando según las necesidades. Lo que se desaconseja es creer que este tema es irrelevante y que, por ejemplo, “paga el que tiene en ese momento”.
No mentir. Una actitud muy “popular” en una relación es ocultar las compras onerosas realizadas para que el otro no se enoje o decir que salió 300 cuando costó 600. Se debería resolver de antemano a partir de qué monto es importante que el otro esté al tanto del gasto.
Acordar el suministro a los hijos. Uno puede pensar que lo mejor es recompensarlos por buenas notas o comportamiento, mientras que el otro podría creer que lo mejor es que el padre se ocupe de los gastos extraordinarios (cumpleaños, Reyes Magos, Día del Niño), mientras que la madre lo haga con los cotidianos. Hay familias que dan sumas fijas de manera semanal o mensual. Lo importante es no enviar mensajes contradictorios y ponerse de acuerdo.
Evaluar el esquema de “las tres cuentas”. Con esta modalidad, cada integrante conserva su cuenta bancaria individual y, además, se abre una cuenta conjunta en donde ambos hacen aportes destinados a gastos comunes. Es una buena opción para que cada uno pueda mantener su autonomía monetaria y al mismo tiempo trabajar sobre proyectos conjuntos.
5 modelos de gestión del dinero en las familias
Estudio. Las investigadoras Carolyn Vogler y Ene Pahl describen en su libro cinco tipos de administración del dinero. La moda entre las parejas bisalariales es considerar el dinero como un bien común.
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