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Experto en nuerociencias asegura que «los que hacen Dieta tienden a ser más infieles»

El bestseller de las neurociencias habló de su segundo libro, En Cambio; sobre la voluntad como una pila que se gasta; explica por qué el cerebro se resiste a cambiar, pero ofrece estrategias para lograrlo. Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, se convirtió en un comunicador de las neurociencias.

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No es la primera vez que trabaja, incluso, mientras almuerza. Hace dos fines de semana estuvo en la mesa de Mirtha Legrand promocionando su libro En cambio (Sudamericana). El bestseller de las neurociencias, el doctor en Biología Molecular Estanislao Bachrach aceptó la invitación por sugerencia de su mujer. De ser por él, se abstenía. «En la mesa mi chip fue: ‘Vengo a trabajar. Esto es un laburo’. Estaba muy atento a la conversación por si me incluían», dice. «Estuvo okey». Esta vez el que convoca a la hora del almuerzo es él.

Bachrach está al frente de una consultora internacional en temas de creatividad, innovación y cambio. Su mañana incluyó dos charlas en Vicente López, una en un colegio y la otra en las oficinas de Disney Argentina. Dirá luego que en sus disertaciones habló de que no se enseña nada sobre emociones, por eso no entendemos lo que nos pasa ni por qué nos pasa. Llega a la entrevista media hora antes del horario convenido. Elige una mesa contra el ventanal, la luz del mediodía destella sobre la madera rústica, su Mac luce aún más plateada. «Gracias por venir», dice. Sigue uno de los consejos que expone en su segundo libro. «Aquellos que agradecen reportan una vida de mayor bienestar y además son mucho más optimistas», dice en el libro, y explica que perdonar, agradecer y reír estimulan el sistema inmune, bajan la presión arterial y reducen la ansiedad y la depresión.

– ¿Su libro de neurociencia tiene algo de autoayuda?

– Yo dejo que la gente categorice y etiquete al libro como tenga ganas. Es una cuestión más de los libreros y de la editorial y de estas ganas de los seres humanos de categorizar las cosas. ¿Es de autoayuda? Sí, ¿y? Es un libro escrito con pasión, con mucho estudio, muchos años de preparación. Si a la gente la ayudó en algo, soy feliz.

– Ágilmentees un bestseller; En cambio también lidera las ventas: ¿Masificar algo no lo torna más vulgar?

– Sí, lo sé, pero no me interesa. Una de las grandes cosas que he cambiado es la mirada del otro sobre mí. No me molesta, no me importa. Antes estaba muy pendiente. Conozco mi trabajo, me apasiona, me equivoco como todo el mundo. No me importa lo que digan los demás.

La voz de Leonard Cohen interpretando Everybody knowsinstala en el ambiente un tono de cierto pesimismo que contrasta con el ánimo siempre fresco del científico más mediático de la Argentina.

La clave para cambiar es el autoconocimiento, sostiene Bachrach. Foto: LA NACION / Ezequiel Muñoz
– ¿Cuánto se puede cambiar pese a lo que nos haya tocado en el reparto genético?

– Nadie puede saber cuánto. Algunos pueden cambiar más, otros menos. Lo importante es que es posible. Ahora si vos te ponés la vara: ‘quiero ser como Leonardo Da Vinci, o como Einstein’ vas a estar complicado porque todo el tiempo vas a estar frustrándote. Si te ponés la vara muy baja tampoco te sirve porque te aburre. La clave, el libro apunta a eso, es primero conocerse y ponerse la vara que te desafíe en la medida justa. Eso mantiene al cerebro sano y desafiado.

– ¿Cuál es el riesgo de frustrarse?

– Hay que trabajar la frustración. Porque uno trata de evitar el dolor, las emociones negativas, pero eso no se puede evitar. Lo que se puede hacer es entenderlas y ver en ellas una oportunidad para un cambio.

– ¿Por qué dice en el libro que es parte de nuestra naturaleza resistirse al cambio?

– El cerebro es un órgano que tiende a la homeostasis, que tiende a repetir lo aprendido para no correr riesgos. En la época en que el cerebro se formó, hace cien mil años, correr un riesgo era peligro de muerte. Hoy no. La mente puede decirle: pará, no hay más leopardos, ¿cuál es el problema de que empieces guitarra? ¿De que te vaya mal, de que no seas bueno, de que te aburras? Si no probás, no vas a saber nunca si te gusta la guitarra. Antes probar era quizá arriesgarse a un leopardo. Sin embargo, los que arriesgaban eran los que nos permitían avanzar como generación.

En nuestra sociedad, sólo el 15% prueba algo. Los demás siguen en la misma. Y no está mal, cada uno elige
– ¿Qué pasa cuando se amenaza el ‘Este soy yo’?

– Esto tiene que ver con el autoconocimiento. Hoy soy así, ¿pero no puedo ser un poco distinto mañana? ¿Cuál es el problema? El cerebro trata de que no porque busca congruencia, homogeneidad, poco riesgo, poco dolor. Y dentro de la queja, la queja argentina es tremenda, hay placer, hay comodidad. Para salir de la queja tenés que incomodarte. En nuestra sociedad, sólo el 15% prueba algo. Los demás siguen en la misma. Y no está mal, cada uno elige.

– ¿Cuánto de lo que queremos cambiar se lo debemos a la crianza?

– Los estudios señalan que muchísimo. La crianza de los primeros años de vida, no sólo de los padres. La gran mayoría de los patrones dominantes de comportamiento, los hábitos, las rutinas se fortalecen ahí. Tienen que ver con la búsqueda del alivio instantánea. El cerebro puede querer gritar, ponerse triste, comerse un kilo de helado, empujar al hermanito. Cuando esos patrones se van estableciendo de modo inconsciente.¿por qué uno le grita a la esposa o al jefe? Probablemente venga de aquellos hábitos. Lo que a mí me importa es que, más allá de donde venga, se puede reemplazar por otro cableado; el tema es que cuesta trabajo.

El lugar se va colmando de gente. Se oyen ruidos a cubiertos. El rumor de las voces. Hay música de fondo. Algunos entran y luego vuelven a salir decididos a comer al sol, protegidos de sombrillas. «¿Almorzamos? Yo me voy a comer una ensalada en un rato», dice.

Bachrach insiste en que es posible cambiar el cerebro si se modifican pensamientos y emociones. Foto: LA NACION / Ezequiel Muñoz
– ¿Cómo es que la mente puede cambiar al cerebro?

Bachrach escucha la pregunta y con espontaneidad se asume docente. «¿Cuál es la diferencia?», indaga él y da vuelta los roles. Se complace con la respuesta. «Leíste el libro». Y se explaya luego en la respuesta: «El cerebro son las neuronas, lo tocás. La mente son los pensamientos y las emociones». Da leves golpes sobre la mesa como reafirmando los conceptos.

«Si vos pensás siempre en negativo, con pesimismo, todo es triste, gris, tu cerebro cada vez va a ser más pesimista. Ahora si vos empezás a pensar al revés, con mucho esfuerzo, porque venís de 30 años de pesimismo, empezás a buscar las cosas positivas esto va transformando de manera literal la geografía de tu cerebro. Con la calidad y la cantidad de nuevos pensamientos vas reconstruyendo la arquitectura de tu cerebro. Nuevos cables es un nuevo cerebro. Si vos andás todos los días por los mismos cables el cerebro no cambia. Eso nos hace muy eficientes. Muy. Me equivoco poco, sobrevivo todos los días, más o menos me mantengo, respeto el laburo. El tema es cuando uno quiere pasar esa eficiencia, ser mejor en algo, más feliz.

Se acerca la moza. Bachrach le pregunta: «¿Te puedo pedir una ensalada? ¿Se le puede agregar tomate? ¿O está prohibido? Si está prohibido llamo a Moreno. ¿Estás nerviosa?». Ella niega con la cabeza y se va con el pedido en mente.

– ¿Por qué es importante hablarnos a nosotros mismos en términos positivos?

– Son varias razones. Hay estudios que indican que cuando más negativo te hablás menos se aprende. Se ve por resonancia que cuando vos te criticás, se iluminan áreas del cerebro como si estuvieras en una prisión, áreas de alarma con vos mismo. Todo lo contrario de hacer cosas nuevas, animarte, salir adelante. Y por otra parte, cuanto más en negativo te hablás, más negativo vas a ser. Como dijimos, la calidad de pensamiento alimenta a tu cerebro, va generando surcos. La frase es: ‘Si vos creés que hay mucho miedo, vas a encontrar miedo. Si vos creés que es todo negro, vas a encontrar todo negro’.

APLAZOS COMO OPORTUNIDADES

– En estos días se discute sobre aplazos sí o no; los aplazos son una mirada negativa sobre uno: ¿Cómo afectan al cerebro?

– No se puede generalizar eso. El aplazo es una señal de alerta. Pero son espacios de aprendizaje, no de fracaso. Un aplazo no es algo negativo. Es una alerta para decir: a esto lo estoy haciendo mal, qué puedo hacer, qué me motiva para mejorar. Es negativo si luego de un aplazo nadie ayuda a ese nene a mejorar. Ahí sí es negativo y se irá grabando en el cerebro.

– Pensaba también en la violencia; las personas que consumen muchas noticias policiales ¿despiertan en su cerebro más violencia?

– Hace cien mil años, cuando el cerebro se terminó de formar, si vos ibas caminando y sentías un ruido estrepitoso y no mirabas, por ahí se te caía algo encima. El cerebro aprendió que frente a lo negativo, a lo violento, al miedo, lo primero que tenés que hacer es prestar mucha atención. ¿Por qué cuando hay un choque en la ruta todo el mundo mira? Porque aprendimos que cuando pasa algo que podría ser muy grave tenemos que mirar para protegernos. A ver qué me puede pasar a mí. Nos llama mucho más la atención lo negativo que lo positivo. Por eso en los noticieros hay mucho más rating cuando las noticias son malas que cuando son buenas.

– ¿Vio Relatos salvajes?

– La vi, me fascina. Almorcé con [Damián] Szifron el sábado. Es un genio.

– ¿Por qué cree que mucha gente se identificó con esa violencia?

– A todos nos pasa que las emociones negativas como las de Relatos salvajes van en aumento si vos no hacés nada para detenerlas. Por ejemplo, vos podés tener bronca, enojo y después ira. Esos se llaman espirales negativos. Todos nos encontramos en algún momento, nos sentimos identificados con algunas de las situaciones de la película porque las emociones nos hacen humanos.

A todos nos pasa que las emociones negativas como las de Relatos salvajes van en aumento si vos no hacés nada para detenerlas
Llega la moza con el pedido. «¿Estás bien? ¿Segura? No sé, te veo como estresada, triste», le señala él. Ella tiende el mantel de papel, algo inquieta: «No, no. ¿Por qué? No, triste no». Y se aleja. «Está estresada. Se contestó sola, ¿viste?».

– ¿Por qué los que creen tener más voluntad para cambiar terminan fracasando antes?

– Conozco experimentos que muestran, por ejemplo, a gente que quiere dejar de fumar. Están tan convencidos de poder lograrlo que se someten a más estímulos y, como la voluntad es como una pila que se va gastando, en algún momento vuelven a fumar. Eso se mide. Hay ejercicios para entrenar la voluntad. Lo importante es saber cuándo la estás usando. Por ejemplo, yo ahora me pedí una ensalada en lugar de una hamburguesa, que acá las hacen riquísimas. Estoy usando voluntad fuerte. Así es que hoy a la tarde la voy a tener más bajita. Hay experimentos que señalan que la gente que hace mucha dieta es más infiel. Porque tiene gran voluntad para no comer, pero mucho menos para pasar otras tentaciones. [Se ríe]

Hay experimentos que señalan que la gente que hace mucha dieta es más infiel. Porque tiene gran voluntad para no comer, pero mucho menos para pasar otras tentaciones.
La conversación continúa recorriendo los mapas que trazan los cerebros: por qué el miedo y la amenaza interfieren en el cambio, lo imposible de cambiar cuando alguien está estresado, la importancia de tomarse una pausa antes de reaccionar sin pensar. Su libro, de más de 400 páginas, que incluye ejercicios para conocerse mejor, despierta miles de interrogantes que Bachrach responde casi con el mismo entusiasmo que hace una hora. Sobre el final, habla de su gran sueño: escribir ficción. Adelanta que el próximo libro será una novela bastante personal que tiene que ver con su abuelo, con la dictadura, con el nazismo, con muertes, con espías y con Harvard, en EE.UU, donde él enseñó e investigó durante cinco años antes de cambiar y volver.

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