Juan José Aranguren es un fiel exponente de la clase que nos gobierna. Empresario petrolero (CEO de Shell), fue elegido ministro de Energía. Desde que asumió no hizo más que tomar medidas en favor de las empresas eléctricas, petroleras y de servicios “públicos”.
Pero esta semana decidió ejecutar con una increíble eficacia y cinismo la tarea que le fue encomendada: aumentó un 40% el gas, que ya había sufrido un tarifazo, y reconoció que tiene la mayor parte de su fortuna en el exterior: $ 27,6 millones en Holanda y $ 60,3 millones en los Estados Unidos.
Si tenemos en cuenta que la garrafa social de 10 kg cuesta 185 pesos desde diciembre, podríamos decir que con el dinero que “fugó” el ministro, equivale al monto de casi 480 mil garrafas sociales. Un número nada despreciable, más cuando ya arrancaron algunos días fríos y las primeras gripes. Una familia tipo usa por mes 4 al menos, entre cocinar y calefaccionar el hogar.
En la Argentina la “pobreza energética” viene en aumento. O sea, son cada vez más los argentinos que tiene que dedicar buena parte de sus ingresos a cubrir esos servicios básicos, o no tienen accesos a las redes de gas por ejemplo. Según el último informe, en el Gran Buenos Aires el 52,57% de la población se encuentra en situación de pobreza energética, y alrededor de un 20% tiene pobreza energética severa, o sea que gastan todavía más dinero o dejan de consumir ciertos servicios.
Está claro que Cambiemos es un gobierno de ricos que gobierna para los ricos. Aunque el pueblo trabajador se congele o pase hambre.