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Mensaje navideño del Obispo

En una extensa entrevista con el diario Nueva Rioja en vísperas de Navidad, el titular de la diócesis riojana volvió a apuntar contra la dádiva de algunos sectores políticos. El rol de la Iglesia, la tarea de Francisco en el Vaticano, los procesos de cambio en el seno de la sociedad y el futuro político de la Provincia en la mirada y el análisis del hombre que propone la continuidad del legado de Angelelli.

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Marcelo Colombo fue designado por el Papa Francisco como obispo de La Rioja el 9 de julio de 2013 y asumió sus funciones en septiembre del mismo año, generando una fuerte expectativa en todo el seno de la comunidad católica riojana. Desde su arribo a la Provincia, y hasta la fecha, el ex obispo de Orán (Salta) viene trabajando intensamente y a la par de los fieles que aguardan de la Iglesia riojana un fuerte compromiso con las problemáticas diarias. Por aquellos tiempos, los medios daban cuenta de la personalidad de Colombo, a quien sintéticamente definían como un “defensor del medio ambiente y admirador de Angelelli”. Desde ese punto de partida, Colombo es hoy un activo analista de la realidad local, a la que palpa desde el compromiso y el involucramiento personal. En un extenso diálogo con NUEVA RIOJA, la cabeza visible y presente de la Iglesia riojana brindó gentilmente sus reflexiones en vísperas de Navidad.
– ¿Cuál es la radiografía que realizó de La Rioja desde su llegada?
– Me encontré con una Provincia que tiene un pueblo maravilloso y no es esta una frase de ocasión, sino la constatación en cada parroquia, en cada pueblito, en cada ciudad; me encontré con un pueblo con una capacidad de recibir al obispo, al hombre de Dios, al pastor. Eso es verdaderamente muy edificante para mí. Lo otro que me llama la atención es que hay siempre una gran celeridad y velocidad en los procesos; siempre hay acontecimientos y uno tiene que expresarse sobre esos acontecimientos, lo que significa una gran demanda, en la realidad, de respuestas. La Iglesia forma parte de la sociedad y busca servir a los hombres ofreciéndoles caminos de realización, de promoción.
– Usted hablaba de una demanda importante por parte de la sociedad. ¿Cómo encontró en aquel momento a la Diócesis en relación a esas demandas?
– No tuve ocasión de hacer un relevamiento de cómo encontré a Diócesis en aquel momento. Me puse enseguida a trabajar desde mí propia perspectiva en relación con los sacerdotes y buscando en ellos el consejo, la iluminación. Las circunstancias nos han pedido que seamos personas abiertas al desafío y que lo asumamos con realismo y con entrega. Cuando llegué me dí cuenta que de mí se esperaba mucho y tenía que responder en la medida de mis posibilidades a esas expectativas que son importantes. Por este despacho han pasado numerosas personalidades, grupos importantes, sindicatos, actores sociales, dramas humanos que hacen a la situación histórica concreta, situaciones que piden de parte de la Iglesia no sólo la solidaridad, sino el compromiso de buscar Justicia.
– ¿Estas demandas se pueden relacionar con cierta distancia entre la Iglesia y la sociedad en aquel momento?
– Creo que la realidad impone esas demandas y la Iglesia riojana siempre se ha caracterizado por una cercanía con la sociedad. En mi caso me he sentido particularmente invitado, porque por mi personalidad soy de comprometerme y de sentirme involucrado y creo que ha sido muy positivo para mí; yo mismo he crecido mucho en el conocimiento de esta realidad riojana, distinta a la que yo venía en Orán (Salta), o en Quilmes (Buenos Aires). Creo, por los efectos, por los ecos, que ha sido muy favorable este involucramiento de nuestra Iglesia en distintas situaciones, ya que en todos los casos siempre ha sido para iluminar, nunca para poner trabas o para perjudicar a nadie.
– ¿Eso se ve reflejado en el proceso inverso, en el acercamiento de la gente hacia la Iglesia?
– En La Rioja siempre la gente está cerca de la Iglesia, porque todos formamos parte de una misma sociedad y hay una interacción muy grande. Conmigo percibo una gran receptividad. Hay una relación de mucha naturalidad. Para la gente, además de obispo soy vecino, soy una persona que está cerca, ellos lo sienten así y me lo transmiten.
– ¿Eso tiene que ver con una modificación en las formas a partir de la llegada de Francisco al Vaticano?
A nivel Iglesia universal ciertamente Francisco ha traducido en gestos de mayor cercanía todo lo que puede ser el trabajo de pastoreo. Lo grato es que el Papa confirme con su propia gestualidad y su propia forma de ser, lo que para uno era ya una forma de vida.
– Usted habló siempre de la figura de Angelelli y de continuar con su legado, ¿qué significa esto en la práctica?
– Fundamentalmente a nivel interno y eclesial, significa asumir la renovación de la Iglesia como una conversión permanente al estilo de vida de Jesús y a sus palabras y gestos. El Concilio Vaticano Segundo fue eso para la Iglesia en los años ‘60 y está pendiente todavía una mayor eficacia de esas propuestas. Eso Angelelli lo vio claro y fue probablemente uno de los motivos por el cual se lo eliminó. Es decir, su identificación con la renovación de la Iglesia, una Iglesia cercana a los pobres y consustanciada desde su visión, libre de cualquier atadura.
– ¿Hay alguna demanda puntual del riojano en relación a Angelelli y con respecto a usted?
– Las generaciones van cambiando; de hecho muy poquitos sacerdotes quedan de ese tiempo. En aquel momento se daban ciertas situaciones que hoy ya no están tan vigentes, inclusive hasta el mismo clero era muy numeroso. Lo que existe, sí, es una vocación de todos los cristianos de trabajar en una línea de Iglesia comprometida con la realidad y creo que eso lo estamos llevando adelante. Cuando lo puntual te aleja de la realidad no es una buena señal, aparecería como una distorsión; Jesús se encarnó, no se alejó de la realidad. Por eso lo nuestro es hacer lo de Jesús: acercarnos a la realidad para poner nuestro aporte y transformarla.
– Usted se involucró mucho en todo el proceso judicial en torno a Angelelli, ¿lo ha vivido a esto como una reivindicación?
– Nuestro compromiso era con la verdad y buscamos, de parte mía, toda la domumentación que pudiera servir. El compromiso con la verdad de esta Iglesia, que había comenzado con monseñor (Roberto) Rodríguez, conmigo se continuó y se profundizó. Inclusive le pedí al Papa si tenía documentación que me pudiera enviar y enseguida nos respondió y pudimos ofrecer a último momento unos textos que fueron por demás elocuentes sobre el estado de persecución que vivía la Iglesia riojana y también la situación personal de Angelelli, puesto bajo amenaza.
– Pero ese compromiso con la verdad va más allá de la cuestión Angelelli…
– Claro. Nosotros en general, todo lo que hacemos, somos conscientes que tiene una dimensión pública y entonces queremos ser fieles a esa vocación pública de la Iglesia poniendo nuestro granito de arena, nuestra contribución para la sociedad, sea el caso Angelelli, sea el caso de los curas, sea el caso de Wenceslao Pedernera, que han sido asesinados.
– ¿Hoy podemos hablar de una realidad completamente diferente?
– Estamos celebrando los 30 años del Nunca Más riojano, de manera que estamos a 40 años de aquella época, y gracias a Dios la sociedad argentina ha crecido. Hay cosas que son irrenunciables, que ya están adquiridas para la sociedad. De todos modos siempre tenemos que estar pendientes de no incurrir en comportamientos autoritarios y esto tiene que ver con el ejercicio de la autoridad tanto en la Iglesia como en la sociedad.
– Se hace evidente que el discurso del Papa y el trabajo que viene realizando está teniendo su efecto. ¿Cómo evalúa ese trabajo? ¿Lo sorprendió en algún punto, o era lo que esperaba de Francisco?
– Siempre se ha destacado por ser un hombre de gobierno. Esto es mucho en la Iglesia porque implica un conocimiento exacto de la función para la cual se lo ha puesto y esta consciencia de la misión para la que uno ha sido elegido es clave. Es un hombre que en esa gestión de gobierno no sólo dice, sino que también actúa. Los pasos que da son tan firmes, tan seguros que nos da mucha tranquilidad. No son pasos teóricos, de laboratorio, son los pasos de un hombre que ha probado con su propia vida que por acá es el camino. Y además ha llevado un impulso latinoamericano y argentino a la Iglesia que no es para nada desdeñable, al contrario.
– ¿Es a partir de esto que se puede hablar de una modernización de la Iglesia?
– Evidentemente, el Concilio Vaticano Segundo fue el gran fenómeno que puso a la Iglesia de frente a los temas modernos. Hacerse cargo de eso es a lo que el Papa de alguna manera está invitándonos con sus gestos, con sus palabras. Creo que una Iglesia servidora, una Iglesia a la altura del desafío de la historia es lo que corresponde. Nosotros tenemos un mensaje que no tiene fecha de vencimiento, que no nos pertenece a nosotros, que viene de parte de Dios. Lo nuestro es ser testigos de ese mensaje y presentarlo de forma comprensible para los hombres de hoy.
– A partir de ese mensaje que ha sabido captar problemáticas actuales, ¿cuál es su visión en torno al proceso que está viviendo Argentina, por ejemplo, luego de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario?
– En realidad el Papa lo que hace es invitar a una reflexión de la Iglesia universal sobre los temas. No hay una modificación de la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio, sobre la familia. Lo que hay, sí, es el reconocimiento de una realidad, una apertura y el deseo de llegar también a esos corazones que son el corazón de nuestra gente; no son personas de otro mundo. Creo que el respeto de los documentos últimos hacia las distintas situaciones personales no hace vacilar en la doctrina, sino que confirma fundamentalmente una primera constatación que Cristo vino para todos.
– ¿Qué repercusión considera usted que tuvo la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario en La Rioja?
– No tengo una idea precisa. Algunos matrimonios sé que se han registrado, pero no podría decir más que eso. Creo, sí, que había cosas de la sociedad que se han ido poniendo más de manifiesto a partir de esta Ley.
– ¿La Iglesia riojana está abierta a recibir a estas personas?
– A recibir a las personas como tales sí; la doctrina de la Iglesia no ha cambiado en este sentido; la Iglesia siempre está dispuesta a recibir a toda la sociedad.
– ¿Y en relación al aborto?
– La iglesia siempre ha sido profunda en esto, nosotros no podemos cambiar la doctrina sobre la vida. Lo que sí, en esto hay que trabajar mucho en la concientización de los jóvenes para que sepan lo que significa ser portadores de vida. La Iglesia no va a a cambiar en esto. Lo que no existe por parte de la Iglesia es la condena de las personas concretas, sino por el contrario, es decir, animar a esas personas a reconciliarse con lo que ha sucedido si ya pasó, o a tomar distancia de la tentación de poder caer en esa situación que deja secuelas muy grandes en el corazón y en el espíritu. Y también denunciar. Muchas veces hay una gran hipocresía social, que mira para otro lado o que se raja las vestiduras, pero no sabe acompañar. Hay muchas personas que están en contra del aborto, pero cuando les llega la situación de un familiar tienen una actitud muy ambigua. La vida siempre tiene para nosotros una palabra fuerte de protección, de cuidado y que la verdad acompañe a las personas. No se puede estar a favor de la vida y después tener comportamientos inclusive antisociales. No se puede estar en contra del aborto y después cerrar los ojos a las whiskerías, al uso de los chicos para trabajos infantiles o al tráfico de personas con destino a ventas de órganos. El mensaje del Papa es claro: no esclavos, sino hermanos.
– ¿Y por donde pasa la concientización a la que usted hace referencia?
– Creo que por la función pedagógica de la Iglesia, los grupos juveniles, las reuniones de matrimonio, las homilías y también las gestiones concretas. Lo nuestro es acompañar a una sociedad en el camino de más humanidad y esto significa una sociedad verdaderamente consciente de los más pobres, de los frágiles, y que los sostenga.
– ¿Y la educación religiosa en las escuelas, la educación sexual?
– En el caso de los colegios confesionales, lo que tenemos es enseñanza religiosa como parte de la presentación del proyecto educativo cristiano. Dentro de eso está todo lo que tiene que ver con la presentación de un hombre integral. Una sexualidad que quede reducida a genitalidad, o a controles preventivos de la natalidad, o a mensajes distorsionados o ambiguos sobre la sexualidad, no sería para nosotros viable. Por eso creemos que el proyecto de transmisión de cualquiera de estos conceptos tiene que estar vinculado a nuestro propio proyecto educativo, que es fundamentalmente el de una unidad de la persona, de no distorsionar, de no generar un modelo de hombre o mujer que sean cosificables.
– Es una lucha permanente entre lo que los jóvenes reciben desde los medios de comunicación, las redes sociales y una formación humana trascendente…
– Sí, que no tiene que ser ingenua ni ajena a lo que les está pasando a los jóvenes. No se puede desconocer nunca el valor de la riqueza que hay que transmitirles. Yo me imagino un Jesús joven, hablándole a los jóvenes de su tiempo con un mensaje de una gran apertura a la vida, al amor, a la entrega.
– ¿Y el rol del Estado en todo esto?
– Bueno, la sociedad delega en el Estado una gestión de conducción. Creo que en el caso de La Rioja, el Estado siempre ha sido muy respetuoso del parecer de la Iglesia y siempre se ha trabajado en la línea de conciliar, armonizar lo que pueden ser las políticas públicas con esta identificación del riojano con un pensamiento social cristiano.

Proceso político 2015
“Estamos ante un cambio de generación”
– ¿Qué evaluación hace del proceso político que se viene dando en la Provincia?
– Me parece que estamos ante una época en la que se está produciendo un cambio de generación que se traduce en ansiedades que pueden ser prematuras, porque nos queda un largo año, pero también en la decisión de transitar canales democráticos, internas partidarias, la búsqueda de consensos de distintos sectores, lo que me parece un signo muy favorable. Lo que veo, no obstante, es que la sociedad tiene otros requerimientos que son importantes. Yo volvería sobre el espíritu de aquella carta que junto a los sacerdotes escribimos el 30 de octubre (2013) donde hablábamos de reivindicar la dignidad de lo político y evitar caer en prácticas clientelares, tener de rehenes a sectores de la población con planes o proyectos; hablábamos de las dádivas. En ese momento ese pronunciamiento mereció un comentario favorable de algunos dirigentes y otros se hicieron los distraídos, o se enojaron. La verdad que era simplemente poner la atención sobre un fenómeno que habían sido las elecciones Legislativas y buscar superar eso para no postrar a la gente, además, en situaciones de agravio moral. Cuando alguien tiene que vender su voto, o alguien tiene que ponerle precio a su voto me parece que le quita dignidad.
– ¿Espera que sea diferente la próxima elección en ese sentido?
– Yo tengo la esperanza de que así sea. De parte nuestra, como Iglesia, queremos estar muy atentos. Vamos a contribuir desde nuestro lugar, que no es el del protagonismo partidario o la identificación con ningún dirigente, sino una dimensión preventiva de lo que puedan llegar a ser prácticas que se desligan del espíritu democrático de la sociedad. Y sobre todo desde lo pedagógico. La Iglesia en este sentido es maestra, no en nombre propio, sino en nombre de Cristo, de un modelo de convivencia social donde todos sean importantes.
– ¿Cómo espera o desea que sea el próximo gobierno en relación a las problemáticas de la gente?
– Me parece que hay que trabajar en función de robustecer las dimensiones institucionales; que queden menos a expensas de personalidades individuales, y más en cuanto al trabajo de grupos, de equipos; el tema de los equipos de trabajo, la continuidad más allá de las personas. Cualquiera sea el partido que gane, espero que se pueda trabajar en una dimensión mas duradera, más de largo plazo, no sólo en La Rioja, sino en el país mismo.

Toma universitaria
“Hay una referencia de respeto a lo que ha sucedido”
– En un plano más general y hablando del compromiso de la Iglesia con la sociedad, a usted le ha tocado atravesar fenómenos sociales muy fuertes como el de la UNLaR. ¿Cómo los vivió?
– Yo llegué después de la situación de la minería y felizmente ya se había retirado ese proyecto. Lo que me preocupó fue la división de la sociedad y la necesidad de que esa sociedad vuelva a su cause. En ese sentido me parece que hay una deuda de algunos actores para deponer esa beligerancia. La causa del medio ambiente, la causa de la salud son irrenunciables y nosotros como cristianos no podemos aflojar en eso. Con respecto a la UNLaR fue la primera demanda, cuando llegué, de una participación de parte de la Iglesia. Yo veía algunas situaciones de reclamos, la situación de algunos profesores despedidos irregularmente, el prolongamiento sin término de una gestión de conducción y la necesidad de una institucionalidad más adecuada a estos tiempos. Lo mío fue escuchar a los jóvenes, como también ponerme a disposición de las autoridades de entonces. Creo que ha sido un movimiento que se caracterizó por algunas cosas que lo hacen totalmente distinto a otros fenómenos: en primer lugar la corrección en el método utilizado, la convergencia de distintos sectores en la búsqueda del bien, la repercusión social y la adhesión de la sociedad, que lo legitimaron. Y la necesidad de pedir que los frutos de aquella toma no se malgasten, sino que se profundicen en gestiones posteriores que respete el espíritu de la toma. Ojalá así sea.
– ¿Observa que estos fenómenos cambiaron de alguna manera la consciencia social?
– Han servido porque es una sociedad que se pone de pie frente a sus temas y no deja que otros decidan por ellos. Una adultez; una decisión de que los temas de todos hay que definirlos entre todos. Creo, sí, que hay que superar después lo que puede llegar a ser el efecto “slogan”, o decir: queda como una convención sobre algo que pasó, como algo favorable, pero no nos hacemos cargo de continuar el espíritu que motivó aquello. En el caso de la toma hay una vocación de los jóvenes y también de los profesionales y docentes por dar seriedad al proceso de formación de nuestra gente. Yo le escribí a la comunidad universitaria alentando a una participación bien activa en la elecciones con total libertad y consciencia. La idea de mí parte era que nadie se sintiera ajeno en un proceso del cual era responsable como docente, como alumno, como miembro de la comunidad universitaria. Luego lo saludé al rector electo augurándole ese espíritu de fidelidad a la toma como proceso de clarificación de los objetivos de la Universidad y sobre todo una máxima profesionalización de nuestros estudiantes. Es tan importante la función de la Universidad de La Rioja en el Norte argentino, sobre todo con los jóvenes pobres del interior, que si esto se midiera en términos de consecuencias para el futuro nos daríamos cuenta que estamos trabajando para el NOA, no ya para La Rioja solamente. La Universidad no es para el engorde intelectual de sus estudiantes, futuros profesionales, sino para la transformación de la sociedad con estos profesionales. Estamos trabajando para el futuro del NOA y en ese sentido la Universidad, en la cual uno se siente también como testigo privilegiado por el lugar institucional que ocupa, es una Universidad que tiene muchas posibilidades.
– ¿Cree que este fenómeno tuvo alguna repercusión a nivel político, que los políticos prestan más atención a determinadas cuestiones a partir de lo ocurrido en la UNLaR?
– Imagino que sí. Hay como una referencia de respeto a lo que ha sucedido, que ya es mucho, porque a veces tendemos a subestimar las luchas de los otros. No podría decir cuánto de ello haya sido efectivamente incorporado en la mente y la acción de los políticos, pero creo que se han visualizado algunos límites que como sociedad teníamos en cuanto a una institucionalidad que sea más sana y robusta y que se trabaje más en equipos, que se procure formar más equipos en las distintas áreas, incluso de Gobierno, no tanto nombre de personas solamente, sino una mentalidad de trabajar en gestiones con los otros y poder colaborar e inclusive disentir.
– El de la UNLaR fue un fenómeno de jóvenes y el Papa había convocado en Brasil a los jóvenes a que “hagan lío”…
– Es muy importante eso, porque fue previo a la toma y, así como en el Mayo Francés había fotos de otros líderes, o en las universidades de los ‘70 había fotos de dirigentes políticos, a mí me sorprendía en la toma de la UNLaR que la única foto de una persona física, un líder, era la del Papa, reivindicado no sólo por jóvenes católicos sino por jóvenes de la sociedad riojana. Esto también le dio tono al reclamo, un reclamo hecho desde un humanismo cristiano. //

“Felicidad, fecundidad y una vida digna”
A través de NUEVA RIOJA, monseñor Colombo dejó el mensaje de Navidad para los riojanos: “La Navidad es el nacimiento de Cristo y además la oportunidad para plantearnos el mensaje de Dios para los hombres. Un mensaje lleno de vida y que viene a fortalecer nuestra identidad más onda de hijos de Dios y de hermanos de los demás. Creo que Cristo, con su nacimiento, nos está diciendo creo en vos, confío en vos, animate. El mensaje de la Navidad es un gesto de enorme confianza de Dios, que nos cree capaces de hacer su voluntad y esto quiere decir, quiere traducirse en felicidad, fecundidad y una vida digna”.

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