Más de un millón de chicos en el país realizan actividades económicas o domésticas intensivas, lo que se traduce en ausentismo y deserción escolar. En La Rioja, solo en Capital hay un centenar de chicos en la calle haciendo todo tipo de tareas. El tema no está en la agenda de los candidatos electorales.
En Argentina hay más de 1 millón de chicos que trabajan. La cifra es del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, que adelantó en exclusiva a Clarín Educación nuevos datos según los cuales en el país trabaja el 14,7% de los chicos de entre 5 y 17 años. Son niños y adolescentes forzados a convertirse en adultos, y más expuestos a quedar fuera del sistema: tienen 3 veces más probabilidades de abandonar la escuela.
“Estos chicos tienen, en promedio, dos años menos de escolaridad. Y cuando son adultos, su salario es un 20% menor”, explica Soledad Gómez, de Conciencia, una ONG que trabaja sobre este tema para evitar la deserción escolar. Un chico que trabaja no tiene tiempo libre: aunque vaya a la escuela, no puede hacer la tarea y está siempre cansado. Eso se traduce en bajo rendimiento y, a la larga, en abandono. Así, el trabajo infantil perpetúa el círculo de la pobreza.
El impacto del fenómeno varía según la edad: entre los chicos de 5 a 13 años afecta al 8,11%, pero entre los adolescentes de 14 a 17 el porcentaje asciende al 28,03%. Ellos duplican las tasas de ausentismo y repetición de sus compañeros que no trabajan. Entre las tareas más frecuentes hay actividades económicas (ayudar en un negocio familiar, hacer trámites o trabajos en la vía pública), pero también actividades domésticas intensivas. En este caso, el mayor peso suele recaer sobre las mujeres. “Cuando las madres están insertas laboralmente, pueden ser las niñas las que las reemplazan en el cuidado de hermanos pequeños u otros miembros del hogar enfermos o mayores, dedicándose a la limpieza, la cocina y el lavado de ropa”, describe Ennio Cufino, de UNICEF Argentina.
Una de las mayores dificultades para erradicarlo es que el trabajo infantil suele ser “ invisible ”: se naturaliza, se vuelve cotidiano.
Ante la mirada indiferente de la mayoría, el trabajo infantil lesiona los derechos de los chicos a la educación, a la salud, a la recreación y al juego. La escuela tiene un rol crucial en la detección y acompañamiento del problema.
Para Ianina Tuñón, investigadora del Observatorio de la Deuda de la UCA, la clave para resolver este problema es la generación de empleos de calidad, que permitan sustituir los ingresos que llevan los chicos a sus casas, de los que dependen tantas familias para subsistir: “La economía informal se nutre de los adolescentes. En el marco de empleos de calidad, el trabajo infantil no tiene lugar”.
En La Rioja
Mientras tanto en La Rioja el gobierno admitió que el trabajo infantil es un problema. El área que se ocupa de la problemática dentro del Ministerio de Desarrollo Social había detectado, hasta febrero pasado, casi un centenar de menores en situación de calle, niños que limpian vidrios o que trabajaban en supermercados o venta ambulante.
«La tarea del Estadp no sólo consiste en levantarlos de la esquina y llevarlos a la casa, sino que tiene que haber un trabajo integral con las familias. Nosotros pudimos integrar 40 chicos en las escuelas deportivas, trabajamos con talleres con los padres de los niños y trabajamos con esos papás para visualizar algunas fuentes de trabajo, teniendo en cuenta que lo económico es la principal causa de que los chicos están en situación de calle», dijo al respecto la ministro Teresita Madera.
Allí Madera explicó que «un niño tiene un nivel de ingreso de hasta 150 pesos por día. Entonces en base a eso tenían establecido un mecanismo y para sus padres ese ingreso diario era importante y hasta es cruel pero se visualizó que los chicos con menor edad recaudan más, hasta esas cuestiones se visualizaron del trabajo realizado».
Delito
En marzo pasado, el Senado convirtió en ley un proyecto que tipifica como delito el trabajo infantil y fija penas de uno a cuatro años de prisión a quienes saquen provecho económico de la explotación de chicos.
La norma, que había obtenido media sanción en Diputados el año pasado, incorpora en el Código Penal el artículo 148 bis, que en síntesis establece que será reprimido “el que explote o utilice el trabajo de un menor de 16 años en beneficio propio o de un tercero”.