López Chaj, pintor de profesión, fue atacado en un bar después de tratar de parar una pelea. Uno de los guardias de seguridad del local en el que se encontraba lo golpeó con una cachiporra, le dio ocho patadas en la cabeza y le estrelló el cráneo contra el suelo en cuatro ocasiones, explica el Daily Mail en su edición digital.
Todo ocurrió el fatídico 20 de abril 2010 cuando López Chaj, su hermano y dos sobrinos, fueron a Barra Latina, un bar de barrio. Uno de los familiares de la víctima se trenzó en una disputa con el camarero-gerente del local, que en un momento de la pelea sacó una manopla, según explica el abogado de López Chaj, Federico Sayre.
Fue en ese instante cuando Antonio intervino: «Dejá de golpear a mis sobrinos», exclamó. En ese momento, el patovica, según relata Sayre, enloqueció golpeando sin cesar a Antonio. «Parte del cráneo ya lo había perdido cuando llegó al hospital. Le salvaron la vida, pero sufrió un daño cerebral significativo «, informó el abogado.
A raíz de esa brutal agresión ocurrida en 2010, López Chaj perdió parte de su cabeza.
«No puede hablar y requiere la atención de enfermeras las 24 horas», añade Sayre.
Tras el juicio, cuando López Chaj se sacó la gorra de béisbol con la que ocultaba sus heridas, se escucharon gritos de asombro de los asistentes al ver cómo quedó su cabeza. «Realmente fue una paliza terrible y brutal llevada a cabo por un tipo que no debería haber estado trabajando en absoluto», dijo Sayre.
El patovica, Emerson Quintanilla -que trabajaba para la empresa DGSP Seguridad y Servicio de Patrullaje- y el camarero-gerente que provocó la pelea desaparecieron sin dejar rastro.