«Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos» Simón Bolívar.
El siglo XIX ha sido, para nuestra América, pródiga en libertadores: San Martín, el más eminente de los argentinos, Simón Bolívar, el héroe epónimo después de Francisco de Miranda en Venezuela y José Martí para Cuba. Todos sembraron, en surcos de sangre y dolor, la semilla de la libertad y la democracia en nuestras tierras. El siglo XXI es, hasta hoy, protagonista y testigo de que aquellos sueños emancipadores del hombre americano están maltrechos.
Argentina se debate en medio de una democracia que no logra cimentar con vigor los pilares inaugurales del 10 de diciembre de 1983. Cuba desde hace más de medio siglo padece en la sombra de una de las dictaduras más prolongadas y asfixiantes que conoce la historia moderna. Venezuela con pueblo digno y un gobierno que se mira en el espejo de su vecino caribeño.
Una jueza caraqueña, Susana Barreiro, brazo extendido del dictador Nicolás Maduro, el día 10 de setiembre condenó al líder opositor Leopoldo López a la injusta, aberrante y extravagante pena de 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión , que sumados a los 18 meses de encierro la pena sobrepasa los catorce años. Junto a él fueron condenados tres estudiantes con penas entre tres y diez años de cárcel. Otros dirigentes opositores, entre ellos el alcalde de la capital venezolana esperan el veredicto que les será adverso.
Leopoldo López, ex alcalde de Chacao (Municipio de Caracas) y perteneciente al Partido Voluntad Popular fue uno de los organizadores de las marchas y protestas entre febrero y marzo de 2014 que produjo cuarenta y cuatro muertos entre civiles y militares. El 18 de febrero del año pasado López se entregó a la Guardia Nacional y quedó detenido en la prisión militar Ramo Verde. Fue acusado de » terrorismo, homicidio y daños corporales agravados, instigación pública, daños a la propiedad, incendio en grado determinado y asociación para delinquir».
En un proceso secreto, sin información oficial, la Fiscalía propuso 82 testigos que depusieron, y sólo se admitieron dos testigos a la defensa, que estuvo a cargo del valiente abogado Juan Carlos Gutiérrez. Antes de que se leyera su sentencia, Leopoldo López expresó a la magistrada:» Si la sentencia es contraria, usted tendrá más miedo de leerla que yo de escucharla, porque usted sabe que soy inocente».
El régimen de Nicolás Maduro no sólo ha roto la convivencia amistosa con su vecino la República de Colombia, expulsando miles de trabajadores y estudiantes colombianos, sino que ha impuesto a través de jueces dóciles la más reaccionaria de las medidas autoritarias: privar de libertad a los ciudadanos por ejercer el sagrado deber de la discrepancia democrática.
Llama la atención el silencio de los presidentes de nuestra América del Sud, muchos de los cuales se autodefinen de «progresistas» y que padecen, algunos de ellos, el complejo de inferioridad que les despiertan los Castro desde la Habana.
Y habrá que ver que hacen los futuros representantes de nuestro país, sobre todo los riojanos, que en octubre serán elegidos para el Parlasur, ante la afrenta a la libertad de los gobiernos autocráticos de Cuba y Venezuela.
San Martín y Bolívar nos han enseñado que somos ciudadanos de América y como tales el oprobio y la injusticia que sufre todo hombre en nuestra tierra debe ser motivo de protesta y solidaridad. Lo que ocurre en el norte de nuestro continente es una afrenta y una amenaza para todos, una malsana tentación para los gobiernos populistas y demagógicos que como en nuestro es un reflejo del chavismo.
Hay que defender la libertad siempre y en todo lugar. Sólo sirve dignamente a la libertad el que, a riesgo de ser tomado por su enemigo, la preserva sin temblar de los que la comprometen con sus errores.
«La libertad cuesta muy cara; es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio» (José Martí- Libertador de Cuba).
Dice mi conciencia de hombre libre y americano que debo con firmeza repudiar la prisión impuesta a Leopoldo López y con mi solidaridad hacia él, mi humilde pedido que otros lo hagan en el mismo sentido.
La Rioja, 15 de setiembre de 2015.
Raúl Alfredo Galván