En la primera línea de la marcha en París, con los brazos entrelazados, avanzaron durante 300 metros el presidente anfitrión, Francois Hollande, y los jefes de gobierno de Alemania, Angela Merkel; de Israel, Benjamin Netanyahu; de Palestina, Mahmud Abbas; de España, Mariano Rajoy, el Reino Unido, David Cameron, e Italia, Matteo Renzi.
El Ministerio del Interior dijo que fue «imposible» medir la convocatoria de la «marcha sin precedentes» realizada en la capital, pero estimó que entre 1.300.000 y 1.500.000 personas se manifestaron en París.
El Ministerio agregó que más de 3,7 millones de personas se movilizaron por todo el país, sumando la presencia en las marchas de París y las celebradas al mismo momento en cientos de ciudades de toda Francia.
Ante el temor a un nuevo atentado, la «Marcha Republicana» parisina fue vigilada por un operativo policial inédito, que incluyó a 5.500 efectivos, incluidos francotiradores apostados en todo el trayecto de la movilización.
En las calles de la capital, los manifestantes sobrepasaron la meticulosidad de la organización y a los dos recorridos custodiados y dirigidos por la policía se le sumaron decenas de recorridos alternativos donde la marea humana buscaba acceder a las varias cabeceras del cortejo.
A mitad de camino entre las plazas de la República y la Bastilla, encabezaron la marcha familiares de las 17 víctimas mortales: las 12 del ataque a Charlie Hebdo, entre los que figuraron sus principales caricaturistas y su director, una policía asesinada el jueves y cuatro rehenes muertos el viernes en el operativo en el que falleció un cómplice de los autores del ataque al semanario.
Un poco más atrás, iba la columna encabezada por los líderes políticos de Francia y de gran parte del mundo.
«París es hoy la capital del mundo”, le dijo el presidente francés, Francois Hollande, a sus ministros en una reunión de crisis esta mañana, reveló la prensa francesa.
El desacreditado presidente socialista, que había llamado a la «unidad nacional» obtuvo un fuerte respaldo en su convocatoria.
Detrás de los más de 50 altos dirigentes europeos, africanos y de Medio Oriente, numerosos embajadores de todo el mundo, entre ellos la embajadora argentina en Francia, María del Carmen Squeff.
A diferencia de los primeros días posteriores al atentado cuando el clima era sombrío, esta vez los parisinos lo hicieron cantando en voz baja la Marsellesa, o al grito de «Charlie, Charlie» y «libertad de expresión» y con breves raptos de aplausos que contagiaban incluso a los más circunspectos.
La multitud que salió a marchar en París colapsó los alrededores de la Plaza de la República, sin poder avanzar ni retroceder.
La ciudad se vistió para la ocasión. Todos los carteles de publicidad quitaron su contenido habitual y pusieron la leyenda que ya marcó este momento histórico, «Soy Charlie», y listas con los nombres de las 17 víctimas que dejó la ola de violencia iniciada por dos hermanos abatidos el viernes y sindicados por las autoridades francesas como islamistas radicalizados y como los autores del ataque al semanario satírico.
Desde las ventanas y los balcones de los edificios de los grandes bulevares que desembocan en la Plaza de la República -muchos decorados con listones negros, carteles, banderas francesas o velas-, la multitud era seguida por helicópteros e innumerables cámaras de televisión de medios de todo el mundo.
Por otras arterias avanzaron, en tanto, organizaciones sociales y de derechos humanos, los sindicatos más importantes del país y partidos de ultraizquierda y grupos libertarios.
Los medios franceses se extasiaron ante tal muestra de movilización ciudadana.
«Francia de pie contra el terrorismo», tituló Le Figaro; «París, capital mundial de la resistencia al terrorismo», escribió Le Point, mientras que el diario Libération comparó la manifestación a la de 1944 cuando la capital fue liberada de la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial.
Cuando las avenidas de París comenzaban a vaciarse, la Gran Sinagoga de esa ciudad recibió al presidente Hollande, a Netanyahu a los familiares de las víctimas de uno de los ataques de esta semana.
Los visitantes fueron recibidos con una ovación para una ceremonia de la cual participó la cúpula y parte de la importante comunidad judía en Francia y las familias de las cuatro víctimas de esa confesión, que fallecieron en la toma de rehenes en el supermercado judío en París el viernes pasado.
Otro invitados especiales a la Gran Sinagoga fueron el imán Drancy Chagoumi, el presidente de la Asociación Cultural de los Musulmanes de Drancy, un suburbio al norte de París, y el líder de la mezquita francesa de Al Nour.
Por la mañana, Netanyahu había anunciado que, accediendo al pedido de los familiares, los cuerpos de los cuatro franceses judíos que murieron en el supermercado kosher en el límite este de París serán enterrados en Israel.