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“Cuando hago el mantenimiento, el motor golpeaba como si tuviera un escuadrón del regimiento adentro”, relató.
Reclamó a quien le vendió el vehículo y éste le respondió que era imposible deshacer el trato. Por lo tanto le ofreció otro rodado que oscile en base a la operación realizada. “Esperé pero nunca vi al nuevo vehículo”.
“Se lo envié al motor como acordamos telefónicamente porque decía que se iba a hacer responsable”, continuó.