“Estaba haciendo un programa de televisión donde mi papel era muy estereotipado. Una joven a la que no le importaba nada, las mujeres eran un objeto y algo sexy. La mayoría de los valores que tenía mi personaje me lo dieron mis representantes y no me gustó nada”, contó Dignity, como se hace llamar ahora, sobre su rol como Natacha en la tira de Quique Estevanez.
En ese momento ella tenía 24 años y se trataba de su primer gran proyecto: “Era la actriz principal de un gran éxito. Todos vieron esta telenovela, me sentía muy feliz. Era mi sueño pero a la vez tuve una experiencia muy mala con el otro actor principal”. Luego explicó: “Este tipo estaba abusando de su poder, estaba modificando las escenas para tocarme y besarme más, de una manera horrible. Me sorprendió porque la cámara estaba grabando y todos estaban ahí, el director, todos y nadie hizo nada”.
En la nota jamás nombró a quien fuera su compañero en la tira, pero contó que en ese momento ella estaba comenzando a trabajar mientras que él ya era muy conocido y ya había hecho “un montón de telenovelas”.
En un momento, para Rivero, todo “comenzó a ser una mierda”, fue entonces cuando intentó hablar con él: “Lo hice a través de las redes porque no tenía su teléfono y nunca quiso hablar de otra manera que actuando. Recuerdo haberle mandado un mensaje en Twitter diciendo ‘esto es todo, no puedo, necesito que cambies y entiendas’ y me dijo ‘ok, podemos hablar con el productor para cambiar la historia, quizás podemos sacarte del programa’”.
Por esos días su mamá había viajado a Buenos Aires para visitarla y la ayudó a encontrar un psicólogo que le hizo una pregunta que la descolocó: “¿Por qué no dejás la novela?”. “’Soy la actriz principal y tengo que sufrir esto’, contesté y me dijo ‘no’”.
“No quería hablar más del programa, solo irme y fui a Nueva York”, recordó Calu, que en ese momento además tuvo que escuchar que se hablara de ella: “El productor dijo que dejé porque estaba cansada, entonces comenzaron a mostrar una imagen horrible de mí y estuve cinco años sin actuar”.
De golpe, en una rueda de prensa le preguntaron qué opinaba de Harvey Weinstein y su respuesta cambió todo: “Yo misma sufrí algo así”, contestó sin dar nombres. “Muchos me creyeron, otros dijeron que necesitaba prensa, ¿por qué le hace esto a este tipo después de cinco años? Yo abrí mi corazón y me preguntaban por qué demoré tanto en hablar. Odio que me haya tomado tanto tiempo”.
Rivero recordó que después de que ella hizo ese comentario, otras actrices comenzaron a contar que habían pasado situaciones similares, hasta que un año después le llega un mail de otra actriz, Thelma Fardin: “Me dijo que me tenía que contar algo, que estaba de gira con una telenovela, tenía 16 y él la violó. Lo primero que sintió mi cuerpo fue necesidad de protegerla y pensé que trabajé con esa persona, qué frágiles somos, qué importante es creer y confiar en tu instinto”.
En ese momento sintió que muchos comenzaron a creerle: “Todos empezaron a decir ‘lo siento, Calu’. Pensaba que era repugnante y ahora veo la imagen completa, lo lejos que llegó y la comunidad de mujeres tratando de hacer este cambio me di cuenta de lo poderosas que somos».