LA NOTA COMPLETA DEL DIARIO EL PAÍS:
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Las dos vidas de Ziline: de un orfanato de Haití a la selección nacional argentina de volteo
Ziline Pierre Peña Arias fue adoptada por una pareja de La Rioja cuando tenía casi cuatro años. Desde 2018 representa a Argentina haciendo piruetas en un caballo
![Ziline Pierre con uno de sus caballos de entrenamiento.](https://imagenes.elpais.com/resizer/sYBP9SKdfBO-w5FTa1mOXYQlToE=/414x0/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/3THUZMT575DATDERYRANTUZCXE.jpg)
En tierra, su agenda del 2023 marca muchos torneos nacionales e internacionales y quiere darle lo mejor al Equipo Argentino de Volteo (Vaulting) al que pertenece. Con solo 14 años, comparte larguísimas horas de entrenamiento con los mejores deportistas de la disciplina, tanto en Buenos Aires como en su provincia: La Rioja. Única afrodescendiente del seleccionado, está orgullosa de representar a la región de las montañas espejo de la cordillera de Los Andes. Son su hogar.
Desde 2018, Ziline ha ganado medallas y trofeos por un deporte no tradicional que consiste en hacer acrobacias coordinadas sobre un caballo al galope. Agradece los reconocimientos, pero su mayor triunfo, sostiene, fue encontrar entre vuelta y vuelta un movimiento que la emociona y la hace feliz. Le cuesta explicarlo en palabras. Lo celebra.
En su historia, el movimiento nació signado por la muerte. Ella tenía apenas un año cuando el 12 de enero de 2010 un terremoto de los peores en la historia del mundo dinamitó Haití y castigó a su gente. Ziline vivía en el orfanato Rose Mina de Diegue de Puerto Príncipe. Allí, junto a otras niñas y niños muy pequeños, sintió el suelo moverse con la violencia de los finales irreversibles. Milagro o destino, el lugar fue uno de los pocos que resistió los eternos segundos que duró el temblor. El resto del barrio desapareció.
Contracara de aquel infierno, la moneda de su vida giró en el aire y todo cambió para siempre. En Argentina, Patricia Arias (59) y Gustavo Peña (67), se conmovieron y solidarizaron con el país más pobre de América y dieron con Osvaldo Fernández, un argentino que estaba al frente del orfanato donde vivía Ziline. Querían adoptar. Entonces, les llegó la foto de Ziline. Apenas caminaba y tenía una mirada atravesada por la tristeza y el abandono. Supieron que “era ella”, la hija con la que siempre habían soñado y no habían podido concebir naturalmente.
![Ziline Pierre durante su entrenamiento.](https://imagenes.elpais.com/resizer/1-CYnRYEWwLq_0eIsTDhZvJM4q0=/414x0/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/TPOMDXKH5JG4JJWPWBAO5IBPAY.jpg)
“Nos enamoramos ni bien la vimos. Aún usaba pañales. Imposible olvidar su pelo rizado y sus enormes ojos marrones. Tan chiquita, tan hermosa y tan desvalida”, describe sobre el primer encuentro virtual Gustavo, el papá de Ziline. “En el momento del sismo, teníamos unos 70 chicos a cargo. ‘Zili’ ya era una nena con carácter dominante y liderazgo”, recuerda por su parte Osvaldo Fernández desde Puerto Príncipe.
El rescate llegó a tiempo. Ziline tendría una familia. El proceso de adopción duró un año y medio. Hubo que validar su partida de nacimiento sin firma y tener el consentimiento de su abuelo paterno Pedro Pierre, el único familiar que se había hecho cargo de ella al nacer en Belle-Anse, un humilde pueblo pesquero sobre el mar Caribe. Fue él quien la llevó a sus ocho meses desde su casa cerca del mar hasta el orfanato de la capital de Haití. No tuvo opción: ni él ni sus padres, ambos pescadores, podían criarla ni mantenerla.
El abuelito, como lo llaman los Peña Arias, fue también el que la despidió en el aeropuerto Toussaint Louverture en mayo de 2012, dos años después del terremoto y tras numerosas gestiones con abogados y viajes de sus padres adoptivos. Ziline tenía tres años y ocho meses y ya no tiene recuerdos de él. Ese día puso rumbo a más de 6.000 kilómetros en el extremo sur de América para seguir construyendo su identidad.
Pasados los obstáculos iniciales, la adaptación de Ziline fue muy rápida. Su idioma natal, el creole haitiano, una mezcla de francés con lenguas africanas, fue reemplazado en poco tiempo por un español con la ‘r’ marcada, la tonada típica de esa zona del noroeste de Argentina. Su estilo carismático, dulce y audaz fue ganando el afecto de conocidos y desconocidos.