Ese día de 2012, Mauricio buscó un papel, se lo dio para que se seque la sangre y avisó a la maestra. Siempre estuvo a su lado, mientras duró el susto.
Fue un gesto simple, pero inmenso a la vez. Tan fuerte que dio lugar al nacimiento de una gran amistad que duró hasta primer grado. Después Luciano se cambió de escuela y nunca más lo volvió a ver.
Pasaron los años, pero Mauricio no lo olvidó. Para encontrarlo dibujó su rostro y le pidió a su mamá que lo publique en su muro de Facebook.
El identikit ahora da vueltas por las redes y se convirtió en un símbolo de esas amistades simples, profundas y sinceras entre dos niños. “Lo busco porque es mi primer mejor amigo. Jugábamos mucho, éramos solidarios entre los dos, compartíamos y en los recreos siempre andábamos juntos. Nos gustaban los dinosaurios», recordó Luciano.
Luciano hizo un pedido a los periodistas que lo entrevistaron. «Si Mauricio se contacta con ustedes, díganle que quiero volver a ser su amigo, quiero que se conozca con mis otros amigos nuevos, compartir otra vez con él, conocerlo mejor».