Ziline Pierre Peña Arias fue adoptada por una pareja de La Rioja cuando tenía casi cuatro años

Julio Laboranti

Es otoño en Buenos Aires. Ziline Pierre Peña Arias sonríe. Sus dientes blanquísimos brillan tanto como sus perlas al sol. Lleva una vincha que combina a la perfección con su pelo. En una serie mágica y continuada de acrobacias, cabalga sobre ‘Olavi’, gira delicadamente sobre sí misma, despliega sus piernas como alas al cielo y se eleva. Guiada por una conductora y un lazo, tiene un minuto para hacer una coreografía de por lo menos nueve movimientos para después saltar al llano. Se mueve en círculo. No se detiene. Allí están su corazón y su alma. Parece volar.