Redacción de RiojaLibre
El clima laboral en el que un trabajador desempeña sus actividades debe ser ‘confortable’, respetando los derechos de los trabajadores. Esto debe cumplirse en cualquier ámbito, pero más aún en los medios de comunicación, donde dichos derechos deben respetarse a rajatabla para garantizar la libertad de expresión.
Según lo sucedido en los últimos años, queda claro que esto no sucede en Radio Fénix, ya que es altísimo el promedio de periodistas que abandonan la emisora en malos términos, y una vez afuera se animan a contar las pésimas condiciones laborales a las que fueron sometidos.
El primer caso fue el de Daniel Quintero, conductor de El Inspector y productor de Buen Día Rioja. Promediaba el año 2015, y Quintero de un día para el otro desapareció del ‘aire’. Su perfil crítico a la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner le costó caro: el dueño de la emisora (Tití) en ese entonces era antimacrista y hacía campaña por Daniel Scioli. Paradojas de la vida: hoy Bosetti es macrista, pero nadie le devuelve la fuente laboral a Quintero, echado por macrista.
Otra caso controvertido fue el de Nadia Araya, echada de la Radio por ‘negarse’ a criticar despiadadamente a Adriana Olima, otrora aliada de Bosetti pero en la actualidad denunciada por el Vicegobernador. A Quintero se lo echó por criticar, a Araya por negarse a cumplir órdenes de criticar maliciosamente; la falta de libertad de expresión se cumple en cualquiera de las direcciones. Vale aportar que Araya inició un juicio contra los directivos de la Radio.
La última víctima de la radio del Vice fue el joven Productor ‘Teté’ Vigna. Sorpresivamente, se desvinculó a Vigna, y desde la emisora se lo ‘cargaba’ con imitaciones y audios burlistas. El productor respondió amenazante desde Twitter: ‘si siguen así me van a obligar a hablar’. ¿Qué tendrá para decir Teté?
Este año, sumándose a Vigna y Araya, también abandonó la emisora José Luis Luna, a quien se lo ninguneó públicamente durante sus últimos días de trabajo. Según trasciende, la relación de Luna con el Gerente de la Radio, Carlos Robiano, era insostenible.
Otros casos, entre muchos más que de enumerarlos la nota se haría interminable, son el de los cronistas Chulo Brizuela y Darío Quinteros. Ambos quedaron presos de los ‘movimientos políticos’ del Vicegobernador, y ante la obligación de fustigar a cierto sector político debieron dejar de la emisora.
La comunicación riojana se debe un serio debate sobre la libertad de expresión: se está naturalizando que quien no ‘obedezca las órdenes intempestivas de los dueños del medio, debe perder su trabajo’. Que en la radio más importante y escuchada de la Provincia reine la falta de libertad para expresarse es una materia pendiente para el mundo de la comunicación.