Pero esto solo será el piso del aumento a aplicar. Hoy mismo o en los próximos días, las petroleras trasladarán también al público en el alza que se registró en la cotización internacional del petróleo desde el 1 de este mes, cuando Shell definió los nuevos precios de febrero, seguida a los pocos días por las otras compañías.
Desde esa fecha, el precio de la variedad Brent que es la de referencia en la Argentina, pasó de u$s 62,77 a u$s66,42, lo que implica un aumento del 5,8%. La cotización internacional del crudo había bajado u$s2 el lunes de esta semana luego de que el presidente Donald Trump volvió a cargar contra la política de precios de la OPEP desde Twitter. Pero el valor remontó el martes y ayer por una caída de inventarios en EE.UU., y porque se cree que continuará el plan de recortes de Arabia Saudita y otros países de esa organización.
A esto se suma que desde el 1 de este mes, el tipo de cambio avanzó un 3,9%, pasando desde $38,31 a $ 39,83, tomando el dólar tipo vendedor del Banco Nación.
En este contexto, las petroleras pueden hacer coincidir hoy el aumento en los impuestos con la actualización del valor del crudo y del dólar, o aplicar todo el incremento de este mes durante el fin de semana o dividirlos en dos etapas, siendo esto último lo menos probable.
Considerando que ya hay entre 2,5% y 3% de alza por los gravámenes, el aumento final podría ubicarse en marzo en un 6% por lo menos.
Según algunas fuentes poco optimistas, en tanto, el ajuste, sin tomar impuestos, no sería inferior a la inflación esperada para el primer bimestre del año que se ubicaría alrededor del 6,5%, porque en febrero el alza fue de menos del 2% y en enero hubo una leve rebaja del 1% en los precios de los combustibles. De acuerdo a esta opinión, las refinadoras no quieren quedarse rezagadas con relación al resto de los precios de la economía.
Esto volverá a impactar sobre los índices de precios confirmando los pronósticos que prevén inflación alta por lo menos hasta mayo. Aunque las persistentes alzas en los combustibles influyen en toda la economía, no hay indicios hasta hoy de que el Gobierno intente negociar un sendero de aumentos con las petroleras, y se mantiene firme el concepto de que los precios tienen que seguir estando desregulados y alineados con los valores internacionales.
Por otra parte, la relación Gobierno-petroleras no transita un buen momento. Ayer trascendió que la Cámara de Empresas Productoras de Hidrocarburos presentó al Enargas una carta en la que reclama que se respete la dolarización de los precios del gas, de modo que el valor pactado en dólares al principio del semestre se mantenga en esa moneda al momento en que las distribuidoras pagan el producto.
O sea, se reclama marcha atrás con el decreto que prohibió trasladar a las distribuidoras y desde éstas a los usuarios, las eventuales diferencias de precios surgidas de una devaluación.
Catástrofe: la economía bajó 2,6 % en 2018 ( en diciembre cayó 7 %)
La economía bajó 2,6 por ciento el año pasado, con una fortísima caída en diciembre pasado de 7,0 por ciento
Debacle en 2018 con peor pronóstico para 2019.
El informe oficial del Indec expone el derrumbe de cada uno de los principales componentes de la actividad económica en el saldo final del 2018. El combo fue ajuste fiscal, megadevaluación, tasas elevadísimas y shock inflacionario.
La actividad económica marcó un retroceso interanual de 7 por ciento en diciembre. El EMAE, que es un indicador aproximado de la evolución del Producto Interno Bruto, acumuló una caída del 2,6 por ciento en 2018. La debacle es todavía peor a la de los pronósticos pesimistas. La performance del mercado interno fue muy pobre. El retroceso de la actividad se explicó por la crisis cambiaria, las políticas de ajuste fiscal, las medidas monetarias contractivas y la aceleración de la inflación, con pérdida de salarios reales. Los principales sectores de la oferta agregada terminaron diciembre con bajas de hasta 16 por ciento. La obsesión con el déficit cero de las cuentas públicas y tasas de interés por encima de 50 por ciento adelantan en 2019 otro año de fuerte contracción de la economía.
El informe mensual del Indec sobre la evolución la actividad economía permite cuantificar la crisis que atraviesa el mercado interno. La economía terminó 2018 con un retroceso del 7 por ciento, mientras la inflación cerró en torno de 49 por ciento. En la jerga de economistas este proceso se llama estanflación e implica que la actividad se contrae mientras los precios se aceleran. La única economía de la región que registró una situación similar fue Venezuela, un país que enfrenta una guerra económica y se encuentra bloqueado financieramente por las potencias del mundo desarrollado.
El documento del instituto de estadísticas oficial precisó cuáles fueron los sectores que más cayeron en diciembre. El comercio mayorista y minorista se derrumbó un 15,7 por ciento. Lideró la lista de sectores en baja. La pérdida del poder adquisitivo a lo largo del año pasado fue de más de 15 puntos e impactó en el nivel de consumo de la población. Los saltos del tipo de cambio, que empezó el año en 20 pesos y lo terminó en 40, fue otro de los elementos centrales para explicar el retroceso de la demanda agregada. La volatilidad del dólar posterga las decisiones de compra de bienes durables, al igual que ocurre cuando suben las tasas de interés. Las tasas de interés de referencia marcaron en 2018 picos de 74 por ciento.
La construcción y la industria manufacturera fueron los otros dos sectores que encabezaron el podio de caídas. La rama industrial cayó un 14,2 por ciento y explicó 2,4 de los 7,0 puntos que se contrajo el mercado interno en diciembre.
Las pequeñas y medianas empresas fueron algunas de las fábricas que anotaron la peor performance. La falta de consumo junto con el aumento de los costos y el encarecimiento del crédito fueron un combo explosivo para los establecimientos productivos. La destrucción del empleo industrial fue uno de los principales problemas del año pasado (ver aparte).
En lo que refiere a la construcción, se registró un retroceso del 12,7 por ciento. Los principales motivos de la caída fueron el parate de la obra pública y la inestabilidad cambiaria. La falta de nuevas obras impactó también en el despacho de los insumos para la construcción, con fuertes retrocesos en las pinturas, el asfalto y la grifería, entre otros. El comercio, la industria y la construcción son los sectores más representativos de la economía y lideraron las caídas de actividad. Pero no fueron los únicos rubros golpeados por crisis. Hoteles y restaurantes registró una pérdida de 3,5 por ciento, mientras que la explotación de minas y canteras bajó un 1,8 por ciento, servicios básicos (-6,8 por ciento) y transporte y comunicaciones (-4,1), entre otros.
La lectura de economistas del Gobierno, pese a las fuertes caídas en casi todas las ramas de actividad, fue optimista respecto de los datos de diciembre. Mencionaron que el mercado interno avanzó un 0,7 por ciento respecto de noviembre, por el buen desempeño del turismo, del agro y del comercio. Se trata de un argumento poco convincente si se tiene en cuenta que en octubre, agosto y julio también se había anotado una suba mensual. Pero en la comparación interanual la economía siguió acelerando su caída y finalizó el año con una baja del 7 por ciento.
El optimismo oficial no es de ahora, y ya forma parte de una estrategia de marketing electoral que queda cada vez más en evidencia ante la contundencia de los datos duros. A principio del año pasado, habían dicho que la inflación iba a cerrar en torno del 15 por ciento, el dólar por debajo de los 25 pesos, la economía iba a crecer más del 2 por ciento y que no iba a haber inestabilidad financiera.