Del vínculo entre Sergio Massa y el radical Mario Capello se conoce poco y nada, salvo que existe. Pero se puede contar en tres reuniones el contacto real mantenido hasta el momento, en un apretado calendario entre febrero y abril.
Así lo reveló a Tiempo de San Juan una fuente calificada que pidió reserva. Ni de uno ni de otro lado hay demasiado interés por ventilar los contactos al menos por ahora. A primera vista, la cautela obedece a dos factores: la prudencia lógica de toda relación que está en pañales, por un lado, y la condena radical para todo aquel correligionario que se aproxime al Frente Renovador, por el otro.
Convertido en uno de los voceros más enérgicos en defensa de la minería a nivel nacional, Capello se ha despegado de la quietud sanjuanina para vivir arriba de aviones y llevar su mensaje de resistencia a los embates ambientalistas a todas las provincias del país, con especial interés en Buenos Aires.
Fue en la acumulación de vigilias en el aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento y, de regreso, en Aeroparque, que comenzó el diálogo ocasional con Roberto Basualdo. El senador terminó gestando el primer contacto entre el secretario del Colegio Argentino de Ingenieros de Minas (CADIM) y el precandidato presidencial.
La reunión se concretó en febrero y se habló estrictamente de minería. En principio, Capello cumplía con el mandato de sus colegas ingenieros de llevar el mensaje en defensa de la actividad hacia todos los presidenciables que estuvieran dispuestos a abrir los oídos.
Pero evidentemente el vínculo pasó a mayores. Massa abrió el juego para que Capello se vincule con sus equipos técnicos. Así surgió una segunda reunión, en la que el anfitrión fue el economista Ricardo Delgado. Posteriormente vino el tercer encuentro, con el armador político del massismo para el interior del país, «Juanjo” Álvarez.
El tono de las conversaciones fue pasando de lo estrictamente técnico, sobre las necesidades jurídicas y económicas de la minería, a lo político: dónde ubicarse en el tironeo entre defensores y detractores de una actividad que aún genera posiciones irreconciliables en buena parte de la geografía nacional.
Esta última reunión ocurrió unos 15 días antes del último desembarco de Massa en San Juan, el 23 de abril, cuando la agenda incluyó un segmento exclusivo y excluyente para empresarios mineros preocupados por el mensaje sinuoso del tigrense sobre esta actividad.
La preocupación empresaria crece al compás de las apariciones públicas de Massa junto a dos intendentes opositores acérrimos a la explotación de los minerales: el mendocino Jorge Difonso, de San Carlos, y el riojano Ismael Bordagaray, de Famatina.
Según una fuente cercana a Capello, «Juanjo” Álvarez le aclaró al radical sanjuanino que «la minería es muy importante para el país para que dos intendentes estén bajando línea”. Es decir, el massismo estaría dispuesto a separar los tantos, acompañar a Difonso y Bordagaray en sus municipios, sin que esto implique nacionalizar sus criterios.
El desafío es equiparable al de un equilibrista. Se plasmó el 23 de abril en San Juan, cuando Massa dijo, palabras más, palabras menos, que «donde haya licencia social habrá minería”. La misma construcción, pero con los términos invertidos, le servirá cada vez que vuelva a Mendoza o La Rioja.
«No se puede producir otra Pampa Húmeda, pero sí cuatro minerías más”, graficó Capello en la acalorada conversación con los referentes massistas, que parecieron asentir la definición. La minería, ante todo, se presenta como una fuente de recursos muy incipiente con potencialidad prometedora.
Capello también planteó su queja por el criterio que expuso el referente ambientalista de Massa, Sergio Federovisky, en una entrevista exclusiva con Tiempo de San Juan publicada el 14 de marzo. En aquella nota, advirtió que no se puede prohibir ninguna actividad pero que, en materia minera es necesaria una reforma jurídica para poner a tono la legislación argentina con los estándares internacionales más exigentes.
La alerta roja se encendió nuevamente en el ámbito minero al leer estas consideraciones y Capello se lo hizo saber a «Juanjo” Álvarez. Federovisky también se enteró de los reclamos del radical. Se lo comentó el 1 de mayo en el estadio de Vélez a un basualdista que viajó para estar presente en el lanzamiento de la candidatura presidencial.
La clave del contrapunto entre Federovisky y Capello está en la dirección en que cada uno propone mover la legislación. El ambientalista quiere más límites. El minero propone más beneficios, con la tesis de que el kirchnerismo ha espantado inversiones monumentales con medidas como el incremento de las retenciones y los obstáculos para liquidar dólares y girarlos al exterior.
Sostiene Capello que las regalías deberían ser móviles, con mayor porcentaje cuando mayor cotización tengan los metales y viceversa. Y asegura que Argentina es el país latinoamericano que mayor presión tributaria ejerce sobre la actividad. Esto habría determinado la migración de inversiones hacia Chile y Perú, por ejemplo.
Advertido de estos argumentos, Massa prometió en San Juan «reglas claras” para atraer inversiones, aunque la minería no forma parte habitual de su discurso de campaña, excepto cuando regresa a estas tierras. En cambio, en su cuenta oficial de Twitter exhibe su caminata en la bella geografía de Famatina, asociada a la defensa del medioambiente. Causa noble y rendidora si las hay, más allá del trasfondo político riojano. Eso es tema aparte.
Otros tiempos
Santafecino de nacimiento, Mario Osvaldo Capello se radicó en San Juan en 1973, cuando llegó a la provincia para estudiar Ingeniería de Minas. La militancia política radical lo llevó a los primeros planos de la historia reciente: fue diputado provincial entre noviembre de 1991 y diciembre de 1999, cuando fue electo diputado nacional, cargo que desempeñó hasta el 2003, cuando regresó por otros cuatro años a la Legislatura de Libertador y Las Heras.
Fue uno de los armadores de la Alianza que derrotó al escobarismo en 1999 y llevó a la fórmula Alfredo Avelín-Wbaldino Acosta al poder.
Terminado su último mandato como legislador provincial en 2007 se alejó paulatinamente de la conducción radical. Terminó su carrera y se graduó de ingeniero en la UNSJ. Con el título debajo del brazo y su experiencia parlamentaria como capital intransferible desembarcó en el Colegio Argentino de Ingenieros de Minas (CADIM) en el año 2008. Vertiginosamente se convirtió en uno de los portavoces más enérgicos del sector.
Roberto Basualdo lo mencionó recientemente como uno de los referentes mineros de consulta del Frente Renovador, aunque él personalmente no se hizo cargo hasta el momento y siempre habló de su tarea dirigida hacia todos los precandidatos presidenciales que estuvieran dispuestos a escuchar, sin distinción de color político
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