El último sábado fue asesinado Victor Sgobba con tres puñaladas en la espalda en la Plaza del Barrio CGT Sur. La víctima llegó por sus propios medios al Hospital, asegurando que las heridas las había recibido en un intento de robo de su motocicleta. Minutos después, Sgobba falleció. Ante un nuevo caso de inseguridad, la sociedad riojana se alarmó y comenzó a autoconvocarse para exigir Seguridad en una Marcha a la Plaza 25 de Mayo el Martes a las 18hs.
Quizás con la intención de contrarrestar el efecto negativo que este hecho provoca en el Gobierno en general, y en el área comandada por Claudio Saúl en particular, desde la Policía se dejó trascender ‘otra versión’ sobre el asesinato de Sgobba. Ya no sería un ‘robo’, sino una especie de emboscada para vengar una relación o sometimiento sexual del fallecido con uno de los jóvenes involucrados.
Resulta llamativo como a través del caracter ‘pasional’ se intenta ocultar una verdad inapelable: la creciente ola de inseguridad que vive La Rioja. Acaso si se confirmara que existía una relación entre Sgobba y Licciardi, eso significaría que La Rioja NO es insegura. Se pretende que la sociedad se enfoque en la posible ‘relación non santa’ del fallecido, y postergar el debate o reclamo por la inseguridad. Esa parece ser la estúpida idea que pretenden instaurar desde las esferas policiales y de Gobierno. Para ocultar lo inocultable, no se duda en mancillar el buen nombre y honor de una persona respetuosa y querida por gran parte de la ciudadanía; qué –al fin de cuentas- era dueño de hacer lo que se le plazca con su intimidad.
La incoherencia de las más altas autoridades es sorprendente: hasta el día de hoy –con todas las pruebas que se fueron aportando durante un año y medio- desde la fuerza se sigue poniendo en duda la ‘relación’ entre el agente Pedro Ortiz y Romina Ríos, para negar así la calificación de ‘Femicidio’. Sin embargo, en cuestión de horas, en el caso Sgobba –para la fuerza policial- aparecen pruebas certeras que sustentan la teoría de Crimen Pasional.
La ciudadanía NO es tonta, las sospechas sobre ‘acomodar’ las circunstancias para la ‘no complicación’ propia ensucia a la Fuerza Policial: no hay coherencia, sino cambios repentinos de acuerdo a las necesidades de los ‘Jefes’. Se trata de un área totalmente cuestionada: hace poco más de dos meses, un ciudadano (Rolando Bazán) apareció muerto en un calabozo de la Comisaría Tercera. Fue detenido por una denuncia ‘nada clara’ de contravención y no debería haber estado en esa comisaría, sino en la Alcaidía.
La Policía aseguró que fue un Suicidio, los familiares de Rolando afirman que fue asesinado. ¿A quién le creyó la ciudadanía? A los familiares de Bazán. Treinta días después del fallecimiento de Rolando, su hija se suicidó. La semana pasada, el hijo de Rolando fue acusado por sus compañeros de la Escuela de ‘ladrón’ y ‘abusador’. La familia de Rolando quedó destruída y abandonada por el Estado.
Retomando el Caso Sgobba, haya sido robo o ‘emboscada pasional’ el motivo de su asesinato, la realidad de La Rioja NO cambia: la crisis de seguridad es innegable. Eso deben entender las autoridades competentes, la ciudadanía exige seguridad, más allá de operaciones políticas y de prensa para cambiar el eje de discusión sobre un caso en particular.
Sin escape
Particularizar el Caso Sgobba sería un pecado imperdonable para el Gobierno. El caso Sgobba no hace más que sintetizar la crisis en materia de Seguridad que vivimos en La Rioja. Varios datos concretos validan la teoría de ‘generalización’, no se trata de un caso puntual, sino de una crisis generalizada de inseguridad. Veamos:
- Según aportan los vecinos del Barrio, Alvaro Silvera (confesó ser el asesino de Sgobba) es amigo de la infancia de Matías Oliva, único imputado por el asesinato de Mario Taboada.
- El mismo Alvaro Silvera es cuñado y vecino (vive en frente) del conocido ‘Negro Villa’, a quien Mirta Collante (madre de Mario Taboada) pide que se investigue por ayudar a Oliva a matar a su hijo. Además, Collante asegura que recibió varias amenazas de muerte por parte del Negro Villa.
- Mirta Collante denunció públicamente la red de Narcos que agobia al Barrio CGT Sur, el que –por ejemplo- fue noticia nacional por tener una Plantación de Marihuana en la Plaza (la misma donde apuñalaron a Sgobba) con Graffitis que marcaban el territorio de los Dealers y adictos. La impunidad de los cacos y narcos en el CGT Sur es un secreto a voces.
Se trata de una crisis ‘general’, no puntual, que requiere un cambio paradigmático a la hora de enfrentar las problemáticas en materia de inseguridad. Existe un desprecio por la vida por parte de una gran porción de los jóvenes, que debiera ‘despertar’ a las autoridades. La simple deducción lógica asusta. Como premisas tenemos que ‘Mirta Collante denuncia al ‘Negro Villa’ por amenazas y por implicancia en el asesinato de su hijo’, que ‘el ‘Negro Villa’ es cuñado de Alvaro Silvera’, que ‘el ‘Negro Villa’ goza de la libertad sin ninguna investigación’. ¿Conclusión? La impunidad de los Cacos reina, esa misma impunidad que lleva a Silvera a matar sin inmutarse a Victor Sgobba. No es difícil imaginar el razonamiento del joven Alvaro Silvera: ‘si al Negro Villa que lo denuncian por matar a Mario Taboada no le pasa nada, por qué me va a pasar a mi por matar a Sgobba’.
Este desprecio por la vida que existe obedece a una ‘crisis estructural’ que padece La Rioja. Insistimos que sería un pecado imperdonable ‘puntualizar’ esta ola de inseguridad, construyendo un ‘crimen pasional’ para maquillar la cruel realidad y salir airosos de una posible movilización masiva en contra.
Se acerca el 2017 y los máximos operadores políticos no pueden dormir tratando de diagramar una estrategia electoral que impida una nueva derrota del peronismo en las urnas. Sin embargo, existen ‘cuestiones previas’ que deben atenderse para que dichas estrategias tengan éxito. No se trata de nombres, candidatos, fórmulas, siglas, partidos políticos, frentes electorales, colectoras; la gente quiere estar segura. Tan simple como eso. No existe mejor estrategia electoral que darle a la ciudadanía lo que la ciudadanía exige, y hoy la demanda tiene nombre y apellido: SEGURIDAD.