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Opinión: La responsabilidad del Voto

El abrupto Giro de Mauricio Macri demuestra que el elector no puede dejarse llevar por las ‘propuestas’ de los candidatos. No dicen lo que piensan ni lo que van a hacer, sino que solo obedecen siguen lo que dicen las encuestas. Es por ello que estamos obligados a echar una mirada al pasado -no tan lejano- para advertir lo que puede llegar a venir si gana un candidato u otro. Los paralelismos con 1999 son abundantes y sorprendentes.

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Por julio laboranti

El Domingo los argentinos comenzaremos a definir quién conducirá los destinos de la Argentina durante los próximos cuatro años. A su vez, los riojanos renovaremos tres bancas en la Cámara Baja del Congreso de la Nación, que hoy corresponden a dos peronistas -Griselda Herrera y Javier Tineo- y un radical -Héctor Olivares-. Si bien las PASO no son determinantes (no definen a las próximas autoridades), podrán tomarse como una encuesta seria y fiable del escenario que tendremos en Octubre.

En primer lugar debe decirse que lo que está en juego es la continuidad del peronismo en el poder, versus el cambio que lidera un personaje que atraviesa su ‘momento de gloria’ en la política, pero que no cuenta con una estructura partidaria que lo respalde. Scioli o Macri es la alternativa: peronismo vs neoliberalismo disfrazado demagógicamente de populismo retocado.

Macri vs Scioli

La presidencia la disputan dos personas. Con Sergio Massa muy alejado en las encuestas, Daniel Scioli –ganando en primera vuelta- o Mauricio Macri –con alguna chance si logra llegar al Ballotage- luchan por ser quien reciba el cetro de manos de Cristina Fernández de Kirchner el próximo 10 de Diciembre. No se trata de una elección más, el futuro del país será radicalmente distinto dependiendo de quien resulte ganador.

Más allá de las propuestas de campaña de cada uno, es en estos momentos donde uno debe mirar hacia atrás para poder anticipar lo que vendrá. Dos frases respaldan esta teoría. Primeramente, cómo olvidar la confesión de Carlos Menem algunos años después de asumir su primera presidencia: “Si decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”. Esa sincera y cruel frase del ex presidente riojano bien la podrán repetir los actuales candidatos dentro de algunos años: ni Scioli ni Macri están siendo sinceros con los argentinos, solo repiten lo que sus estudios de opinión le recomiendan.

En la política manda el ‘para hacer, primero hay que llegar’; en esa premisa se escudan los candidatos a la hora de justificar sus conductas meramente electorales. La gran prueba de esta situación la dio –de manera exagerada- Mauricio Macri luego de las elecciones porteñas: sabiendo el ‘humor social’ con el actual Gobierno había mejorado, se desdijo de lo dicho hace algunos meses y aseguró que “si soy presidente, Aerolineas Argentinas seguirá siendo estatal, la Asignación Universal por Hijo seguirá e YPF no se privatizará”.

¿A qué Macri le creemos? ¿Al que hace algunas semanas nos decía que AA debía privatizarse y la AUH era una excusa para mantener vagos? ¿O al que ahora nos dice que AA y la AUH son aciertos políticos de este Gobierno y hay que mantenerlas? La respuesta correcta es ‘a ninguno’. Macri no cambió su forma de pensar, lo que cambió fueron las encuestas: antes sostenían que había un gran rechazo hacia AA, la AUH y otras iniciativas del Gobierno, y ahora marcan que son ‘logros’ reconocidos del Gobierno reconocidas por una gran porción de la sociedad. Macri no es sincero ahora, pero tampoco tenemos la certeza de que lo haya sido antes, solo si llega a la presidencia sabremos cuál es la verdadera forma de pensar del actual Jefe de Porteño.

La segunda frase que debemos poner sobre la mesa a la hora de votar es la que pronunció el historiador Felix Luna pocos meses antes de su muerte: “Hago historia para entender a mi país, solo conociendo lo que pasó antes, puedo entender lo que pasa ahora y tener alguna certeza de lo que puede llegar a pasar”. Sabiendo que NO podemos guiarnos por lo que nos dicen los candidatos, nos vemos obligado a seguir la línea de pensamiento de uno de los historiadores argentinos más prestigiosos para no arrepentirnos de nuestro voto en un futuro no tan lejano.

Para entender el presente escenario no hace falta remontarnos a muchos años atrás: 1999 es una buena fecha para detenernos. Como puede suceder ahora, ese año se terminaba un largo ciclo (Menemismo) que tuvo a un Modelo de país que gobernó durante 10 años. Los argentinos teníamos dos opciones: cambiar radicalmente llevando a la presidencia a Fernando De la Rúa, o seguir con el Peronismo en el poder, pero con una renovación del Gobierno de la mano de Eduardo Duhalde. Elegimos a De la Rúa y el resultado fue la inmersión en una de las peores crisis económicas, políticas y sociales que atravesó nuestro país, con el fatídico 20 de Diciembre de 2001 como corolario.

Los paralelismos del 2015 con 1999 son abundantes y sorprendentes. Por el lado del peronismo, vemos como quien fuera vicepresidente del primer mandato del Modelo (Duhalde de Menem en 1989 y Scioli de Kirchner en 2003) es el candidato a la presidencia. Ambos (Duhalde y Scioli) dejaron la vicepresidencia para ocupar la Gobernación de Buenos Aires. Y también ambos desde la Gobernación bonaerense se lanzaron como candidatos a presidentes. Como vemos, la historia suele ser cíclica, pero en este caso con una mejoría o progreso: en aquel entonces, ante la resistencia del ultra menemismo hacia su figura, Duhalde decidió romper con el líder del oficialismo Carlos Menem. En estos últimos años, Daniel Scioli también padeció una fuerte resistencia del ultra kirchnerismo, pero optó por seguir en el oficialismo logrando ser candidato a presidente representando a la autoridad saliente.

¿Se repite la Historia?

En la oposición las coincidencias de ambas épocas también abundan, pero una se destaca por sobre el resto: la predilección de quienes se vuelcan por el candidato opositor no obedece a ‘méritos propios’ del líder opositor, sino a un profundo rechazo de la ciudadanía hacia el oficialismo. Estudios demuestran que quienes ayer votaron a De la Rúa, hoy se inclinan por elegir a Mauricio Macri; pertenecen al mismo sector social y tienen los mismos sentimientos sobre el oficialismo.

El peligro de escoger un presidente por descarte -no por coincidencia con su proyecto sino sólo para que ‘no gane’ otro candidato- radica en que si este vence, cuando Gobierne no tendrá respaldo popular, porque quienes lo votaron no coinciden con sus ideales y –en muchas casos- ni siquiera conocen sus principios e ideología. Quien puede testificar esto es el ex presidente Fernando De la Rúa, que vio como aquellos que lo había llevado a la presidencia eran los mismos que pedían a gritos –y golpeando cacerolas- su renuncia en la Plaza de Mayo aquel 20 de Diciembre de 2001.

Sobre la renuncia de Fernando De la Rúa, el sector más ortodoxo del radicalismo sostiene que se produjo por un ‘boicoteo’ que encabezó Eduardo Duhalde, que con la estructura del PJ digitó los saqueos que reinaban en el conurbano bonaerense. Esta grave denuncia institucional es la que más alerta sobre un hipotético Gobierno de Mauricio Macri, por que el líder del PRO está más desprotegido aún que Fernando De la Rúa. El ex presidente tenía –al menos- el respaldo de un partido centenario como la UCR; Macri solo tiene como estructura un partido capitalino que solo ostenta diez años de historia.

Una nueva crisis como la que vivió la Argentina en el período 1999-2001 sería letal para los ciudadanos de clase media, que lucharon estos catorce años para reconstruir su Capital, que se esfumó con la crisis de De la Rúa y el ‘Corralito’ de Cavallo. Si llega a ser Presidente, Mauricio Macri deberá luchar diariamente con estos fantasmas, con la amenaza latente de que cualquier iniciativa que tome lo podría convertir en el ‘De la Rua’ de la segunda década del Siglo XXI.

Esta historia no tan lejana para los argentinos es la que el elector debiera sentarse a recordar, repasar y re pensar antes de emitir su voto. Es en el cuarto oscuro cuando los ciudadanos hacemos gala de nuestro poder, el de elegir el futuro que queremos. No existe poder que no conlleve una responsabilidad, y la responsabilidad del ciudadano es ‘pensar’ su voto y no sufragar con liviandad.

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