A casi un mes de asumir, el presidente Javier Milei finalmente se mudó este lunes a la Quinta de Olivos, donde residirá y tiene previsto también trabajar la mayor cantidad del tiempo. Sí, el presidente dijo que visitará solo dos días la Casa Rosada y hará home office el resto de la jornada laboral. Pero lo que todavía no se entiende es por qué tardó tanto en trasladarse a la residencia presidencial. La respuesta oficial, que él mismo dio, fue que sus perros -o sus «hijos de cuatro patas», como prefiere llamarlos- no podían acompañarlo en Olivos, pero los mismos no están todavía en la Quinta y en su ahora residencia pasada, el Hotel Libertador, tampoco estaban presentes los gigantes cuatro mastines.
Las idas y vueltas de la mudanza nacieron por la propia ambivalencia del Presidente. Porque fue él mismo quien insistió en que su mudanza quedaba condicionada a que sus mascotas estén bajo el mismo techo, que -según dijo en tono altruista- todavía aguarda la llegada de materiales importados para realizar la construcción de los caniles. Así que este lunes llegó y sus mascotas brillaron por su ausencia.
Con el tema de los perros aún sin resolver, también quedaron en el tintero las prácticas esotéricas que podrían haber demorado más la mudanza. Tal como contó este diario, en Olivos hubo una «limpieza energética», que habría sido encargada por la secretaria general de la Presidencia. No fue el único presidente en rendirse a esa prácticas: Mauricio Macri ordenó hacer tres «limpiezas» en su despacho de la Casa Rosada para librarse de los fuertes dolores de cabeza que aparentemente no eran producto de su poca simpatía por la fatiga del trabajo, sino por el hecho de ocupar ese salón.
Quién paga la «fiesta»
Fueron alrededor de tres meses los que pasó Javier Milei en el lujoso hotel de Eduardo Elsztain. Allí, el presidente se instaló desde la primera vuelta electoral del 22 de octubre, y tuvo acceso a los innumerables beneficios que ofrece el selectísimo Club Lounge. También, una vez designado como presidente, contó con la ventaja de no tener un registro de visitas al cuarto de la Suite Presidencial, a diferencia de Olivos donde sí se debe anotar quién llega y a qué hora para reunirse con el jefe de Estado.
La mayor incógnita hasta el momento es quién abonó (o abonará) la abultada cuenta de más de 17 millones de pesos, costo estimado de la lujosa estadía del jefe de Estado. Cuando fue consultado sobre el tema, el vocero presidencial, Manuel Adorni, intentó ensayar una respuesta y desviar el tema, para luego comprometerse a «investigar el tema».
Posiblemente esa suma no afecte significativamente el balance de IRSA, el grupo inmobiliario que puede salir beneficiado por algunas de las medidas que adoptó el ultraderechista. Por ejemplo, el DNU que habilita a cualquier empresa a no abonar doble indemización o bien, a pactar alquileres de oficinas, negocios y habitaciones de la forma que sea. Pueden ser contratos en kilos de carne o litros de leche -como sugirió la canciller Diana Mondino- o bien en dólares o euros, monedas que suelen elegir los empresarios.
Pero el vínculo de Milei con Elsztain se extiende a la relación «libre» entre inquilino y propietario. El director de IRSA es el enlace del presidente con el reducto más selectivo de la Jabad Lubavitch, una organización judío-ortodoxa que se referencia en el Rebe Menajem Mendel Schneerson. Tras ganar las elecciones, y antes de definir a su equipo, Milei viajó a Nueva York para visitar su tumba.
Home Office
Pese a la demora en la mudanza, y según reveló el propio Milei, a partir de desarmar la valija el Presidente tiene previsto pasar la mayor cantidad del tiempo de trabajo allí en una especie de home office. Dijo que solo iría a Casa Rosada solo los martes y jueves para las reuniones de Gabinete.