Resulta paradójico que aquellos que hablan y analizan la famosa ‘Grieta’ en la que está inmiscuida la política argentina, no hacen más que agigantar esa división a la que se refieren. El periodista rosarino Reynaldo Sietecase sintetizó magistralmente esta concepción mientras agradecía el premio Tato: “me sorprende que los mismos colegas que están preocupados por la grieta se ocupan de ensancharla cada día más”. La Rioja no es ajena a este escenario, ya que la adhesión u oposición a determinado espacio político (bedersimo o quintelismo) logra eliminar cualquier convicción personal.
¿Cómo explicar esto sin términos complicados? Si sos bederista es imposible que estés en contra de la SAPEM; o si lo estás, resulta inadmisible que lo manifiestes públicamente. De la misma manera puede ejemplificarse con un riojano quintelista y su posición ante la Tasa Vial. Todo parece ser blanco o negro, no hay lugar para los grises.
En la actualidad, no son las convicciones las que guían nuestros actos o comportamientos, sino que existe una pertenencia a un determinado espacio político que se sitúa por encima de nuestras convicciones. Ante un conflicto, antes de tomarnos el tiempo para definir nuestra postura; buscamos la posición del ‘espacio’, para –a partir de allí- delinear nuestra opinión al respecto.
Es así que las diferencias se profundizan y el pensamiento individual desaparece gradualmente. Esta premisa tan desalentadora es la única manera de entender que sea tan complicado encontrar un quintelista que respalde una iniciativa del Gobierno Provincial, o un bederista que apoye una política del Gobierno Municipal.
Inconsciente Colectivo
Ante esta modalidad que se vive, en la que la política se reduce a ‘defender’ lo propio o ‘atacar’ lo ajeno, predomina una especie de inconsciente colectivo en el que no hay lugar para puntos medios; solo los extremos son válidos.
Si el Gobernador decide recibir al Intendente capitalino y aceptar el diálogo que se viene reclamando desde hace tiempo, para los estandartes de la grieta significará un Pacto y/o Alianza electoral de cara al 2015. Vivimos en una locura periodística y política en la que una simple reunión entre dos mandatarios (algo que debiera ser totalmente cotidiano y normal) pudiese estar siendo frenada por las diversas interpretaciones que se harán de la misma.
Quintela y Beder Herrera deben estar enfrentados a muerte, o aliados y protagonistas de un pacto electoral. Son las únicas dos alternativas posibles en esta rioja grietada. Una relación institucional seria, en la que los dos mandatarios más importantes de la Provincia trabajen conjuntamente y busquen soluciones en beneficio de los ciudadanos, sería encuadrada –erróneamente- en la segunda opción.
La verdadera batalla hoy tiene lugar en el ámbito periodístico y se está librando en el campo interpretativo. No existen límites a la hora de enfrentarse: cualquier arma es válida. A su vez, es imperantemente necesario aclarar que muchos medios de comunicación son propiedad de Políticos o Empresarios Mediáticos con claras aspiraciones políticas. Existe una despreocupación por lo que ocurre realmente, lo vital es anteponerse a los hechos y oficiar de ventrílocuos de esa realidad. ‘Pasa lo que te cuento y no lo que realmente pasa’ es la premisa que define a muchos medios.
Para que eso que ‘yo te cuento’ sea lo real y no creas lo que ‘el otro te cuenta’, los menos exitosos caen en agravios personales para desprestigiar a quienes gozan de mayo audiencia. ¿Cuál es el límite? La respuesta ‘asusta’.
En mayor o menor medida, -autocrítica mediante- debemos admitir que nadie es ajeno a ese escenario. El ‘es tiempo de parar la pelota y ser sensatos’ que disparó Ricardo Quintela el último viernes no solo debiera ser escuchado por sus pares políticos; los periodistas también deberíamos hacernos cargo.
Da la impresión de que una posible reunión entre el Gobernador y el Intendente consistiría en un festín para algunos actores de esta pugna interpretativa. Más allá de lo que suceda realmente, cobraría mayor importancia aún, el modo en que sea interpretada y comunicada por parte de los medios. Claramente, un encuentro que beneficie a los ciudadanos perjudica a muchos referentes políticos. Estos es tan real como lamentable: existen varios dirigentes (tanto bederistas como quintelistas) que apuestan al odio y la división para obtener beneficios propios.
Provincia, Movimiento, Hombres… ¿Quién primero?
El General Juan Domingo Perón pronunció una frase que se edificó como mandamiento fundamental en el Peronismo: “Primero la Patria, luego el Movimiento, después los hombres”. Reemplazando ‘Provincia por Patria’, sería interesante dilucidar qué orden le impregna cada político riojano a dicha frase.
En este caso, la alteración de los factores SÍ altera –gravemente- el resultado. Para el grupo de políticos (lamentablemente, el mayoritario) que cree que ‘primero los hombres (es decir, yo), luego el movimiento y después La Rioja’; el ‘bien común’ no es el objeto más preciado. El egocentrismo que sacude a muchos novatos o improvisados dirigentes, hace que la conveniencia personal (no importa que sea a corto plazo) sea lo que dirija sus acciones.
A su vez, existen algunos nostálgicos, que ‘deforman’ el significado de ‘lealtad’, y pregonan ‘Primero el movimiento, luego la Provincia y después los hombres’. Contradictoriamente, el odio o negación hacia una determinada persona (a quien supuestamente lo ubican como tercer ‘factor’), logra que el ‘espacio político propio’ (Movimiento) esté por encima de los intereses de la Provincia.
Por último –los menos- están los fieles seguidores del General. Aquellos que no piensan en sus beneficios personales, menos aún en los de sus ‘amigos’ que integran su espacio; sino en el futuro de la Provincia. Para lograr el bien común de todos los ciudadanos, no existe ‘tema’ que no se pueda tratar o ‘persona’ con la que no se pueda dialogar.
En la medida que los integrantes de este último grupo logren imponer su voluntad y no se dejen influenciar por los dirigentes de los dos primeros conjuntos, La Rioja tendrá un futuro promisorio.
El desafío de los medios radicará en cómo contar lo que vaya sucediendo en esta larga contienda pre electoral. Enrique Valiente Noalles nos dice en un artículo escrito sobre la Grieta: “Es cierto que existe siempre una lucha por apropiarse de la realidad y que en ello se expresa una voluntad de poder. Pero una cosa es una interpretación que construye los hechos y otra, una interpretación que los destruye. Una cosa es la interpretación que pugna por adueñarse de las cosas, lucha que se verifica desde los inicios del mundo, y otra cuando la interpretación, en vez de verter su contenido en el esqueleto de un hecho, esconde el esqueleto en el armario y lo sustituye. Es decir, una cosa es interpretar y otra tergiversar«.
Los medios que no tienen intereses políticos directos se dedicarán a ‘interpretar’, aun cuando corran el riesgo –natural- de equivocarse. Sin embargo, aquellos que ‘dependen’ exclusivamente de la política para subsistir ‘tergiversaran’ la realidad si no le resulta conveniente.
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