Periodismo Para Todos mostró anoche un informe con una denuncia sobre el papel que cumplió el general César Milani en el aparato represor de La Rioja durante la dictadura militar.
Según el programa de Jorge Lanata, en el Informe de la Comisión Provincial de Derechos Humanos de La Rioja figura el testimonio de Ramón Alfredo Olivera, detenido en un centro clandestino de La Rioja en 1977 luego de que suboficiales del Ejército lo apresaran en un operativo en la Municipalidad de la capital riojana.
Según el relato de Olivera, en un momento de su detención en un centro clandestino, fue llevado para prestar declaración ante un juez. En su testimonio ante la Comisión, ocurrido luego del regreso de la democracia, Olivera dijo que quien lo llevó desde el centro clandestino ante el juez fue el “teniente Milani”, que por esos años cumplía funciones en La Rioja. Olivera dijo que lo reconoció porque había sido quien había detenido a su padre y dejó sentado que Milani vio las marcas de la tortura a la que había sido sometido en el centro conocido como “Instituto de rehabilitación social”. Dijo además que Milani lo “hostilizó” en ese momento.
Ayer, Clarín había publicado información sobre la relación familiar entre Milani y el ex sargento Miguel Angel “Perico” Pérez, un represor condenado a prisión perpetua.
PATRIMONIO SOSPECHOSO
Esos datos fueron difundidos ayer por el programa Periodismo para todos, que mostró anoche por la pantalla de El Trece cómo vive Milani.
El jefe de Ejército es dueño de una mansión en el selecto barrio de La Horqueta, en San Isidro, desde 2010. En la declaración jurada de ese año declaró que pagó por esa propiedad, de 1.150 metros cuadrados, un millón y medio de pesos. Sin embargo, si se toma el valor de mercado y el tipo de cambio del dólar en 2010, ese inmueble no baja de los 600 mil dólares, es decir $2.600.000.
Antes de mudarse a esa casona de San Isidro, en la que hizo varias refacciones que incluyeron ampliaciones, una cascada artificial y parque con especies exóticas, Milani, su mujer y sus tres hijos vivían en una residencia más modesta: un departamento en Moldes 2376 piso 6. Para justificar ante la Oficina Anticorrupción el origen de los fondos con los que compró la mansión, Milani dijo que lo hizo con la venta de este departamento, operación por la que declaró haber recibido $800 mil, un monto bastante mayor al de mercado en aquél momento. Y, además, Milani registra la venta del departamento seis meses después a la compra de la casona de San Isidro.
La maniobra fue tan poco clara que hasta la OA debió pedirle aclaraciones: le pidió al entonces titular de la Jefatura II del Ejército (área de Inteligencia del que sigue a cargo hasta hoy) que aclarara con qué plata se había comprado esa mansión en La Horqueta y por qué no había declarado la compra de un Honda Fit en 2010.
Milani respondió a la intimación de la OA el 14 de diciembre de 2011 y explicó que en 2010 había declarado ahorros por $267.484 pesos pero que había olvidado anotar en esa presentación 62 mil dólares en efectivo ($329.484) y otros 33.129 dólares en efectivo ($132.516). Pero ni aún con esos “ahorros” a Milani le cerraban los números. Entonces, dijo que había vendido su departamento de Belgrano, que sacó dos préstamos y usó $109.936 de la herencia de su padre.
Aunque durante el 2010, año en que se hizo cargo del área de inteligencia del Ejército y por tanto quedó obligado a presentar su declaración jurada ante la OA como el resto de los funcionarios de Gobierno, Milani cobró un sueldo de $14 mil, dijo en su nota ante la OA que ahorraba $5 mil mensuales.
En la última declaración jurada que tiene presentada, Milani dijo haber incorporado cuatro bienes en Cosquín, Córdoba, por herencia de su padre: un local comercial en Obispo Bustos 591, donde funciona una unidad básica del Frente para la Victoria que lleva el nombre de César Milani en honor a su padre, una casa en el barrio Los Carolinos valuada en $5.545 y otra en el barrio La Remembranza de $384 y un departamento declarado en $8.929. Sus ahorros pasaron a 60 mil dólares en efectivo. Los números volvieron a inquietar a la OA, que le envió una nueva intimación.
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