El presidente Javier Milei está apoyado sobre arenas movedizas, y cuanto más resistencia opone más se hunde. Desde el patético discurso de Davos hasta la estafa de la shiit coin $Libra no ha dejado de caer en su popularidad, viene perdiendo a paso acelerado su credibilidad y la reacción de los mercados a su declinación no podría haber sido más negativa: su “plan económico” basado en el carry trade estalló, no ha conseguido elaborar un plan B, y el incremento constante en la cotización de los dólares alternativos, disimulada por intervenciones sobre el mercado de cambios que ya llevan 2.000 millones de dólares al menos durante los últimos once días hábiles profundiza la bancarrota de un Banco Central, cuyas reservas están por caer por debajo de los 25.000 millones, y están compuestas exclusivamente por registros contables. Para colmo de males, para atender a las demandas de los importadores y controlar la estampida de los dólares paralelos ha recurrido a más de 11.000 millones de dólares de los ahorristas, saqueando encajes de los depósitos privados.
En el gobierno confiaban en que la asunción de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos sería muy favorable para la Argentina, pero las políticas anunciadas por el mandatario norteamericano han disparado un colapso sobre la economía y las finanzas internacionales que asemeja la gravedad de la depresión de la década de 1930. En este contexto las cotizaciones de las commodities y del petróleo están bajando a un ritmo desmadrado, lo que supone pésimas novedades para la economía argenta y las arcas estatales que se alimentan de las divisas que esos productos generan. Ya ni siquiera existe la esperanza de Vaca Muerta, ya que los costos de producción la volverán antieconómica por sus elevados costos de explotación.
Del Fondo Monetario Internacional (FMI) tampoco llegan buenas noticias. El anuncio del acuerdo se dilata y las pésimas intervenciones públicas del ministro Luis Caputo y del propio presidente, tratando de calmar los ánimos del mercado, tuvieron en verdad el efecto inverso: la continuidad de la corrida financiera. Lo peor es que se supo este jueves que Mauricio Claver-Carone, asesor de primera línea de Trump para América Latina, blanqueó que la Argentina deberá devolver swap chino, equivalente a 18.000 millones de dólares, ya que el gobierno norteamericano no está dispuesto a prestarle dinero a la Argentina para beneficiar a los asiáticos. Si Milei cumple con todas las exigencias del norte, tal como prometió en su fallido viaje a Mar-A-Lago, donde no consiguió ni foto, ni saludo, ni ningún beneficio para nuestro país, las reservas se hundirían a apenas 7.000 millones de dólares. Allí no sería extraño que aparecieran las exigencias de cambio de deuda por recursos naturales y tierras, tal como le sucedió a otro presidente de opereta como el ucraniano Volodímir Zelenski.
Claver-Carone también habría confiado en privado la exigencia de un recambio profundo en el gabinete de Javier Milei, que incluiría la remoción del jefe de Gabinete, Guillermo Francos –con quien lo distancia un profundo enfrentamiento-, Luis Caputo; el canciller Gerardo Werthein –alineado con los demócratas norteamericanos- y el impresentable ministro de Defensa, Luis Petri. Con un Milei rendido a los pies de Trump por vocación propia, el presidente norteamericano quiere tener el control de estas cuatro áreas estratégicas del gobierno argentino para consolidar su estrategia geopolítica en la región. Ninguno de los cuatro goza del favor del mandatario argentino: Luis Caputo no paró de mentirle respecto del acceso al crédito y no gestionó como ministro sino como bróker de los timberos de las finanzas con los que suele hacer negocios desde hace décadas; a Werthein le adjudica el fracaso a la hora de conseguir un encuentro con Trump; a Francos siempre lo despreció por su volatilidad política; y Petri fue el responsable del lamentable –y condenable- discurso sobre Malvinas que le valió a Milei una causa por traición a la patria iniciada por ex combatientes.
Por si todo esto fuera poco, se está disparando nuevamente la inflación, sobre todo en alimentos y servicios, y existen chances ciertas de que el indicador de marzo comience con un 3. Sin domesticación de la inflación, sospechado de cipayismo y de estafador, despreciado públicamente por Trump y ninguneado por la comunidad internacional, el presente de Milei no es envidiable. Cada vez más seguido parece tener brotes psicóticos, los últimos dos el 2 y el 3 de este mes, luego de que le cayera la ficha del despropósito en que incurrió en el acto de Malvinas y tras sentir en carne propia el desprecio del mandatario norteamericano. Durante la semana pasada se sostiene que hubieron otros más, a consecuencia dela corrida financiera que el gobierno mismo ayudó a fogonear.
Para colmo de males, la oposición lo ve débil, casi de últimas, y se le paró de manos rechazando las candidaturas de Ariel Lijo y de Manuel García-Mansilla con números vergonzantes para el gobierno, lo que incrementó el descrédito presidencial en el contexto internacional y las dudas en los mercados respecto de continuar con sus inversiones financieras en la Argentina o reposicionarse en dólares y salir rápidamente con los fríos vientos del otoño.
Tal como es su costumbre, Luis Caputo intentará apropiarse de los dólares del FMI para facilitar una salida conveniente de los especuladores financieros amigos, para luego renunciar y disfrutar de arenas playeras más cálidas. ¿Le permitirá el FMI volver a hacerlo? Por lo pronto, ya España y varias naciones europeas han manifestado su negativa a otorgar un nuevo crédito del organismo al FMI, por lo que el futuro es lúgubre para nuestro país. Y, por si fuera poco, la catástrofe que provocó Trump en las economías y las finanzas internacionales no deja de echar nafta sobre el incendio provocado por Milei – Caputo.
La crisis del gobierno parece estar a la vuelta de la esquina. Tal como sucedió en 2001, sólo que entonces había una alternativa política de recambio en la alianza entre Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín. Y hoy la oposición es tierra arrasada.