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El Papa criticó el protocolo antipiquetes del Gobierno

Al intervenir este viernes en un evento para conmemorar los diez años del primer encuentro de los Movimientos Populares en el Vaticano, el papa Francisco no sólo volvió a pedirles que sigan luchando en paz, por “tierra, techo y trabajo” -algo que definió como “derechos sagrados”-, sino que también reivindicó la justicia social -tan denostada por el actual gobierno de Javier Milei, que más de una vez la definió como “un robo”-, y se refirió en términos muy críticos a la situación social conflictiva de la Argentina.

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Habló en un evento para conmemorar los diez años del primer encuentro de los Movimientos Populares en el Vaticano; es inhabitual que haga alusiones directas a un gobierno argentino

Francisco deploró la actuación de las fuerzas de seguridad durante la protesta que hubo frente al Congreso por el debate de las jubilaciones, cuando fue utilizado gas pimienta. Lo hizo en un evento que tuvo lugar en el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, en el Palacio San Calixto, en Trastevere. Ese órgano lo encabeza el cardenal checo-canadiense Michael Czerny y tiene entre sus miembros al abogado, dirigente social y excandidato presidencial Juan Grabois.

Tras denunciar “el silencio de la indiferencia” que “habilita el rugido del odio”, y advertir que “el silencio frente a la injusticia abre paso a la división social, la división social a la violencia verbal, la violencia verbal a la violencia física y la violencia física a la guerra de todos contra todos”, el Papa dejó de lado su discurso y se refirió a la protesta ante el Congreso en la que una niña de diez años fue rociada con gas pimienta por las fuerzas federales, en medio del protocolo antipiquetes a cargo de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

“Me hicieron ver una represión, hace una semana o un poco menos. Obreros, gente que pedía por sus derechos en la calle. Y la Policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad. Y no tenían derecho a reclamar lo suyo, porque eran revoltosos, comunistas, no, no. El Gobierno se puso firme y en vez de pagar la justicia social pagó el gas pimienta, le convenía. Ténganlo en cuenta eso”, aseguró. No es habitual en él que haga alusiones públicas a un gobierno argentino.

Incidentes en el Congreso
Francisco se mostró preocupado por cómo avanza “una forma perversa de ver la realidad, que exalta la acumulación de riquezas como si fuera una virtud”. “Les digo: no es una virtud, es un vicio. Acumular no es virtuoso, distribuir sí lo es. Jesús no acumulaba, Jesús multiplicaba y sus discípulos distribuían”, sentenció. “La competencia ciega por tener más y más dinero no es una fuerza creativa, sino una actitud enfermiza y un camino a la perdición. Esa conducta irresponsable, inmoral e irracional está destruyendo la creación y dividiendo a los pueblos. No dejemos de denunciarla”, pidió.

Al defender a los últimos, como en otras oportunidades, Francisco reiteró: “Esto no es comunismo, es Evangelio puro”. “No es el Papa, es Jesús”, recordó y dijo que también Jesús “fue duro con los ricos”. “Reconozco, claro, que los empresarios crean puestos de trabajo y contribuyen a la prosperidad económica. Es justo decirlo. Lo he dicho en Singapur, viendo el magnífico bosque de rascacielos que atestiguan ese aporte”, planteó.

“Sin embargo, los frutos de la prosperidad económica no se reparten bien. Esta es una realidad evidente que, si no se modifica, va a engendrar peligros cada vez mayores. Si no hay políticas, buenas políticas, políticas racionales y equitativas que afiancen la justicia social para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, la lógica del descarte material y el descarte humano se va a extender, dejando a su paso violencia y desolación”, advirtió.

Y fue más allá: “Lamentablemente, muchas veces son precisamente los más ricos los que se oponen a la realización de la justicia social o la ecología integral por pura avaricia. Disfrazan esta avaricia con ideología, pero es la vieja y conocida avaricia. Entonces, presionan a los gobiernos para que sostengan malas políticas que los favorecen económicamente”, agregó. “El diablo entra por el bolsillo, no se olviden”, pidió.

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