Por Ceferino Reato, para La Nación
Esos seis años en Montoneros incluyen los tres años de los cuatro gobiernos constitucionales del peronismo, donde hubo atentados como el que le costó la vida al sindicalista José Ignacio Rucci, hombre de confianza del general Juan Domingo Perón, y ataques como el de Formosa, donde murieron doce defensores de un cuartel ubicado en los suburbios de esa ciudad, entre ellos diez soldados conscriptos de 21 años que estaban de guardia aquel domingo 5 de octubre de 1975.
Luego de romper con Montoneros, en 1979, Gelman se dedicó a la escritura y no quiso hablar de su experiencia armada. Sí hizo frecuentes y sentidos reclamos por la verdad y la justicia con relación a los crímenes de la dictadura. Una astucia que convence a muchos, pero no a todos. Por ejemplo, no ha convencido al filósofo oscar del Barco, un venerado intelectual de izquierda que en 2005 provocó una intensa polémica entre sus camaradas y compañeros, que derivó incluso en un libro titulado No matar, sobre la responsabilidad.
Es que en diciembre de aquel año, la revista La Intemperie publicó una carta de lectores en la que Del Barco realizó una profunda autocrítica sobre su respaldo a distintos grupos guerrilleros. «Ningún justificativo nos vuelve inocentes. No hay «causas» ni «ideales» que sirvan para eximirnos de culpa. Se trata, por lo tanto, de asumir ese acto esencialmente irredimible, la responsabilidad inaudita de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano», señaló.
Lo había conmovido una entrevista de esa revista cordobesa a un ex miembro del Ejército Guerrillero del Pueblo, quien relató que habían fusilado en forma sumaria a dos de sus compañeros porque no lograban adaptarse a la vida en la selva. Eso ocurrió en 1964, en la zona de orán, en Salta. Era un grupo guerrillero enviado por el Che Guevara y financiado por el gobierno cubano para contagiar la revolución socialista en nuestro país.
En su carta, Del Barco recordó un reportaje reciente de Gelman en el que el poeta se pronunciaba a favor de la verdad y de la justicia, como lo haría dos años después al recibir el Premio Cervantes por su obra literaria.
Del Barco, quien conocía a Gelman desde su común militancia en el Partido Comunista, agregó: «Es cierto. Pero para comenzar él mismo tiene que abandonar su postura de poetamártir y asumir su responsabilidad como uno de los principales dirigentes de la dirección del movimiento armado Montoneros. Debe confesar esos crímenes y pedir perdón por lo menos a la sociedad».
«Los otros mataban, pero los «nuestros» también mataban. La verdad y la justicia deben ser para todos», señaló.
El filósofo admitió que Gelman padecía «el dolor insondable de tener un hijo muerto, el cual, debemos reconocerlo, también se preparaba para matar».
Son palabras que ahora vuelven a cobrar sentido y necesidad, con la fuerza de esas verdades pronunciadas en soledad, frente a un coro políticamente correcto.