https://riojalibre.com.ar/wp-content/uploads/2015/03/b3ec876a90da9bb8980edd2250434fb3.jpg isn't a valid image

  FILE: /home/riojalib/public_html/wp-content/themes/riojalibre2020/img-resizer.php
  LINE: 553

    FILE: /home/riojalib/public_html/wp-content/themes/riojalibre2020/header.php
    LINE: 45

      FILE: /home/riojalib/public_html/wp-includes/template.php
      LINE: 723

        FILE: /home/riojalib/public_html/wp-includes/template.php
        LINE: 672

          FILE: /home/riojalib/public_html/wp-includes/template-loader.php
          LINE: 106

            FILE: /home/riojalib/public_html/wp-includes/general-template.php
            LINE: 41

              FILE: /home/riojalib/public_html/wp-content/themes/riojalibre2020/single.php
              LINE: 10

                FILE: /home/riojalib/public_html/wp-blog-header.php
                LINE: 19

                  FILE: /home/riojalib/public_html/index.php
                  LINE: 17
Aparecen: , , ,

La historia del amor prohibido de Cristina

El dato, revelado el domingo por Eduardo Van der Kooy en Clarín, generó revuelo en el mundo político. La Presidenta, de luto hace ya más de dos años, suele cenar a solas con un hombre en Olivos. «…Las cenas solitarias y tardías que Cristina sabría tener ahora con un hombre de buen porte, ajeno al universo político.

Read Time:5 Minute, 32 Second

Es Diego Carbone, el jefe de sus custodios. ¿Temor frente a algún imprevisto sobre su seguridad personal? Portavoces de la residencia dicen que nada de eso: que, entre platos de frutas y verduras, intercambiarían opiniones sobre la realidad», contó el periodista días atrás.

Desde que es primera dama, el principal Carbone es el guardaespaldas más importante de Cristina Kirchner. La sigue a sol y a sombra, en el país, en los viajes al extranjero, los fines de semana cuando viaja a Santa Cruz. Cuando ella camina en público él es quien le abre paso, o la sigue a muy corta distancia, según la ocasión. Y cuando la Presidenta se acerca a los vallados a saludar a sus simpatizantes, debe lidiar con esas manos y dedos emocionados que buscan abrazarla, tocarla, apretujarla.

La relación entre Cristina, Carbone y el propio Kirchner ya había sido rescatada con una «anécdota» en el libro «Los Amores de Cristina», del periodista de Noticias Franco Lindner. Entre sus páginas 119 y 120, dice así:

«Una vez le preguntaron a ella qué haría en caso de una infidelidad de su marido. Respondió:

—Si me engaña, primero lo mato. Y después me divorcio.

Los antiguos colaboradores de Kirchner recuerdan el día en que habría tomado de las solapas aun custodio de la Pre­sidenta, Diego Carbone, para gritarle:

—¡Te volvés a acercar a ella y te mato!

Kirchner creyó detectar alguna aproximación del custodio hacia Cristina y actuó en consecuencia. Y no le importó que Carbone años antes hubiera estado entre los que le do­naron sangre y le salvaron la vida cuando él sufrió una he­morragia gástrica.

Los secretarios de la jefa, a su vez, siguen repitiendo la historia de cómo Cristina hizo echar de una inauguración de obra en El Calafate a Ángela Girometti, viuda de un empre­sario de la construcción, dueña de hoteles en Santa Cruz y —lo más importante— amiga de Kirchner. La mujer se iba a sentar en el palco, pero no la dejaron.

Los colaboradores de él contraatacan: evocan las repeti­das escenas de celos que el gobernador varado en el Sur le hacía a la legisladora que brillaba en el Congreso nacional y pasaba cuatro días a la semana en Buenos Aires, sola en su departamento de Recoleta. Además, rememoran cómo años después, ya con Cristina en el poder central, Kirch­ner sistemáticamente esmerilaba a los hombres en los que ella pretendía apoyarse para gobernar. Lo saben muy bien Amado Boudou, Coqui Capitanich, Sergio Massa, Martín Lousteau y otros, y si Axel Kicillof lo ignora es porque lle­gó último: conoció a la Presidenta cuando Kirchner ya ha­bía muerto.

La lista de reproches mutuos es extensa y sórdida, pero muestra que los celos eran un factor fundamental en el matrimonio, acaso el motor que mantenía viva la pasión. La Presidenta no se equivoca cuando dice que Kirchner fue el hombre de su vida, el que más la quiso y la prote­gió. Si hasta la coronó su reina, cuando nadie creía que él iba a cederle la Presidencia tras cuatro años de exitosa gestión propia. ¿Qué prueba de amor más elocuente pue­de pedírsele?».

¿QUIÉN ES CARBONE?

No hay incidentes conocidos, afortunadamente, de que la seguridad de la presidenta Cristina Kirchner haya tenido alguna vez que sacar sus armas o actuar ante ninguna agresión. Pero Diego Carbone, jefe de los custodios, se las ha tenido que arreglar con centenares, quizá miles de brazos, manos y deditos que con la mejor intención, podrían afectar la integridad corporal de la Presidenta. Tanta cercanía sumaría hoy una actividad menos conocida: las cenas a solas en Olivos, según destacó en su última columna de opinión en Clarín el periodista Eduardo Van der Kooy.

«¿Cuál es el comando de campaña del FPV? ¿Cuáles son sus principales estrategias? No habría nada de eso. Todo funciona al compás del humor presidencial. Los diálogos habituales con Máximo, su hijo, y con Zannini. Aunque algunos habitantes de Olivos habrían descubierto una llamativa novedad. La cenas solitarias y tardías que Cristina sabría tener ahora con un hombre de buen porte, ajeno al universo político. Es Diego Carbone, el jefe de sus custodios. ¿Temor frente a algún imprevisto sobre su seguridad personal? Portavoces de la residencia dicen que nada de eso: que, entre platos de frutas y verduras, intercambiarían opiniones sobre la realidad», contó Van der Kooy el domingo.

Desde que es primera dama, el principal Carbone es el guardaespaldas más importante de Cristina Kirchner. La sigue a sol y a sombra, en el país, en los viajes al extranjero, los fines de semana cuando viaja a Santa Cruz. Cuando ella camina en público él es quien le abre paso, o la sigue a muy corta distancia, según la ocasión. Y cuando la Presidenta se acerca a los vallados a saludar a sus simpatizantes, debe lidiar con esas manos y dedos emocionados que buscan abrazarla, tocarla, apretujarla. Ahí está Carbone siempre solícito para cumplir una de sus misiones: que Cristina no salga con moretones o magulladuras en ese proselitismo de cercanía. Carbone «opera» sobre esas manos de hombre o de mujer y calibra al instante si debe actuar o no, si implican riesgo, si debe hacerlas aflojar su presión sobre los expuestos hombros, brazos o espaldas presidenciales.

Dentro de la seguridad presidencial, un tramado donde conviven policías y militares (del Regimiento de Granaderos) bajo órdenes de la Casa Militar de la Presidencia, la tarea específica de primer anillo en los desplazamientos la ejercen los entrenados miembros de la División Custodia de la Policía Federal. Carbone es uno de ellos, y ha sabido perdurar a lo largo de los años con la confianza renovada de la Presidenta.

En mayo de 2010, el conspiracionismo que emana de la Casa Rosada creyó descubrir un «gesto mafioso» nada menos que en la tira de humor «La Nelly», de Sergio Langer y Rubén Mira, en Clarín. Tal acusación la hizo por orden de Cristina el entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Es que en una tira –en el contexto de discusión de la ley de matrimomio igualitario que se sancionaría en julio de ese año– los autores ironizaron con el casamiento entre dos policías, uno de apellido Carbone y otro Sosa. Y Cristina Kirchner interpretó que era un mensaje a la custodia presidencial. «Cabo Sosa… ¿acepta por esposo al principal Carbone? Afirmativo, acepto», fue la frase que la irritó.

Diego Carbone era precisamente principal de la Federal; y había entonces un suboficial ayudante en la custodia, Pablo Sosa, si bien dejó el cargo tiempo después. El dibujante Langer debió salir a aclarar que había sido casualidad la elección de los nombres.

0 0

About Post Author

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleppy
Sleppy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Next Post

Miami es el destino turístico del momento: Nicole Neumann mostró sus curvas

La modelo no se quiso quedar atrás de Guillermina Valdez y se tomó unos días de descanso con su marido, el futbolista Fabián Cubero, y sus hijas, Indiana y Allegra. La pareja viajó a Disney, para recorrer con las nenas todos los parques de Orlando y a Miami, para disfrutar de las playas, escapándose del frío de la Argentina. FOTOS!