Jessen, que efectivamente es gay en la vida real, acudió a varias clínicas estadounidenses en las que, en primer lugar, tratan a la homosexualidad como enfermedad, y después, aseguran tratamientos “médicos” para “curarla”.
Así, el protagonista se somete a tratamientos insólitos como tomar un medicamento que le provoca vómitos, mientas le muestran fotos eróticas masculinas. John Smid, por ejemplo, es un doctor jubilado de Texas, quien le sugiere que se despoje de las cosas que influyen en su orientación sexual, como un disco de Adele. “Ella es muy popular en la comunidad gay, tienes que escuchar música cristiana”, le dice en el documental, mientras tira el disco a la basura.
En Dallas el presentador del programa de televisión visita a un doctor que le asegura que puede cambiar su sexualidad con libros de colorear. Y en Londres, se cita con un pastor que le ofrece exorcismos para liberar a las personas de los «demonios gays».
“Me sorprende que a día de hoy todavía haya gente que piense que ser homosexual es una enfermedad curable. Es un montón de basura”, dijo Jessen.
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