Redacción de RiojaLibre
Una joven funcionaria no escalafonada del Municipio tomó coraje, y en junio del año pasado denunció al Concejal por abuso sexual. Primero acudió a las autoridades municipales, pero no tuvo respuesta ni contención, por el contrario vio como se ‘cuidaba’ al denunciado. Fue a la Justicia, y por haber ido, a las pocas semanas fue apartada de su cargo.
Hoy, ni siquiera cobra su salario. Sin notificarla, la dieron de baja. Mientras tanto, el Concejal denunciado sigue en su cargo gracias a una fuerte protección de la Intendenta, cobrando su ostentoso salario como si nada hubiese pasado. El mensaje tácito de la Gestión de Inés Brizuela y Doria es claro: ‘si denunciás a un funcionario cercano a la Intendenta, a él no le pasa nada y vos perdés el trabajo’.
Esta situación se repite en varios ámbitos del Municipio. En Tránsito hay un funcionario que cuenta con varias denuncias por violencia de género, e incluso medidas perimetrales de la Justicia para que no pueda acercarse a las denunciantes. El Municipio no solo no desafectó al funcionario denunciado, sino que ni siquiera se encarga de que se cumplan las medidas perimetrales.
Muchos trabajadores del Municipio empezaron a alartar por una preocupante naturalización de la violencia de género por parte de la Intendenta y las máximas autoridades. Se toma una ‘violencia de género’ como algo más que sucede en el trajín diario de la actividad municipal. Es realmente preocupante.
Anoche, la Concejala Mónica Villafañe fue protagonista de otro hecho de violencia. Increíblemente, la edila increpó a la víctima de Enirque Balmaceda. Fue en pleno centro de la Ciudad, y tuvo que intervenir la Policía:
Con lo puesto, el ‘furcio’ que cometió la misma Mónica Villafañe en la sesión del Martes, parece haber sido -en realidad- una sincera expresión de la naturalización de la violencia que existe en esta Gestión municipal.