No querían que nada interrumpiese la interpretación de los actores. Pablo Helman, de Industrial Light and Magic (ILM), fue quien dijo que desarrollarían esa tecnología en la que no es necesario poner puntos de referencia, que permite esa libertad y que hizo posible que Scorsese operase el milagro para rodar la película como él había soñado. Desde ILM sabían lo complicado del proyecto y se dividieron en dos grupos, el que diseñó el sistema de cámaras que filmarían la película, y el que trabajaría en el software.
El sistema de cámaras recibió el mote de “El Monstruo de tres Cabezas”. Las cámaras infrarrojas recogían la imagen sin sombras. El software se llama FLUX, Facial Lux, que era capaz de recoger la interpretación y a través de una biblioteca de interpretaciones pasadas del reparto, encontrar la versión joven de los actores adecuada a cada momento.

