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Radiografía de cómo llegan las familias a estas fiestas tras un año de Gestión libertaria

La mesa navideña de este 2024 estará atravesada por el empeoramiento de las condiciones de vida: recortes en medicamentos, postergación de estudios médicos, deuda de impuestos y un sinnúmero de privaciones. Radiografía de cómo llegan las familias a estas fiestas.

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Recortes en salud, atrasos en servicios y mesas vacías: el drama de las familias en vísperas de Navidad
En un país donde más de la mitad de la población no llega a cubrir una canasta básica, la mesa navideña estará atravesada por el empeoramiento de las condiciones de vida de los hogares argentinos: el 31% se vio obligado a recortar gastos en atención médica y postergar estudios de salud, al tiempo que el 29% no pudo comprar sus medicamentos, mientras que el 27% no llegó pagar alguno de los servicios públicos básicos y el 30% acumula deudas en impuestos. A la par, sólo 1 de cada 10 hogares tiene capacidad de ahorro mensual.

De esta manera, las familias llegan a las fiestas de fin de año en un contexto de privaciones estructurales para la subsistencia diaria que, lejos de mejorar, empeoraron entre tres a seis puntos solo en el primer año de la gestión de Javier Milei. Los datos, relevados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA) se inscriben en un marco donde, de acuerdo con datos oficiales, la población que pertenece al decil más rico de la sociedad gana 14 veces más que el más pobre, mientras crece el número de trabajadores que, con ingresos insuficientes, salen a buscar más horas de trabajo y terminan en puestos precarios y mal pagos. Así, el ingreso medio de la población ocupada se ubicó apenas en 650.000 pesos.

Como punto no menor aparece “la sintomatología ansiosa y depresiva” en los integrantes de cada hogar, lo que da cuenta de “un mayor malestar psicológico sobre todo a medida que se desciende de la estructura social”. Según la UCA, “a lo largo de los últimos 20 años al menos uno de cada 10 personas no planifica su vida más allá del día a día” y “desde 2018 se observa un incremento de la desigualdad, empeorando el indicador entre la población de niveles socioeconómicos muy bajos y bajos”. En tal coyuntura, el 76,5% de las familias pobres achican porciones o directamente no comen por falta de recursos, según el Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (Isepci).

El ajuste llegó a las Fiestas
Desde 2022 a la fecha la tasa de indigencia (no tener lo suficiente para alimentarse) se incrementó en todos los estratos de la población, a la vez que se agravó la desigualdad estructural al punto de que en Argentina 2 de cada 10 niños viven en pobreza extrema. “Con cada crisis, no sólo aquellos hogares en condiciones vulnerables intensifican cada vez más sus niveles de privación económica, sino que, adicionalmente, parte de sectores medios bajos descienden en sus capacidades de consumo, lo que se manifiesta en el incremento de los niveles de pobreza e indigencia por ingresos”, señaló un informe reciente del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA).

Al respecto “la salida de la crisis del modelo de convertibilidad estuvo acompañada de una rápida reducción de la indigencia y de la pobreza medida por ingresos entre 2002 y 2012. A partir de ese momento, el ciclo se revierte bajo un contexto de inestabilidad y estancamiento económico, con aumento acelerado de la inflación, hasta la crisis de 2023-2024”, evaluaron. En el presente, la situación de recesión económica y deterioro de las condiciones de vida hace que la mayoría de las familias llegue a las fiestas de fin de año en un escenario alarmante. Así lo grafican diferentes datos sobre el recorte en gastos esenciales como en cuidados de salud básicos, deudas acumuladas en el tiempo y la cada vez más lejana posibilidad de ahorro y planificación de futuro.

En detalle, un tercio de las familias se vio obligada a recortar gastos en atención médica, incrementándose más de tres puntos los hogares que tuvieron que realizar recortes en atención médica u odontológica, especialmente entre los más vulnerables. De igual manera, el 29,4% no pudo acceder a la compra de todos los medicamentos necesarios ya que “se observa en todos los estratos un incremento importante en las dificultades para acceder a medicamentos por motivos económicos, también más acentuado entre los hogares de nivel socioeconómico bajo y muy bajo”. Los hogares sin cobertura social o de jubilados registran una mayor suba en este indicador.

En ese sentido, hay que recordar que el gobierno nacional llevó a cabo un fuerte ajuste en la cobertura de medicamentos esenciales por parte del PAMI en un momento en el que, de acuerdo con datos de la Dirección de Acción Social de la UTN se dispararon los precios de los medicamentos más utilizados, sumado a los aumentos sostenidos de la medicina prepaga. Según el informe, en octubre de 2023, el ibuprofeno 600 costaba $ 2.333 y en la actualidad se disparó a $ 7.273, la levotiroxina subió de $ 5.473 a $ 18.800, la amoxicilina de $ 2.038 a $ 7.936, el clonazepam de $ 4.736 a $ 15.408, entre otros.

Se suma en tercer lugar la situación de los servicios, ya que el 27,1% indicó que no pudo pagar alguno de los servicios públicos como luz, gas y agua, creciendo casi 8 puntos este indicador en solo dos años. Así, entre 2022 y 2024 se incrementó la proporción de hogares que dejó de pagar al menos un servicio público por motivos económicos y “esta tendencia se intensificó entre 2023-2024 en los estratos bajos y en el medio bajo, con un particular aumento en este último caso”, se indicó en el documento 2Deudas sociales en la argentina del siglo XXI» del Observatorio de la Deuda Social Argentina.

Lo anterior tiene relación directa con el dato arrojado por el Instituto Interdisciplinario de Economía Política- IIEP (UBA CONICET) que mostró que, en diciembre, un hogar promedio del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) gasto más de 143.000 pesos para cubrir sus necesidades energéticas, de transporte y de agua potable, una suba del 402% respecto de fines del 2023, a partir de la quita de subsidios y suba de tarifas de transporte, energía eléctrica, gas natural y agua.

A lo anterior hay que agregar otro factor preocupante para las economías domésticas vinculado al pago de impuestos, ya que el 29,9% indicó que no pudo pagar alguna tasa o impuesto, dando cuenta de un incremento en la proporción de hogares que dejó de abonar “debido al aumento de este indicador entre los hogares de los estratos bajo y muy bajo”. Esta variable sufrió un incremento de diez puntos desde 2022 a la fecha.

El panorama se completa si se tiene en cuenta la capacidad de ahorro de las familias argentinas. “La capacidad de ahorro aumenta rápidamente postcrisis 2001-2022, descendió a partir de 2011 de manera sistemática, y se mantuvo siempre la desigualdad entre estratos socioeconómicos”, puntualizó el informe. Según este indicador, sólo 1 de cada 10 hogares urbanos tiene capacidad de ahorro corriente mensual.

Pese a la menor posibilidad de ahorro, los ingresos de las y los trabajadores no se canalizaron hacia un mayor consumo (se desplomó en todos los meses del año), sino a tratar de llegar como se pueda a cubrir lo básico y necesario para la subsistencia, con mayor peso de los servicios en los ingresos. Esto queda de manifiesto en que un 44% aseguró que sus niveles de consumo disminuyeron en la última etapa del año, de acuerdo con una encuesta publicada recientemente por Adecco Argentina. De esa manera, casi el 50% aseguró estar “insatisfecho” con su nivel salarial y el 58% dijo que no le alcanza con lo que gana.

De esa manera, la mayor parte de sus ingresos los destinan al supermercado (comida, artículos de limpieza) lo que sumado al pago del alquiler llega a demandar casi el 70% de los recursos del hogar. Como resultado, un 60% refirió en la misma encuesta tener incertidumbre sobre su situación laboral.

Trabajos más precarios
Durante los últimos 20 años la participación de las y los trabajadores en empleos plenos o con derechos laborales nunca superó el 45%. Por el contrario, crecieron los trabajos informales de subsistencia al punto de que, actualmente, sólo 4 de cada 10 personas activas cuenta con un empleo pleno, es decir que, la mitad de los ocupados no acceden a la Seguridad Social.

“Durante el período 2022-2024 los ingresos laborales reales -considerando el impacto de la inflación- cayeron casi 19%, pero con diferencias significativas según sector ocupacional: 12,6% los empleos formales vs. más de 20% en los empleos del sector informal. Esta tendencia se mantuvo durante la coyuntura 2023-2024: el ingreso laboral real proveniente del sector microinformal disminuyó 16% y el del sector público y privado formal 11,3%”, detalló el documento de la UCA al cumplirse el primer año de gobierno de La Libertad Avanza.

En esa línea, según los últimos datos del mercado de trabajo que difundió INDEC, en el tercer trimestre del año el desempleo se incrementó respecto de un año atrás (6,9% en 3T24 vs 5,7% en 3T23) a la vez que aumentó la subocupación demandante (8,1% frente a 6,8%) ello implica población que demanda trabajar más horas pero no consigue empleo, lo que se vincula con el menor poder de compra de los ingresos de los hogares y la necesidad de reforzar la economía doméstica.

“Se observa un mayor malestar psicológico a medida que se desciende de la estructura social”, analizó el informe del Observatorio Social sobre la situación emocional y psicológica de los trabajadores como resultado de las condiciones de vida de estos últimos años. En sintonía, la consultora Adecco aportó que casi un 90% de los trabajadores tiene síntomas de estrés y, entre los factores más destacados como origen del mismo, aparecen en el 32% de los casos el temor a no conseguir empleo (para quienes lo perdieron o están intentando ingresar al mercado laboral), a la vez que un 27% mencionó la situación económica, el 16% a dificultades salariales y 9% a la inseguridad, dando cuenta así de las alarmantes condiciones que atraviesan las familias argentinas en esta Navidad.

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