Tomemos como ejemplo a La Rioja, una provincia que ha sufrido como pocas las consecuencias de este modelo desigual. En 2024, recibió la menor inversión pública del Norte Grande: apenas $383 millones, una cifra que en términos reales representa una caída del 98,9%. ¿Qué significa esto en términos concretos? Significa hospitales sin recursos, caminos sin terminar y familias enfrentando la precariedad sin apoyo del Estado nacional. Y lo más irónico es que este ajuste brutal fue defendido como una política de «eficiencia». ¿Eficiencia para quién?
La quita de subsidios eléctricos fue otra muestra del desprecio hacia las provincias del interior. Más de 33 mil hogares riojanos, antes considerados de ingresos bajos, fueron recategorizados como «de altos ingresos». Un hogar que pagaba $14.000 por la luz en diciembre pasó a pagar casi $94.000 en enero. ¿Cómo se justifica esto? ¿Cómo puede explicarse que una familia trabajadora sea castigada con tarifas que triplican su capacidad de pago?
Ante esta realidad, La Rioja no se cruzó de brazos. Con fondos propios, la provincia avanzó en obras estratégicas como el asfaltado del camino de Pircas Negras, que conecta con Chile y tiene un potencial económico clave. Reactivó la construcción de viviendas paralizadas desde 2023 y entregó 150 hogares en el barrio Las Talas. Estas acciones no solo responden a necesidades urgentes, sino que marcan una diferencia: mientras el gobierno nacional aplica recetas neoliberales desde un escritorio, La Rioja demuestra que la política puede, y debe, estar al servicio de la gente.
Además, en el contexto local, la salida de los Chachos resultó crucial para la recirculación interna del Bocade, revitalizando la economía provincial de manera significativa. Este sistema permitió que los bonos se convirtieran en una herramienta efectiva para dinamizar el mercado interno, fortalecer el poder adquisitivo de las familias riojanas y estimular el consumo local. La implementación del bono de cancelación de deudas no solo resolvió compromisos financieros históricos, sino que también marcó un precedente como modelo exitoso a nivel país, mostrando cómo una política focalizada puede energizar la economía sin depender exclusivamente de recursos nacionales. La Rioja logró demostrar que, incluso en escenarios de escasez, la creatividad y la gestión local pueden transformar la crisis en oportunidades concretas para el desarrollo.
Pero no se trata solo de obras. La reforma de la Constitución Provincial fue un gesto audaz en un país que parece haber perdido la capacidad de planificar a largo plazo. Reconocer derechos esenciales como el acceso al agua, la energía y la conectividad, además de garantizar paridad de género en los cargos electivos, no es solo progresista; es urgente. Y, sin embargo, mientras La Rioja avanza en estos terrenos, el gobierno nacional permanece indiferente, obsesionado con sus propios números y lejano a las realidades de las provincias.
¿Esto es federalismo? Lo que vemos en 2024 es más parecido a un feudalismo del puerto, donde el centro acumula poder y riqueza mientras las provincias son relegadas al papel de siervos modernos. La dependencia económica es otro síntoma de esta dinámica: el 85% de los ingresos de La Rioja provienen de transferencias nacionales, lo que la convierte en rehén de un sistema que la obliga a pedir lo que debería recibir como derecho.
Ricardo Quintela, en este contexto, ha sido una voz que incomoda al poder central. Ha demostrado que se puede gestionar con dignidad desde las provincias, incluso cuando los recursos son escasos. Pero su lucha no debería ser la excepción; debería ser la regla. Porque un país que olvida a sus márgenes no es solo injusto, es inviable.
¿Qué tipo de país queremos ser? Uno donde las provincias sean actores principales de un federalismo real, o uno donde el puerto continúe decidiendo quién merece prosperar y quién debe conformarse con sobrevivir. La respuesta no debería ser difícil. Pero mientras el gobierno nacional siga gobernando para sí mismo, la Argentina continuará pareciendo más un mapa roto que una nación.