A continuación el Pronunciamiento de Alejandro Gallo…
Respeto a la Constitución, nada está por encima de las leyes, pero creo profundamente que:
No se debe mantener leyes que claramente impiden elevar la calidad de la representación política que cada partido debe garantizar para la sociedad y la reelección indefinida, claramente es una ley que atenta contra la capacidad de superación de la sociedad.
Si no hay alternancia, se promueve el terreno de la corrosión de las personas y se promueve la profundización de la falibilidad del sistema de administración
Es tan peligroso cambiar las reglas para quedarse en un cargo, como no cambiarlas para permitir la oxigenación de la representatividad por parte de personas diferentes.
El recambio, permite mayor cuidado en la administración correcta y despeja cualquier idea de impunidad que pueda sobrevolar inconscientemente sobre el representante en ejercicio.
Nunca es sano el personalismo, ni para la sociedad, ni para aquella persona que se ve en el papel de ejercerlo. Donde hay personalismo, hay baja de rendimiento de sus sociedades.
“Sí”, se deben continuar políticas públicas que son de utilidad, pero deben ser ejecutadas desde los partidos y no, cargadas sobre una sola persona o sobre un plantel fijo de personas, que se ven tentados a caer en errores propios del corporativismo político en esos casos
Por más joven que sea un legislador, dos mandatos son suficientes para desarrollar su propuesta y para que la sociedad disfrute de su tarea, más tiempo atenta contra su rendimiento y hay que ser optimista, sobre que sin dudas hay otra personas que también deben y pueden tener mucho para darle a la nación
Está demostrado en nuestro país y en La Rioja que la concentración del poder empobrece a la sociedad, la vuelve presa de los que detentan y algunas veces ostentan el poder, la sociedad baja su nivel de competitividad respecto de otras sociedades y espera todo de los redentores.
Para una sociedad, la reelección indefinida disminuye ostensiblemente sus capacidades, y limita la salida del pozo en que lo ha puesto la misma eternización política, a la llegada de un caudillo que cambie lo que la eternidad en los cargos le produjo, y se cae en un círculo vicioso, equivocadamente se busca un redentor y se lo hace caudillo, terminado con cualquier posibilidad de construcción colectiva y con matices que enriquezcan la gestión y las decisiones.
Los partidos tienen la capacidad o deberían tenerla, de crear nuevos cuadros y eso significa trabajar en el perfeccionamiento de su rol dentro de la sociedad.
Cambiar las reglas para eternizarse es la mayor muestra de no creer en el sistema democrático que representan o pretenden representar.
No es sano tener ni diputados, ni concejales, ni senadores de por vida, en algún momento decae su rendimiento y no lo debe permitir ni la nación, ni tampoco aquellos que ocupan dichos cargos.
No sé porque los representantes pretenden quedarse en el lugar tanto tiempo, especialmente aquellos que tienen bastante dinero, ya que no se advierte que los sueldos sean lo suficientemente tentadores como para mantenerse en el lugar de por vida, y también se puede aportar desde afuera del gobierno sin ninguna duda desde muchos lugares.
El pensar que solo “uno” es quien puede solucionar los problemas de la sociedad, habla a las claras de que no se tuvo la capacidad de consolidar un sistema serio de administración
Es importante la alternancia, también para que los representantes recuperen fuerzas e ideas, al poder disfrutar más tiempo con su familia y ver allí reflejados el servicio que le han hecho a la comunidad, y también la comunidad debe entender que merecen disfrutar de su núcleo familiar en un marco de mayor intimidad
Muchos legisladores y administradores son también hombres jóvenes, que al tomar distancia del cargo lograran perfeccionar el arte de legislar y administrar, y tendrán la posibilidad de recuperar el contacto con la sociedad, desde un lugar distinto que les permita tener otro enfoque de las necesidades y demandas de la población.
Los grandes estadistas y legisladores, dieron lo máximo de sí y no temieron al gesto sublime de la democracia de trasladar la tarea a otro compatriota comprometido con la mejora de la vida de la sociedad.
Alejandro Gallo