El Jueves pasado la Cámara de Diputados de la Provincia de La Rioja aprobó la ‘Reestructuración’ de las SAPEM que envió el poder ejecutivo. El significado literal de Reestructuración nos dice que “una estructura es un todo compuesto por diversas partes, cuando dichas partes proceden a organizarse de manera diferente, o se agregan o eliminan algunas, puede hablarse de una reestructuración”.
El concepto implica que en la estructura de determinado sistema, algo no está andando bien y es necesario cambiar para sostener dicho sistema. El significado histórico de Reestructuración nos lleva hasta la Unión Soviética y la famosa Perestroika implementada por Mijail Gorbachov. “La Perestroika (en ruso перестройка, que significa «reestructuración») es conocida como la reforma que fue creada para desarrollar una nueva estructura de la economía interna de la URSS, y fue llevada a la práctica en todo el territorio de la Unión Soviética por Mijaíl Gorbachov, un mes después de su toma de poder”. El socialismo estaba llegando a su fin y Gorbachov impuso una reestructuración para estirar la agonía y buscar una salida decorosa al fracaso del sistema.
En nuestra Provincia, para la gran mayoría de la sociedad, SAPEM es sinónimo de Corrupción y falta de transparencia en su manejo. Hasta al más bederista de los bederista le cuesta defender coherentemente el proyecto revolucionario que prometió el Gobernador. Con esta Ley que se sancionó el último jueves, Luis Beder Herrera no hace más que reconocer, oficialmente, el fracaso de las SAPEM.
En su discurso de apertura de sesiones ordinarias en la Legislatura, el máximo mandatario ejecutivo de la Provincia ya había insinuado el desagradable destino de su proyecto preferido: “las SAPEM están atadas con alambre”. El lapsus contradictorio (al mismo tiempo seguía sosteniendo que “son sociedades revolucionarias que salvarán la economía de la Provincia) del Gobernador anticipaba que se vendrían cambios más drásticos que una simple modalidad para nombrarlas (Sociedades del Estado por SAPEM).
En su segundo mandato consecutivo al frente de la Casa de las Tejas, Beder Herrera tenía una meta fundamental para perpetuarse en el poder: terminar con la dependencia absoluta en materia económica con el Gobierno Nacional. Si lograba ese objetivo, se aseguraba el aval político y –seguramente- social para quedarse en el poder unos cuantos años más. Mostrar a todos los riojanos un cambio paradigmático, como lo es la independencia económica, convencería a todos de que no existe mejor opción que la continuidad de su Proyecto.
Fracaso
Para concretar esa Independencia tan ansiada, el Gobernador debía concretar exitosamente dos variables: la Megaminería y las SAPEM. En la cabeza de Luis Beder Herrara y sus asesores, con el dinero que aportaría la explotación minera en Famatina, y la producción e industria que prometían las revolucionarias SAPEM; la economía de la Provincia crecería notablemente. El éxito económico podría contrarrestar el malestar ideológico de ‘algunos rebeldes sin causa’. En otras palabras, “si a la hora de vota, el bolsillo del ciudadano está lleno, no importa cuál sea el origen de ese bienestar”.
Sobre el tramo final del 2011 –una vez pasadas todas las elecciones- no había que ‘cuidar la imagen’ y el Gobernador volvió a la carga con el Proyecto Minero. La resistencia de los famatinenses no cedió y comenzaron los problemas: en Febrero de 2012, dos Intendentes plantaron bandera y pusieron un límite a la impetuosidad avasalladora del Gobernador. A meses de comenzar su segundo mandato, Beder se vio obligado –por la Minería- a tener en la vereda de enfrente al siempre amenazador Ricardo Quitnela y el creciente Ismael Bordagaray.
La Minería volvía a traer fuertes dolores de cabeza. El 2012 pasaba fugazmente y –con el electoral 2013- el Gobernador se vio obligado, con un fuerte rasgo de demagogia, a romper públicamente el contrato con Osisko. Todo mal para Beder: la demagogia no surgió efecto (los antimineros ya no le creían) y el costo político de sacrificar una de las dos vías para lograr la Independencia económica fue en vano. Desde entonces, todos los ‘porotos’ estuvieron puestos en las SAPEM.
No hubo límites a la hora de ‘invertir’ (el término más correcto sería ‘despilfarrar’) para apresurar los tiempos de las Sociedades del Estado. Desde el Gobierno salían ‘cheques en blancos’ para potenciar las más de cuarenta SAPEM que –sin ningún tipo de transparencia patrimonial- deambulaban por la Provincia. Sin la Megaminería, las SAPEM eran la única salvación para conseguir la –a esas alturas- salvadora Independencia Económica.
Los entendidos en la política aseguran que ‘la desesperación nunca es buena compañera a la hora de tomar decisiones’. Beder no tuvo otro camino que apelar a la desesperación y pagó las consecuencias. El fervor electoral también golpeó a las SAPEM: las encuestas (verdaderas, no las que publicaban medios amigos) le mostraban al Gobernador que su candidata –Tere Madera- estaba lejos de Julio Martínez. En consecuencia, volvió a ‘sacrificar’ su Proyecto: desplazó a José Luis Bellia de Agroandina (alma máter de las SAPEM) reconociendo la ‘corrupción’ que la sociedad gritaba a voces.
Ese gesto desesperado fue el Principio del Fin de las SAPEM. Desde entonces, la Corrupción dejó de ser una sospecha popular para convertirse en un delito reconocido por el mismo Gobierno que las impulsó. Incluso algunas Sociedades que funcionan positivamente pagan ese costo: todo lo relacionado con SAPEM es mala palabra para el ciudadano. En ese contexto debe entenderse la Ley que sancionó el poder legislativo en la última sesión.
No solamente ‘algo’, sino ‘muchas cosas’ andan mal en las SAPEM y el único camino para estirar su dramático final es la Reestructuración. Aunque eso mismo implique el ‘fin’ fáctico del sueño independentista del Gobernador: ya no serán Sociedades del Estado, sino Sociedades Anónimas con Participación Privada Mayoritaria; es decir, de SAPEM pasaron a ser SAPPM.
Más allá de las denuncias por Corrupción, las –justificadas- sospechas por el beneficio personal que tendrá Beder Herrera con estas privatizaciones disfrazadas de Reestructuración, y las divisiones internas que dejará dentro de los bloque bederistas (¿algunos aprovecharán para ‘abandonar el barco’?; la Ley de Reestructuración de las SAPEM significa la firma del acta de defunción de Beder Herrera en el Gobierno.
Sin la Megaminería y las SAPEM (como Sociedades del Estado, no de manos Privadas), es imposible que el Gobernador consiga la Independencia Económica que se propuso. Entonces, queda por preguntarse qué sería lo que motive a Beder Herrera a quedarse en el Poder. No se trata aquí de encuestas truchas, operaciones mediáticas, o estrategias básicas de Mesas Partidarias; sino de ‘contenido’ y planes de Gobierno: ¿Para qué querría continuar Beder si la esencia de su Proyecto ya fracasó?.