Los sudafricanos lo llamaban Madiba, un título honorífico que les daban a los ancianos del clan donde había nacido, aunque el mundo lo conocía como Nelson Mandela, el primer presidente de Sudáfrica elegido democráticamente mediante el voto universal.
Mandela murió en su casa de Johannesburgo a los 95 años. Allí lo cuidaban 22 médicos. Sus últimos meses estuvieron dominados por complicaciones de salud: una grave pulmonía lo tuvo internado en un hospital de Pretoria entre junio y setiembre. Quizás fue una secuela de la tuberculosis que contrajo durante su encierro en la isla-prisión de Robben Island, frente a Ciudad del Cabo.
Este abogado y luchador social había nacido en Qunu, un pequeño poblado cercano a Umtata, en una familia numerosa, de 15 hermanos. Su educación primaria estuvo en manos de misioneros, en una escuela local. Luego ingresa en el Colegio Universitario de Fort Hare, donde entra en contacto con la política.
Su compromiso social lo lleva a incorporarse en 1944 al Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. La ideología subyacente era un socialismo al estilo africano, donde sobresalía el antirracismo y el antiimperialismo. Cuatro años después se da una situación particular en Sudáfrica. Llega al poder el Partido Nacional, que institucionalizó la segregación racial y profundizó el régimen del apartheid.
A partir de 1952, Mandela pasó a presidir el ANC y se convirtió en el líder de hecho del movimiento. La represión produjo 8.000 detenciones, incluyendo la de Mandela, que fue confinado en Johannesburgo. Al ser liberado, en 1955, reapareció promoviendo la aprobación de una Carta de la Libertad, en la que plasmaba la aspiración de un Estado Multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social.
Las manifestaciones se intensificaron y el régimen racista se endureció. Los líderes del ANC comprendieron la imposibilidad de seguir luchando por métodos no violentos. En 1961 Mandela fue elegido secretario honorario del Congreso de Acción Nacional de Toda África, un nuevo movimiento clandestino que adoptó el sabotaje como medio de lucha contra el régimen de la recién proclamada República Sudafricana. En 1962 fue detenido nuevamente y condenado a cadena perpetua: estuvo 27 años en la cárcel.
El régimen sudafricano rechazó en todo momento las peticiones internacionales para que lo liberaran. Así Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país.
Cuando en 1984 el gobierno intentó eliminar el mito ofreciéndole la libertad si aceptaba establecerse en uno de los sectores del apartheid, Mandela lo rechazó. Su nombre ya era parte de la lucha popular y la población no estaba dispuesta a aceptar que continuara el régimen.
Ante la situación, Frederik De Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, tuvo que ceder y comenzó a reducir la segregación racial. Lo liberó a Mandela en 1990 y lo convirtió en su principal interlocutor para negociar el proceso de democratización. Por esa acción Mandela y De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993.
Pero su batalla aún no había terminado. En las elecciones de 1994 se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica. Desde ese cargo pudo poner en marcha una política de reconciliación nacional, manteniendo a De Klerk como vicepresidente.
Su prestigio y capacidad lo convirtieron en un líder indiscutible de las relaciones internacionales africanas. Medió en varios conflictos como en el de Zaire (actual República Democrática del Congo), que en 1997 acabó con el régimen de Mobutu Sese Seko. El 20 de junio de 1999 Mandela entregó el poder a su sucesor, Thabo Mbeki, y se retiró de la política, al menos formalmente.
Madiba tuvo tres matrimonios y 5 hijos. Desde que abandonó el cargo asumió responsabilidades de liderazgo en diversas esferas y obtuvo más de un centenar de títulos universitarios honoríficos y galardones de todo el mundo, pero sin dudas su liderazgo –que sirvió de ejemplo en todo el mundo– estuvo marcado por la lucha contra el racismo.