Redacción de RiojaLibre
En su Homilía durante el Tedeum, el Obispo Dante Braida cuestionó enfáticamente las políticas libertarias del Gobierno Nacional: «el desprecio de los débiles puede esconderse en formas liberales al servicio de intereses económicos de los poderosos».
“Desgraciadamente, con frecuencia la política sufre un descrédito que dificulta la marcha hacia un mundo más justo. Se utilizan tecnológicamente con fines liberales al servicio de empresas económicas, y la causa se pierde”, señaló, reclamando una mirada de largo plazo que respete la diversidad cultural y promueva un mundo abierto e inclusivo.
Bradia siguió la línea de la homilía del Arzobispo García Cuerva en Buenos Aires. El Tedeum porteño estuvo marcado por la tensión desde el comienzo, ya que el Presidente Javier Milei no saludo al jefe de Gobierno, Jorge Macri, ni a la titular del Senado, mientras que el año pasado habían ingresado al templo tomados del brazo.
El mensaje de García Cuerva en el Tedeum del 25 de Mayo
«El mensaje que compartiré quiere ser un aporte para todos los actores de la sociedad argentina convencidos que entre todos construimos la patria. Algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación, nosotros venimos a pedirle a dios que la Argentina se cure y viva, experimentamos que se está muriendo la fraternidad, la tolerancia, el respeto. Y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, las esperanzas de forjar una argentina unida, una patria de hermanos.
Años de promesas incumplidas y estafas electorales nos hicieron perder las ganas de participar, de involucrarnos, y hasta de incumplir con el deber ciudadano de ir a votar, nuestro país también sangra, tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión, tantos adolescentes que sufren víctimas del narcotráfico, personas en situación de calle, las familias que sufrieron inundaciones, personas con discapacidad.
Los jubilados merecen una vida digna con acceso a los remedios a la alimentación, muchos podrán ser tristes responsables de esta situación pero la oportunidad de resolverla es hoy. ¿Hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas? La Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo y los que viven de privilegio que los alejó de la calle.
A pesar de que hoy nos dice que la Argentina no está muerta sino que estamos adormecidos por la indiferencia y del individualismo. Son los haters de jesus, aquellos que difaman, critican, los que odian y justifican su desprecio, el terrorismo de las redes. Hemos pasado todos los límites: la descalificación, la agresión constante, la difamación parecen moneda corriente.
No podemos construir una nación desde la guerra entre nosotros, todo acto de violencia es condenable y quiebra el tejido social. El que tengo al lado es un hermano, no un enemigo ni un ser despreciable a vencer.
Hoy quisiéramos que volviéramos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos los argentinos, el abrazo que negamos al que piensa distinto o al que tiene otras costumbres o modos de vivir.
Argentina, levantate, ponete de pie, vos podés. Basta de arrastrarnos en las descalificaciones y la violencia. Es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones en un «sálvese quien pueda», es con todos, mirándonos a la cara porque nuestras decisiones y políticas públicas tienen que tener rostros completos, historias que nos tienen que conmover.
Muchos hermanos tienen hambre de pan pero todos tenemos hambre de sentido de vida, porque nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación, el pan viejo de la violencia y la insensibilidad.
Tenemos hambre de solidaridad, de fraternidad, para que la indiferencia, el descrédito y la descalificación no llene nuestras mesas. Tenemos hambre de esperanza capaz de despertar la ternura y sensibilizar la transformación abriendo el camino de la ternura. Todos tienen un papel en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada.
La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social. Las nuevas generaciones merecen que les dejemos un país consolidado, un país reconciliado, con nuevos horizontes. No los defraudemos».