Redacción de RiojaLibre
En Marzo de 2016, Néstor Bosetti tenía el poder suficiente como para ‘romper el pacto’ que se había hecho en Diciembre de 2015, provocando una profunda división en la Legislatura. Su fortaleza preocupaba a muchos: es que el ‘bloque bosettista’ (liderado por Chamía y Del Moral) superaba 17 a 13 al ‘bloque casista’ (liderado por Guzmán Soria y Oviedo).
De esta manera -luego de escandalosas reuniones y sesiones- el bosettismo lograba quedarse con los cargos de mayor importancia dentro de la Cámara: vicepresidencia primera y presidencia del bloque mayoritario. Fueron varios los Diputados que hablaron de la ‘ambición desmedida’ de Bosetti, y que hicieron pública su preocupación por la estabilidad del Gobernador, que se veía jaqueada por el creciente poder que adquiría Bosetti.
El bosettismo estaba en ‘su salsa’, solo era cuestión de tiempo para cumplir el objetivo que se vio postergado el 8M de 2015. Además de su poderío dentro de la Legislatura, el Vicegobernador también tenía delfines y aliados claves dentro del Ejecutivo. Por otra parte, con su multimedio ponía en jaque a todo funcionario del Gobierno que osara con ‘hacerle frente’.
En el primer semestre de 2016, en La Rioja hubo dos poderes casi con la misma jerarquía y autoridad: Ejecutivo y Legislativo. La cámara fue más que nunca una ‘caja de resonancia política’ que reflejaba la actualidad de la Provincia.
Pero apareció Beder y todo cambió. Muchas podrán ser las interpretaciones de ‘cómo pasó’, o ‘cuál fue el aspecto de mayor incidencia’, pero lo cierto es que el Vicegobernador hoy atraviesa una realidad muy distinta a la de aquel Bosetti todopoderoso del primer tramo del 2016. Hoy, el Vicegobernador está obligado a disfrazarse de ultra casista para no sufrir sobresaltos en la Cámara.
Los números son lapidarios: de aquella mayoría del bloque bosettista, hoy el Vicegobernador solo pudo retener tres Diputados (Chamía, Sbíroli y Rodríguez). Pero el panorama es más desalentador aún para el Vice: esos tres diputados deben renovar su banca el Domingo, y están con un pie más afuera que adentro. ¿Se quedará el Vicegobernador sin ningún ‘Diputado bosettista’ en la cámara?.
En frente, 27 Diputados justicialistas se ‘frotan las manos’ esperando el ‘ok’ para entrar en acción. Ese justicialismo que el bosettismo abandonó, y al que enfrenta en estas elecciones.
De aquel Bosetti que parecía llevarse todo puesto (su sobredosis de poder lo hacía cometer exabruptos imperdonables para su cargo, como por ejemplo tratar de energúmeno a Guzmán Soria), a un Vice que ruega clemencia al Gobernador. De aquel bloque bosettista que le ‘embarraba la cancha al Gobernador’ (en Junio de 2016, contra la postura del Ejecutivo -Salud y Educación- decidió adelantar las vacaciones por una inexistente Gripe A), a un Picana Rodríguez que asegura que le pondrá ‘Sergio Casas’ al nuevo bloque que integrará junto a Chamía y Sbíroli.
Algunos pocos -cada vez ‘más pocos’- ilusos se autoengañan creyendo que se están enfrentando a la figura más poderosa de la Provincia. ¿Acaso no pensaron que podría ser el mismo Beder quien buscó este escenario? En Junio de 2016, Sergio Casas era un gobernador débil que se veía amenazado por las ambiciones desmedidas de su Vicegobernador, en Junio de 2017 tenemos a un Casas híper fuerte, que ve cómo su vicegobernador le ruega que no le sulte la mano.
‘La única verdad es la realidad’, repetía el general, y hoy la realidad es que la debilidad de Bosetti es evidente y manifiesta. Hoy Bosetti ya ni piensa en ser Gobernador, su gran preocupación pasa por no verse obligado a volver -en los próximos meses- a su oficina de Mariano Moreno 530, en el Barrio San Román.