(Por Osvaldo Peralta)
Javier Milei, el controvertido presidente argentino, ha vuelto a encender el debate público, esta vez por las graves acusaciones de plagio en su más reciente libro, “Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica”. A pesar de su declarada postura en contra de la propiedad intelectual, Milei ha sido sorprendido, una vez más, robando el trabajo de otros, lo que pone en tela de juicio tanto su integridad como su capacidad intelectual.
El escándalo actual no es nuevo para Milei. Ya en 2022, su libro “Pandenómics” fue descubierto como una obra plagiada de seis autores diferentes, lo que llevó a una denuncia judicial. Sin embargo, el presidente no se detuvo. En su último libro, Milei no solo repite el delito, sino que lo lleva a un nuevo nivel al copiar fragmentos de un investigador del Conicet, el mismo organismo que su gobierno ha intentado clausurar.
En el corazón de su libro, Milei incluye pasajes completos de la obra “Teorías Económicas sobre el mercado de trabajo II: Neoclásicos y nuevos keynesianos”, publicada por el Fondo de Cultura Económica en 2007 y escrita por investigadores del Conicet, entre ellos Fernando Toledo. Este plagio se encuentra en la página 265, donde Milei expone conceptos sobre las fluctuaciones de la producción agregada y del empleo, sin aportar nada propio.
El plagio no se detiene ahí. En las páginas 330 a 337, Milei copia extensos párrafos del trabajo “Demanda por dinero: Teoría, evidencia, resultados”, escrito en el año 2000 por Verónica Mies y Raimundo Soto, profesores de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estos plagios no son meros errores; son robos intelectuales que subrayan la falta de ética del presidente.
Además, entre las páginas 353 y 357, Milei recurre a apuntes de la página Studocu, una plataforma de documentos de estudio que, al igual que el antiguo “Rincón del Vago”, proporciona material de referencia para estudiantes. Este hallazgo solo refuerza la imagen de Milei como un académico deshonesto, que no solo copia a autores reconocidos, sino también a fuentes estudiantiles anónimas.
La ironía no puede ser más contundente: Javier Milei, quien públicamente rechaza la propiedad intelectual, ha financiado su campaña y el alquiler del Luna Park con las regalías de sus libros plagiados. Este acto de hipocresía extrema plantea serias dudas sobre la coherencia de sus principios y sobre la ética que guía su administración.
El 22 de mayo, Milei presentó su obra en el Luna Park, en un evento con entrada libre y gratuita. Allí, los asistentes podían adquirir el “Pack Javier Milei” por 73.700 pesos, que incluye su nuevo libro, “El fin de la inflación” y su autobiografía “El camino del libertario” (también plagio). Originalmente, la presentación iba a ser en la Feria del Libro, pero debido a un cruce con los organizadores y las exigencias desmedidas de Milei, el evento se trasladó al histórico estadio.
Alejandro Vaccaro, titular de la Fundación del Libro, expresó su desacuerdo con la presencia de Milei, citando razones económicas y la falta de recursos para cumplir con las demandas del presidente. Vaccaro ironizó sobre la situación, señalando que “no hay plata” para las exigencias de Milei, quien solicitó 5000 entradas gratuitas, un costo imposible de cubrir para la organización.
La defensa de Milei, alegando hostilidad y posibles intentos de sabotaje, solo añade una capa de victimismo a su narrativa. En entrevistas recientes, Milei ha culpado a la “hostilidad kirchnerista” de su decisión de no participar en la Feria del Libro, un argumento que parece más una táctica de distracción que una razón válida.
El verdadero problema radica en la práctica continua de Milei de apropiarse del trabajo ajeno, lo que es un delito grave según la ley de Propiedad Intelectual. Este comportamiento no solo es ilegal, sino que también socava la credibilidad y la honorabilidad del presidente, planteando serias preguntas sobre su capacidad para gobernar y ejecutar políticas económicas en un contexto de severo ajuste.
El plagio es una falta de respeto hacia los autores originales y una traición a los principios académicos y éticos. Para un presidente que se presenta como un defensor del capitalismo y la competencia, recurrir al plagio es un acto de cobardía intelectual. En lugar de crear contenido original y aportar nuevas ideas, Milei opta por la vía fácil del copy-paste, revelando una preocupante falta de creatividad y capacidad analítica.
La comunidad académica y el público en general deben cuestionar la legitimidad de un líder que no respeta las normas básicas de la propiedad intelectual. La repetición de estos actos delictivos no puede ser ignorada, y es imperativo que se tomen medidas para garantizar que el plagio no quede impune. La justicia debe actuar con independencia y rigor, asegurando que Milei enfrente las consecuencias de sus acciones.