El 1 de febrero de 2019, Sofía, de tres años, fue ingresada a un hospital de la localidad rionegrina de Lamarque por un fuerte dolor abdominal. Debido a la gravedad del cuadro, fue llevada inmediatamente al sanatorio Juan XXIII de la ciudad de General Roca, a más de 200 kilómetros, donde los médicos descubrieron que la menor padecía una severa peritonitis. No pudieron hacer nada para salvarla. Tres días después, Sofía murió.
Los primeros estudios practicados al cuerpo revelaron, sin embargo, una historia detrás. No sólo se trataba de una dolencia aguda lo que padecía, sino que empezaron descubrir marcas en su cuerpo, cicatrices profundas y heridas. El hospital de Roca ante este panorama dio intervención a la Justicia y luego de varios exámenes ordenados por la fiscal Belén Calarco, se comprobó: Sofía, de sólo 3 años, había sido sometida a golpes, vejámenes, torturas y abusos sexuales gravemente ultrajantes sostenidos en el tiempo.
Janet Neira (28), su mamá, y el padrastro, un hombre identificado como Marcos González, fueron acusados inmediatamente, pero por diferencias en sus respectivas defensas, a los imputados los juzgaron en distintos procesos, ya que la mujer, por un lado, aceptó los cargos, mientras que su pareja, negó todo y espera el comienzo del juicio oral y público.
El avance de la investigación y los peritajes detallaron un caso de maltrato infantil pocas veces visto. Por ejemplo, según reveló la fiscal Calarco en diálogo con Infobae, esa peritonitis que permitió desentrañar la brutalidad del asesinato había sido causada por la gran cantidad de golpes que según la acusación ambos acusados le propinaron a Sofía entre el 26 y el 31 de enero previos a la internación.
De acuerdo con la fiscal, las golpizas derivaron en un “síndrome de disfunción multiorgánica por shock séptico y que produjo su muerte”. En ese sentido, indicó que Sofía no fue asistida ni por su madre ni por la pareja, pese a que por varios días presentó dolor en el abdómen, vómitos y fiebre.
“La abandonaron a la nena a su suerte y por ese abandono falleció”, dijo.
En principio, ambos negaron la acusación. Sin embargo, para la fiscal estaba muy claro que Neira y González eran los culpables del crimen. La cantidad de pruebas fue fuerte Además del testimonio de más de 30 testigos entre vecinos y médicos que atendieron a la Sofía, estaba el cuerpo de la víctima.
«Se trató de un caso de violencia sistemática de personas mayores contra una menor. La hicieron pasar hambre, frío, la hicieron dormir parada. Le daban duchas frías, le cortaban el pelo y en algunas partes la dejaban pelada”, relató.
No fue lo único y no fue suficiente para los asesinos: la autopsia encontró quemaduras de cigarrillos, así como cortes en las plantas de los pies y manos. Otro dato aterrador por la fiscal fue que Sofía presentaba el desprendimiento casi total de una de sus orejas. “Hasta quisieron arrancársela, no una, sino dos veces”, dijo Calarco. Las lesiones en la zona genital determinaron la existencia de violaciones.
Durante la internación de Sofía en el hospital de Roca, los médicos notaron algo fuera del guió usual: Neira se mantuvo alejada de la situación y no contestaba los llamados de los funcionarios del área de Niñez ni de Salud. Se mostró alejada e incluso solicitó el certificado de defunción antes de conocer la noticia de la muerte de su propia hija.
Otro dato revelado por la funcionaria y que da cuenta del nivel de daño es que al momento de su detención, la madre tenía en su celular 18 fotos de pornografía infantil: los análisis a los teléfonos revelarían que se mandaban entre ellos imágenes y consultaban en buscadores de Internet los efectos de abusos sexuales.
Después de 9 meses, en los que incluso llegó a darse a la fuga luego de que la Justicia le concediera el beneficio de la prisión domiciliaria, Neira finalmente aceptó los cargos que le imputaron y recién la semana pasada, en un juicio de cesura, fue condenada a la pena de 24 años y siete meses de cárcel por el tribunal compuesto por los magistrados Fernando Sanchez Freytes, Maria Gadano y Emilio Stadler. Se trató del monto exacto que la fiscal había solicitado días antes.
La madre de Sofía aceptó sin mayores problemas una imputación maratónica, como “autora de lesiones leves calificadas por el vínculo reiteradas en un número indeterminado de veces; partícipe necesaria de abuso sexual gravemente ultrajante por las circunstancias de su realización reiterado doblemente calificado por el vínculo y por la convivencia preexistente con un menor de 18 años; autora de desobediencia a una orden judicial; como co-autora de abandono de persona seguida de muerte calificado por el vínculo; como autora de tenencia ilegal de pornografía infantil agravada por la edad de las víctimas. Todo en concurso real”.
Según explicó Carlarco a Infobae, el defensor público que asistió a la mujer, desistió de continuar con el proceso por el sufrimiento que padeció la nena de tres años y “aún consciente de que el impacto de las cárceles en la vida de las mujeres es mucho mayor al que se experimenta en los hombres”.
Sin embargo, el padrastro hizo lo contrario y jamás aceptó la acusación. Aún niega todos los hechos y espera el comienzo del juicio oral y público, que estaba pactado para abril, pero por el avance de la pandemia del COVID-19, se pospuso. Es por esto que el proceso comenzó a circular por dos carriles distintos. Todavía el debate no tiene fecha pero las pruebas en su contra son muchas. Si bien la fiscal dijo que podrían condenarlo a más años, en Río Negro se habla de penas por arriba de los 30 años por los delitos de lesiones, abuso sexual gravemente ultrajante, corrupción de menores y abandono de persona seguido de muerte.
Los maltratos y tormentos a Sofía investigados en el expediente sobre su asesinato, según calcula la Justicia, ocurrieron entre octubre de 2018 y el día de la peritonitis, en la casa familiar. Sin embargo, comenzaron mucho antes. La fiscal obtuvo como prueba una resolución de la jueza de paz de Lamarque dictada el 16 de octubre, en la que les había ordenado a ambos “la prohibición de realizar actos violentos o cualquier otra violación de los derechos de los niños y niñas”. Es decir, la justicia ya sabía que Sofía no estaba protegida.
Sofía vivía en un barrio humilde de la localidad con su mamá, el padrastro y dos hermanos. La Fiscal contó que de acuerdo con lo que pudo saber de los testigos, en un comienzo Janet se mostraba como “una excelente madre”. Sin embargo, al momento de comenzar la relación con González, todo cambió para siempre. Se alejó del resto de sus familiares y se tornó una mujer violenta.
Ahora, la preocupación gira a los hermanos de Sofía.
La madre finalmente habló. Luego de aceptar el juicio abreviado y la responsabilidad, fue casi nada lo que Neira dijo ante la justicia. Cuando le preguntaron por qué reconocía el horror de lo que había hecho sin mayores objeciones, contestó: “Tengo que sanar”.