La Comisión de Estudio de Fenómenos Aeroespaciales (CEFAe) es un organismo dependiente de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) que funciona desde 2011 en una oficina del edificio Cóndor, en la ciudad de Buenos Aires, dónde conviven monitores que siguen satélites en tiempo real con restos de la nave espacial rusa Salyut 7 que se estrelló en la provincia de Entre Ríos en febrero de 1991.
El responsable de CEFAe, el comodoro (R) Rubén Lianza, recibió allí a Télam y explicó que lo que allí brindan «es un servicio público abierto para que los ciudadanos puedan esclarecer los avistamientos de OVNIs que hayan registrado».
«Utilizamos todas las herramientas disponibles para identificar con el mayor grado de precisión posible cada caso. No es que estemos buscando vida extraterrestre en las fotos”, aclaró.
El especialista, con 40 años de experiencia, explicó que “muchas personas logran tomar fotografías cuando ven algo en el cielo que no pueden explicar y otras cuando ven las fotos que tomaron notan objetos que parecen volar y que no esperaban ver ahí.
En esos casos muchos se contactan con nosotros con la expectativa de que identifiquemos esos objetos voladores”, agregó.
“Existen miles de otros objetos de origen ordinario que producen confusiones en la gente y por eso esta comisión utiliza el término ‘fenómenos aeroespaciales’ y no la tan mal usada sigla OVNI». acotó.
Lianza indicó que “se identifican al menos siete diferentes géneros de explicaciones. Algunas son de origen óptico que pueden ser reflejos externos o internos del lente, partículas o gotas sobre el lente o problemas del sensor; otras biológicas, aves o insectos cruzando frente a la cámara o formando ilusiones ópticas por estar tomados con muy baja velocidad de exposición”.
“También hay causas astronómicas, como por ejemplo la Luna a plena luz del día, alguna estrella, planeta o incluso la ocasional caída de un meteoro, el reflejo del sol en espejos de satélites de comunicaciones, aeronaves en vuelo diurno o nocturno o globos experimentales», añadió.
Hasta el momento, 40 por ciento de los casos presentes en el informe corresponden a causas biológicas, un 37,1 por ciento a causas vinculadas con efectos producidos por la cámara, mientras que el 5,7 por ciento corresponde a causas astronómicas y el 2,9 por ciento a causa de satélitales.
Para el análisis de los casos la comisión utiliza, entre otros, tres softwares de seguimiento satelital y astronómico, Orbitron, Satflare y Stellarium que registran la órbita exacta en tiempo real y con posibilidad de simulación en tiempo diferido de los satélites y cuerpos celestes con los que se puede reproducir el estado del cielo en la hora y la fecha exacta en la que se denunció el fenómeno.
“Pasar toda la grilla de satélites a una fecha pasada nos permite ver exactamente qué había en el cielo en el lugar y momento en que el testigo dice que vio lo que vio, facilitándonos enormemente la resolución de las causas de los avistamientos”, afirmó el comodoro.
“Este año nos llegó nuestro primer caso de destello Iridium de una persona que estaba fotografiando la vía láctea a la medianoche. Este tipo de satélites tienen 3 espejos y destellan cuando el sol está debajo del horizonte e ilumina a uno de ellos: los rayos de luz suelen ser tan intensos que se reflejan en la superficie de los lagos e incluso atraviesan la bóveda celeste en plena luz del día”, explicó.
“Cuando la gente ve cosas al límites de la visión, el cerebro completa la información faltante recurriendo a la imaginación. Esto puede ocurrirle tanto a una persona sin experiencia aeronáutica como al piloto más experimentado. Por eso todos los casos que recibimos deben estar necesariamente acompañados por pruebas en fotografía, video o evidencias materiales”, completó.