No sorprende que esta maniobra tenga origen en sectores vinculados a La Libertad Avanza, que han intentado reproducir en La Rioja la misma estrategia que desplegaron a nivel nacional: una comunicación basada en el ataque sistemático, la desinformación y la agitación emocional, antes que en el debate democrático y la construcción política.
La industria del odio como herramienta política
Estas campañas no buscan sumar ideas ni críticas constructivas. No buscan participar del diálogo público con argumentos. Buscan otra cosa: romper, confundir, erosionar la confianza.
Cuentas sin nombre, sin foto, sin historia. Bots que repiten consignas fabricadas. Usuarios que aparecen una noche, insultan, difunden información manipulada y desaparecen. Este patrón se ha visto en otras provincias y ahora se replica con fuerza en La Rioja.
Es una táctica conocida: inflar artificialmente la sensación de caos para instalar la idea de que “todo está mal”, aunque los datos, el territorio y la realidad cotidiana digan otra cosa.
Construir enojo para deslegitimar
El objetivo es claro: generar un clima social de irritación permanente, donde cualquier discusión pública quede reducida a gritos, descalificaciones y sospechas.
Porque cuando se destruye la confianza, se debilitan también: las políticas públicas, la institucionalidad, la palabra del Estado y la convivencia democrática.
La estrategia es burda, pero efectiva si no se la desnuda. Un pueblo enojado y desinformado es más fácil de manipular.
La Rioja no se gobierna con trolls
Frente a esta operación política, es necesario reafirmar algo elemental:
La Rioja no se conduce desde redes anónimas ni desde laboratorios digitales.
La provincia se sostiene con: trabajo territorial, presencia institucional, políticas públicas reales,
diálogo con las comunidades, transparencia en la gestión.
La diferencia es clara: mientras algunos se esconden detrás de perfiles falsos para destruir, otros ponen el cuerpo y gobiernan todos los días para construir.
Un llamado a la responsabilidad democrática
Es tiempo de que la ciudadanía pueda reconocer estas maniobras y no caer en la trampa del enojo prefabricado. Porque cuando una sociedad pierde la capacidad de distinguir entre crítica legítima y campaña organizada, pierde terreno el debate público y gana terreno la manipulación.
La Rioja merece una discusión política honesta, con ideas, con respeto y con futuro. No la viralización de odio a través de cuentas sin rostro

