Por Mariano Atanasoff
El boxeo argentino tiene en la actualidad cinco campeones mundiales entre los hombres y hay dos de ellos que sobresalen por sobre el resto. Se trata de Sergio Gabriel Martínez, monarca de los medianos del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), y Lucas Matthysse, quien posee el cinturón interino de los superligeros del mismo organismo. Pero, a pesar de ser los máximos exponentes viven realidades muy distintas, ya que no son reconocidos por el pueblo de la misma manera.
“Maravilla” consiguió el máximo de popularidad a finales del 2011 y durante el primer semestre del 2012, donde se dedicó a realizar una gira por diferentes medios y hasta llegó a participar del “Bailando por un sueño”, el programa de Marcelo Tinelli, para que la masa lo conozca.
Luego se enfrentó con Julio César Chávez Jr., a quien le arrebató, mediante una verdadera lección pugilista, la corona que supo tener en la década del ‘70 el gran Carlos Monzón.
El de Trelew, en tanto, no es “popular”. Si bien es el mejor dentro de su categoría y el próximo 7 de septiembre tendrá la oportunidad de demostrarlo, cuando se mida con el estadounidense Danny García, puede caminar tranquilamente por plena peatonal Florida, que sólo unos pocos lo reconocerán. Esto tiene que ver con su personalidad. No le gusta estar exponiéndose en los programas con mayor audiencia de la televisión nacional y, a la hora de dar entrevistas, no se deja llevar por el contorno y siempre dice las cosas en forma medida.
Pero no sólo en la “fama” hay diferencias entre el quilmeño y el sureño. También en la forma de enfrentar cada compromiso.
Martínez gana, pero no por la nocaut. ¿Pero cómo, si a Paul Williams le propinó la mejor definición de los últimos tiempos? Lo que hace es desgastar a sus rivales y, si se presenta la oportunidad, conectar un directo con la poderosa zurda y ahí sí quedarse con los laureles por la vía rápida. De las 51 victorias que tiene como profesional, solamente 28 fueron antes del límite y la última data del 1º de octubre del 2011, cuando venció en el undécimo asalto al retador británico Darren Barker, contra quien defendió por primera vez el cinturón de diamante CMB.
Por momentos da la sensación de que “sobra” el pleito conociendo sus virtudes y es en esos momentos donde recibe algún que otro impacto por parte de su contrincante, que puede ser innecesario e incluso lo derribaron en varias presentaciones (vale recordar la defensa que realizó en Vélez contra el inglés Martin Murray, cuando en el octavo asalto lo tiró).
Matthysse, en cambio, es un noqueador de raza: tiene 32 en 34 victorias y los únicos traspiés se produjeron contra los estadounidenses Zab Judah y Devon Alexander, donde fue claramente perjudicado por fallos localistas. Sus cuatro últimas presentaciones de desarrollaron en Estados Unidos y consiguió dos nocaut técnicos (ante el local Lamont Peterson y el nigeriano Ajose Olusegun), una definición antes del límite (Mike Dallas Jr.) y un triunfo por retirada (contra el mexicano Humberto Soto).
A la hora de subirse al cuadrilátero, durante la primera vuelta estudia a su adversario para ver con qué lo puede llegar a lastimar.Y desde la segunda, sale a “destrozarlo” para quedarse con la victoria lo más rápido posible.
Para terminar, ambos pugilistas sienten admiración por el otro. En su cuenta personal de Twitter, “Maravilla” dejó bien en claro que “espectacular, brutal y asesino el capo Lucas. Ha llegado tu hora campeón, es tu momento ¡a reventar USA!”. Matthysse, por su parte, siempre dijo que Martínez era su ejemplo a seguir.